Apuntes de la elección constituyente
1. Si el plebiscito de entrada transmitió su energía a la primera elección de constituyentes, el plebiscito de salida transmitió la suya a la segunda elección de constituyentes. El plebiscito de entrada fue 80 vs. 20 a favor del Apruebo, y eso luego se reflejó en la composición de la Convención Constitucional, donde la derecha obtuvo apenas un 20%. El plebiscito de salida fue 62 vs. 32 a favor del Rechazo, y ayer las fuerzas de derecha sumadas obtuvieron prácticamente lo mismo. Para el gobierno, la derrota de ayer es sólo una réplica del verdadero terremoto que fue el 4S de 2022: fue allí cuando quedó sepultado su proyecto político original.
2. En los últimos procesos eleccionarios, las proyecciones han sido acertadas en la tendencia pero han fallado en la magnitud de la tendencia: en 2020 sabíamos que ganaría el Apruebo pero nadie anticipó tamaña paliza; en 2021 sabíamos que le iría mal a la derecha, pero nadie pensó que le iría tan mal; en 2022 sabíamos que el Rechazo tenía más posibilidades de imponerse, pero nadie vaticinó ese margen. Ahora sabíamos que los vientos eran favorables a las fuerzas de derecha, y en especial a la derecha más dura, pero nadie apostó a este tsunami de Republicanos.
3. Hay varios factores que permiten construir una hipótesis explicativa de este cambio pendular que va de la izquierda a la derecha. Una es la introducción del voto obligatorio: los chilenos que antes no votaban, y ahora lo hacen bajo pena de multa, prefieren las opciones que reducen la incertidumbre, no las opciones transformadoras. Esto se combina con un clima político en el cual las prioridades de la gente son orden público y prosperidad económica, que suelen ser agendas más bien conservadoras que progresistas. Finalmente, hay que añadir que en todo el mundo los electores están usando los procesos eleccionarios para castigar a los incumbentes: en este caso, un voto por la derecha es un vehículo para reprobar al gobierno de Boric. Esto quiere decir que no son necesariamente votos ideológicos de derecha. Son votos que premian a la voz más antagónica de aquellos que quieren castigar.
4. Por lo anterior, el triunfo resonante de Republicanos encierra una paradoja: la derecha tiene un gen rechazista, porque no cree en la necesidad de una nueva constitución, pero ahora se encuentra frente a la inesperada responsabilidad de conducir un proceso constituyente y de llevar el barco a buen puerto. Por eso han bajado las expectativas y han evitado hacer la “gran Stingo”, es decir, amenazar con imponer sus números sin dialogar con el adversario. Es una responsabilidad compleja para el partido de Kast, porque es mucho más fácil ser oposición sin rendir cuentas. Ahora tendrán que rendir cuentas en un proceso complejo, teniendo a la vista que la Convención pasada fue una moledora de carne reputacional, y que cualquier controversia podría dañar la opción presidencial del propio Kast.
5. Por el lado de la izquierda, la otra paradoja: tienen un gen apruebista, pero si el texto queda más a la derecha de lo que pueden aceptar, quizás les convenga llamar a votar Rechazo, haciendo fracasar definitivamente la opción de reemplazar la constitución de Pinochet, pero con la alternativa de modificar la actual desde el Congreso con un quórum de 4/7 (que es incluso más bajo que los 3/5 que los expertos recomiendan respecto de texto en construcción).
6. Dos continuidades respecto del proceso anterior. La primera es que Chile sigue políticamente polarizado. Si bien la vez anterior se fortaleció la izquierda radical, ahora se favorece la derecha radical, pero el centro sigue desaparecido. Si alguien pensó que el 4S era un regreso a la moderación centrista, como los Amarillos o los llamados Demócratas, erró el diagnóstico. La segunda es que los electores siguen ahuyentando a los representantes de las elites políticas tradicionales. Algunos partidos pensaron que usando nombres instalados en la opinión pública, con trayectoria en los vilipendiados “30 años”, cosecharían triunfos, pero la gente sigue rechazando esas alternativas (Carmen Frei, Andrés Zaldívar, Jaime Ravinet, etc.).
7. En lo inmediato, el gobierno adopta la voz correcta cuando urge a Republicanos a “no cometer los mismos errores” que cometieron las izquierdas en el pasado proceso. Es un reconocimiento importante porque se aleja de las tesis conspirativas (fake news) y de inmadurez del pueblo que campearon en ese mundo tras el 4S, y apunta al problema central de la Convención: su voluntad revanchista y excluyente. La paradoja es que esa estrategia fue animada por el PC, que ahora obtiene una buena votación. En cambio, la moderación que representa la ministra Tohá queda en entredicho porque su partido prácticamente desaparece del mapa. Por de pronto, la agenda legislativa del gobierno (previsional, tributaria) se complica porque la derecha tradicional está notificada de que la gente premia a las voces más duras, y no necesariamente a las más dialogantes.