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De tránsitos y umbrales

MI VIDA ROBADA
CARLA GUELFENBEIN
HASTA EL 17 DE MAYO


“Mi vida robada”: así nombró Carla Guelfenbein su última novela, y así también su última muestra en Galería Artespacio. El libro y su desplazamiento visual surgen a partir de rayados que ella fotografió en distintos muros de Nueva York. Estos llamados –algunos enigmáticos, otros poéticos, bizarros o contradictorios— fueron los detonantes de esta obra de dos estaciones.

 

Ella se fue / Tuve un flash back de algo que nunca existió / Pretende ser humano. Grafitis sobre la superficie agrietada de una ciudad que se prefiguraron en el imaginario de la escritora-artista como microcuentos posibles de hilvanarse en un escrito mayor.  

 

Perderse, llegar a una novela por un camino incierto. Soltar el cálculo, abrirse al azar.  Esa fue la intención de Carla. Entonces recogió pedazos de la calle como semillas vacilantes de algo que podría germinar. Y es que a veces el arte no está en la mente que programa, sino allí afuera, esperando ser recibido. 

 

Carla sabe que las palabras son imágenes y las imágenes son textos. No sólo porque sus novelas son muy visuales, sino también porque, desde siempre, ha trabajado en paralelo ambos lenguajes. El trabajo de arte, entonces, se vuelve en ella una traslación de la escritura, otorgándole a sus obras una lectura que se expande fuera de los límites de su propia materialidad.

 

Estas obras combinan elementos de procedencias diversas: los rayados se mezclan con fotografías que la autora ha tomado en distintos lugares y que dialogan sensiblemente con los textos. Este trabajo declara el deseo de envolver al visitante en una atmósfera que sostenga el misterio. La música ambiental, creada por Ana Rosa Ibañez para esta experiencia, se suma a este anhelo.

 

Cada obra se arma superponiendo capas translúcidas que dejan aparecer/desaparecer lo que está detrás, en un juego que ya no es de yuxtaposición (como en el collage tradicional) sino de superposición. Esta es una obra que no busca la amplitud, que desdeña la grandilocuencia. Es una obra que elogia la profundidad de lo pequeño, de lo íntimo, de lo que está al borde de lo visible/invisible.

 

Obra de viaje, también, porque textos e imágenes provienen de un transitar perdiéndose

en la ciudad, y a la vez, proponen una travesía imaginaria: cruzar umbrales; desplazarnos entre distintos espacios, sentidos y situaciones; traspasar las capas de la consciencia individual, desde lo aparente hacia lo subterráneo, desde lo iluminado a lo penumbroso, en un ir y venir fluido y leve.

                                                                       

Ana Rosa es una artista chilena basada en Berlín. Con su sonido construye misteriosos paisajes que invitan a la reflexión y al ensueño. En su música convergen voces, texturas, y experimentos sónicos que ella ha recogidos en diferentes lugares del mundo, generando universos particulares y envolventes. Su nuevo proyecto @acquariana_musica es un catálogo de estas rarezas sonoras, de estos cruces y encuentros en la dimensión vibracional.







 

 

 

 

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