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Escena doméstica - sobre la obra de Alicia Rinsche

“La aguja tiene un poder mágico, repara el daño, reclama perdón y no es agresiva como un alfiler”.

Louise Borgeois

 


DEL 8 NOVIEMBRE AL 1 DICIEMBRE
Santiago

I

 

La obra de Alicia Rinsche resignifica objetos asociados al hogar, entendiendo el espacio doméstico como un escenario plagado de símbolos que concentran una carga biográfica, psicológica y, más allá, cultural e histórica. Sus imágenes --de rango cotidiano menor, aunque sofisticadas en su estética y factura-- dan cuenta de una época, de unas costumbres, de una clase social, de unos gustos, de una emocionalidad, de un modo de estar en el mundo y relacionarse con la vida.


II

 

Desplegando su imaginario biográfico a través del desarrollo de una técnica propia, Alicia traslada el lenguaje tradicional del bordado a un código contemporáneo que busca la belleza. Pero la suya es una belleza inquietante. ¿Es bordado sobre superficie plana  o es escultura pintada? ¿Cómo está hecho? ¿Es real o es utilería? ¿Es decorativo o crítico? ¿Produce placer o perturbación? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto dura? ¿Se rompe?


III

 

La imagen, por simple y clara que parezca, nunca es evidente. Viene cargada de inconsciente.

 

IV

 

El presente y el pasado se abrazan en estas piezas de delicada y rigurosa factura. A través de su ejercicio artístico, Alicia Rinsche va elaborando su memoria, marcada por la inmigración de ancestros alemanes a territorio chileno en la primera mitad del siglo XX y, más tarde, por una historia familiar de desencuentro y dolor. Si su obra porta una dosis de perturbación es porque pone en evidencia lo que el psicoanálisis describe como lo “ominoso”: esa sensación de miedo, distancia y extrañeza que puede aparecer en el núcleo mismo de lo familiar.


V

 

Su puntada meditativa y precisa, el carácter quirúrgico de su trabajo manual, se convierte en ejercicio de sutura y sanación emocional, extendiéndose como propuesta de restauración colectiva. Desde su práctica artística,  Alicia amplía su voz a todas esas niñas y mujeres que, como ella, han crecido, tenido hijos y trabajado en los dificultosos pliegues de una cultura que no siempre las escuchó.


VI

 

Intimo. Así nombra Alicia Rinsche su primer trabajo. Es el tránsito desde el mundo externo hacia la experiencia interior, cuando decide ser artista. Entonces realiza una serie de bordados en punto cruz sobre papel grabado con la técnica de relieve . Su imaginación lleva a la obra el mundo doméstico, protagonizado por porcelanas que han permanecido guardadas y cuidadas por años en el seno de su familia.

 

VII

 

La imagen de tazas, platos y jarros antiguos traídos desde Alemania, ejercen una fuerza simbólica afectiva en la memoria de la artista. Son objetos que vio y tocó en la casa sureña de su abuela materna, lugar que su memoria elaboró como refugio, asociándolo a la tranquilidad, al detalle amoroso, a la calidez y el cuidado. Es la imagen contrapuesta a su experiencia familiar más nuclear y urbana, donde el espacio de lo “hogareño” se experimentó como inseguro, oscuro y frío.

 

VIII

 

“Necesité la belleza y lo bien hecho para contrarrestar lo amargo y doloroso”, dice Alicia.

Y sí. El dolor es clave en esta obra, pues actúa como motor de la simbolización. Lo traumático, aquello que queda fuera del lenguaje, pulsa por expresarse, por encontrar su propio lenguaje: la cura del habla. El dolor se presente como una experiencia necesaria para la creatividad.


IX

 

En Sobre la mesa Alicia Rinsche lleva la imagen de la escena familiar, con las vajillas, a volumen. Recrea la disposición hogareña de las porcelanas heredadas. Alicia reconstruye estas piezas a escala real, utilizando papel de algodón plegado que luego interviene con bordados en punto cruz, sintetizando los diseños ornamentales pintados sobre la loza original.


X

 

Los objetos de la cotidianidad amable (la vajilla de la abuela) se llegan a la obra como “objetos transicionales”. Son cosas, imágenes, de apego emocional. Precisamente son estos objetos los que Alicia trae a su obra para realizar el tránsito que significa su proceso de sanación. “El bordado fue la manera de sanar heridas de infancia”, dice. “Liberarme de una violencia silenciosa e innombrable que se grabó profundamente en mi psiquis. Durante mucho tiempo, no entendí por qué me había consagrado a este oficio, pero ahora entiendo que fue mi manera de rescatarme”

 

XI

 

Mirar, copiar, plegar, bordar, deshilar: son ejercicios lentos. Es un trabajo hilo a hilo, que va a contracorriente de la aceleración actual del tiempo. En el proceso de elaboración de su obra, Alicia ingresa a un “tiempo sin tiempo”, anterior al mandato del reloj. Es un tiempo pre moderno, que no obedece a las ideas de “progreso” y  “productividad”, sino que sigue un ritmo humano y natural. Es un tiempo lento, circular repetitivo, que le da espacio a la memoria y que vincula la mano (el cuerpo) con la emoción y el pensamiento.


XII

 

El trabajo de Alicia entiende la memoria como una recreación. Aquello que aparece en el escenario de la memoria no es necesariamente verídico y real. La memoria es un relato, una construcción subjetiva: seleccionamos algunos recuerdos y omitimos otros, coloreamos las cosas subjetivamente. Esta memoria-ilusión que se traduce en la obra diciendo que “las cosas no son lo que parecen”.  Es el juego de las “lozas de papel” que ella fabrica: logra una extraordinaria similitud con el referente a la vez que reafirma su radical distancia. La idea tiene su referencia en el arte clásico, como trompe-lòeil (trampa al ojo), la técnica visual para conseguir una “ilusión de realidad”.

                 

XIII

 

Sombras que se proyectan en muros de casas recordadas: de ahí sale la serie de obras en tela colgante que Alicia titula Transitando mi sombra. La obra se realiza deshilando y bordando telas de tejido doble (trama y urdidumbre), como una reinterpretación de una técnica clásica de bordado noruego, Hardanger, que se caracteriza por un estilo geométrico, resultado de la realización de bloqueos con punto llano combinado con hilos cortados y sacados, sobre la tela. De esta forma se generan espacios por donde pasa la luz que se proyectan en el muro, creando sombras. “La obra habla de 20 años de búsqueda incesante de sanar; de perdonar, poner límites, conocer mi lado oscuro y aceptarlo, sentirme conforme conmigo misma”.


XIV


Para realizar este trabajo se requiere de paciencia. La palabra Paciencia deriva del latín Patio, que tiene que ver con la pasión y, por eso, con padecer. Se vincula, precisamente, con la capacidad de elaborar el dolor. La sanación, la paciencia y la lentitud hacen trilogía en la obra de Alicia Rinsche.







 

 

 

                                           

 

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