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Foto del escritorLupe Arenillas

La guerra y el ovillo


No quiero poner en el centro la enfermedad mental de mi madre. Es ahí donde concentro la pérdida de sus textos, que me obsesiona. Si recuperase los cuentos, no sería difícil que alguno de mis amigos y conocidos editores se interesase por ellos y los publicase.


Leí los cuentos que escribió cuando yo tenía algo más de veinte años. Me recuerdo muy fuerte y llena de curiosidad, preparada para todo lo bello e interesante. Esa era yo. Y mi madre leía, pensaba, escribía y se movía con una vitalidad tranquila y una mente metódica, precisa y brillante.

Los cuentos formaban una serie sobre su infancia. Me maravilló cómo escribía. Muchos admiraban a mi madre por su inteligencia y su bondad, estaba acostumbrada a esos atributos, pero su prosa me mostró partes suyas de las que yo no sabía mucho. Otras, de las que había oído, aparecían con detalles, rostros y sonidos inesperados.


La madre de los cuentos era una cosa, pero la madre que escribía los cuentos sobre la madre, era dichosa.


En el último cuento, el único que no tiene lugar en su infancia, sino en su vida adulta, yo soy un personaje importante.

Está mirando por la ventana del living de Moyano. Así llamamos a veces a nuestra casa del pasado. Reflexiona contemplando la ría y la meseta. Es sobria. Muy delgada. Temporadas enteras se alimenta casi únicamente de pan. Le gusta la punta crujiente, apenas un toque de placer material.


Intermitentemente, no me resigno a la pérdida y le escribo, -¿dónde más podrían estar?

-En la baulera que dejamos de pagar, junto a mis libros también desaparecidos.


-¿Cómo se llamaba tu libro de cuentos?

-Ese trabajo de rememorar. Fue un trabajo arduo recordar una vida de carencias.


Ese trabajo de rememorar.

Un día le cuento que compré malvones y macetas de barro. Responde que tenían malvones en el patio ínfimo e interior de la infancia. Que cortaba los pétalos rojos para pegárselos como uñas postizas. Destella esta escena en uno de sus cuentos.


En el cuento, mi madre indaga sobre la guerra. Vivíamos en el aeropuerto continental más cercano a las islas y veíamos pasar los aviones rumbo a la guerra. Se detiene en el hecho de que mi padre es “jefe de manzana”, un absurdo encargado de dar vueltas cuando termina el día para controlar que las ventanas estén tapadas, que no se filtre luz y que todos se guarden con el toque de queda. Mi padre carga una pistola vieja, que le resulta tan ajena a mi madre. No entiende que de pronto nos hayamos convertido en puente hacia unas islas invisibles. No apoya los cantos patrióticos ni el fervor fabricado que conduce a la muerte. Tampoco entiende a mi padre. Son versiones distantes de la guerra insular. Y entonces aparezco yo, comenzando mi adolescencia, siempre tan opuesta a ella, especialmente en mi falta de técnica y mi despreocupada efervescencia.


En la mirada de mi madre, yo. Tejo una bufanda para los soldados. Es una tarea para la escuela que forma parte de los ritos del momento: llevar chocolates y alimentos no perecibles, esconderse debajo de los bancos de la clase cuando suena la alarma, e imaginar las islas ardiendo.


Voy por la casa tejiendo esa bufanda marrón, camuflaje para un paisaje congelado. Está llena de puntos sueltos que se convierten en agujeros. Tejo en movimiento, abstraída y en otro plano. Éste es uno de mis rasgos de los que mi madre hace, con frecuencia, comentarios. Mi distracción la sorprende.


Mi madre intuye mi presencia y aleja la vista de la ventana. Conserva mi imagen rebelde, con las agujas de tejer en la mano y la estela de la lana dispersa por la casa.




*Lupe Arenillas, nacida en Buenos Aires, pasó su infancia en la Patagonia argentina, se licenció en Filología Inglesa en la Universidad Complutense de Madrid y se doctoró en Literatura y Culturas latinoamericanas en la Universidad de Notre Dame. Ha publicado ensayos sobre cine y literatura, co-editó Latin American Documentary Film in the New Millennium (Palgrave Macmillan, 2016) y dirigió la serie Memory Politics and Transitional Justice. Actualmente eenseña literatura, cine y cultura latinoamericanas en la Universidad de Northern Michigan, e investiga sobre memoria, justicia y ley en el cine documental contemporáneo.



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