Cada quien con su Paraíso y su Infierno. Gurnah y el Psicoanálisis.
- Jorge Norambuena

- hace 5 días
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¿El Paraíso? ¿O Un Paraíso?
Probablemente al escuchar la palabra paraíso, cada quien se imagine lo que quiera o lo que pueda. Hay toda una tradición judeocristiana que moldea el imaginario colectivo al pensar en el Paraíso, pero, al fin y al cabo, lo que usted piense a propósito de esa palabra no será lo mismo que lo que yo pienso mientras escribo estas líneas.
Así de simple y así de complejo: eso intenta explicar, desde el psicoanálisis, la función del significante. O, para decirlo más sencillo, de las palabras. En la consulta no nos quedamos, como analistas, con lo que “yo creo que el paciente cree” sobre tal o cual cuestión, sino que atendemos —y luego leemos— lo que para cada paciente significa cada palabra. A qué otro significante remite, en este caso, la palabra paraíso.
Ni más ni menos que eso. Sin embargo, no deja de ser un atolladero constante para quienes practican la clínica. Se le llama el “comprender demasiado rápido”: eso que termina por obturar o silenciar la verdad del paciente. Y es que existe una tensión en nuestra formación como “profesionales de la salud mental”, en la que desde la psicología se nos instruye para comprender los padecimientos de la mente, mientras que en el psicoanálisis uno se forma para no comprender, con el fin de habilitar la emergencia de la verdad del paciente.
A veces —y me atrevería a decir que la mayoría de las veces— esa verdad no se alinea con los ideales del bien o del bienestar. Por ejemplo: una persona insiste en estar en una relación amorosa, aunque sus actos tienden siempre a estropearla. ¿Habría que llevar a esta persona a una terapia que intente hacer coincidir sus actos con su deseo de “tener pareja”? ¿O habría que interrogar lo que en esos actos se juega respecto de ese supuesto deseo?
Este ejemplo puede ser burdo, pero basta para señalar que el paraíso de uno no es el paraíso de otro. Y que si un psicólogo o terapeuta intenta convencerlo del suyo —el del terapeuta—, usted está lejos de una práctica clínica, y aún más de una atención psicoanalítica.
Tan sencillo como complejo. Este tema —el de qué es qué para cada quien— es precisamente uno de los ejes de la novela del escritor y premio Nobel Abdulrazak Gurnah. En ella se narra la historia de Yusuf, un niño de 12 años que abandona su hogar, entregado por sus padres a un supuesto tío, Aziz, quien en realidad es un mercader que lo toma como pago de una deuda.
La novela abarca aproximadamente cinco años en los que Yusuf vive distintas experiencias en el África oriental a principios del siglo XX, época de pleno colonialismo europeo. Como buena obra de un escritor africano, combina la belleza y la crueldad de una cultura tan lejana y tantas tan veces desconocida para nosotros.
Gurnah describe escenas de pobreza y violencia difíciles de imaginar para quienes hemos nacido en cualquier otra parte que no sea África, pero lo hace con una sutileza que mantiene la tensión justa para no desviar la mirada y seguir la historia de Yusuf. En ese contexto, a propósito del esclavismo y la libertad, surgen varios diálogos que tensionan la idea de que “otra realidad” podría ser incluso peor.
Yusuf sabe que Aziz es un comerciante que lo esclavizó, pero nunca deja de haber cierto cariño y respeto entre ambos. Kalil, un amigo que conoce en la casa del “tío Aziz”, tuvo muchas oportunidades de escapar; sin embargo, permanece allí. Para nosotros, la pregunta inmediata sería: “¿Por qué no se van y viven libres?”. Pero, ¿qué significa la libertad en un África salvaje, colonizada por alemanes e ingleses que tratan los cuerpos y las vidas de los africanos sin la menor conmiseración? Si el lugar de nacimiento es un basural, ¿no podría ser un paraíso el pequeño jardín de la casa del tío Aziz? Si el destino era ser esclavo de un grupo de piratas, ¿no sería un paraíso vivir bajo el alero de un mercader —esclavista, sí— que al menos trata “más humanamente” a sus esclavos?
Probablemente, ciñéndonos a una primera lectura de la historia, nuestra primera respuesta sea no dar espacio a la pregunta y actuar en pos de la liberación de esos esclavos. Pero, ¿no estaríamos actuando desde nuestro ideal de bienestar —moderno, latino, privilegiado— sin considerar las implicancias que tendría para Yusuf o Kalil ser lanzados a esa libertad? ¿Qué es lo que para cada uno de los personajes se juega de paraíso o infierno en sus decisiones y experiencias?
Sí, podemos tener ciertas nociones generalizables del bien y del mal; una moral, una definición más o menos compartida de lo que podría ser un paraíso o un infierno. Y actuar desde ahí. Pero, en términos éticos y en la clínica, la pregunta siempre atañe a un otro cuya verdad no siempre es fácilmente accesible. De no ser por eso, no existiría eso que llamamos Psicoanálisis.
Si una novela nos obliga a cuestionar los lugares comunes, entonces, sin duda, vale la pena su lectura.
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Paraíso
Abdulrazak Gurnah
Ed. Salamandra















































