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Foto del escritorCatalina Mena

Somos Química



Carbón, litio, pirita, cobre, hierro: Alejandra Prieto (39) manipula minerales para convertirlos en cuerpo de obra. Personal, raro y dificultoso, su trabajo --que además exige mucho compromiso físico en su proceso-- desarrolla ficciones conceptuales que rodean la pregunta sobre la constitución material de las cosas.



La obra de Alejandra Prieto podría leerse como un llamado contra la soberbia racionalista, porque nos recuerda que lo natural es cultural y que lo cultural es natural, que estamos determinados químicamente y que nuestras palabras y opiniones –a las que tanta importancia otorgamos-- están condicionadas por neurotransmisores fácilmente manipulables: por algo una pastilla de Ravotril puede cambiarnos el pensamiento.


Su obra, pesada y austera, nos hace pensar también en la materialidad que compartimos con la naturaleza (el agua y los minerales son parte de nuestra fisiología) reconectándonos con un ecosistema mayor. “Somos química”, dice. “Si hay algo político en esto es pensar que si fuéramos conscientes de nuestra composición química entenderíamos la ecología de una manera mucho más directa, entenderíamos cómo se afectan todos los objetos del sistema, qué relaciones nos vinculan”.

Alejandra comenzó esculpiendo objetos con materiales no convencionales, como carne, chocolate y otros, mezclándolos para producir una especie de chirrido, un cruce entre la seducción y la perturbación de los sentidos. Luego se pasó a una investigación más compleja y a una escala muy grande utilizando estos elementos minerales que arrastran una fuerte carga de relaciones históricas, políticas, culturales, psicológicas, etc, más allá a la forma que ellla les de. Mapear estos vínculos, desde la libertad de la lógica artística (que se permite todo tipo de asociaciones sin respetar el método científico) es el ejercicio que ella practica. Así, por ejemplo, un espejo o una lámpara gigantes (cuyo diseño remite al lujo burgués) al estar fabricados en piedra de carbón pueden hacer evidente la pugna entre la clase trabajadora y el empresariado, o remitir a la historia de Lota o simplemente proporcionar una experiencia perceptiva más fenomenológica. O una obra en la que utiliza el litio puede evidenciar el liderazgo chileno en reservas de este mineral o remitir al tratamiento para la bipolaridad, otro asunto en el que Chile encabeza los rankings.

En los últimos diez años Alejandra no ha parado en su práctica investigativa y se ha ido consolidando como una artista con una voz propia y reconocible. Su trabajo se ha exhibido en galerías, museos y bienales tanto dentro como fuera de Chile, pero ella permanece concentrada en su taller de Melipilla, un campo en el que ha estado mucho desde la infancia y donde tiene asegurado el silencio y la distancia necesaria de los vecinos para trabajar con materiales que pueden resultar tóxicos. En paralelo, su obra se ha ido desarrollando en lenguaje audiovisual, generando relatos cinematográficos de fuerte carga poética. "Ahí está apareciendo el tiempo y el sonido", dice. "Al momento de editar un video uno está esculpiendo en el tiempo, así es que tiene que ver con todo. Los materiales ahí aparecen como personajes".


“El futuro es una guerra a piedrazos”

Hacer hablar a los materiales pareciera un gesto que va a contrapelo de esta era de la virtualidad. Como que los materiales superan a las palabras.

Es que las cosas están ahí y a las cosas no les importa lo que nosotros pensemos de ellas, como dice Pessoa en sus poemas de Caeiro. Yo encuentro que las cosas son igual de impresionantes si existe o si no existe Dios. Mirar de cerca a una mosca, acercarse a los materiales y a lo que te rodea es súper estimulante emotivamente, increíble.


¿Y eso te viene de la crianza en el campo?

Puede ser, porque en el campo hay harta curiosidad. Pero yo creo que también fue una respuesta que tuve de más grande, una reacción frente a un arte que era puro discurso y que no tenía un sustento potente en cuanto a materialidad. Las ideas son interesantes de pensar pero tampoco me calientan tanto en sí misma. Hay discursos que me entretienen y me hacen sentido porque operan a través de ejemplos, de figuras, están encarnados.


Más que explicar las cosas es exhibirlas...

Yo entiendo las cosas como fenómenos que tienen una cierta actuación en el espacio. Hay una definición de la materia que hace Tim Ingold y que dice que "los materiales son historicidades en curso". Eso es muy bonito, porque son actores y eso es muy entretenido. El material se presenta como historicidad, como suceso, y uno le puede dar el discurso que quiera, pero ahí está. El material te gana, por decirlo de algún modo. Entendí lo material cuando murió mi madre. Esa noche estaba con ella. Es tan material el proceso de la muerte que es impresionante.


Al final el apocalipsis es material: si se acaba el agua, si se queman los bosques, si los cuerpos mueren. Sequía, incendio, paro cardiorespiratorio.

Total. Para mí el futuro no es un cohete, es una guerra a piedrazos por el agua. Así lo veo. Tampoco creo que hayamos progresado psicológicamente. Miro las redes sociales y pienso en cómo nos hacemos adictos a ellas, cómo se modifica nuestra química, y cómo seguimos actuando por los mismos impulsos y deseos de hace mil años. No tengo ninguna fe en el progreso.


Es una mirada super cruel la tuya

Si, pero nos ayuda mucho.


Nos quita todas las ínfulas de trascendencia

Es que las ínfulas de cualquier cosa son muy locas.


Una defensa de lo material a costa de asumirse insignificante.

Sí. Y después de que murió mi madre tuve esa sensación de que la vida es breve, que el tiempo es limitado, que hay que involucrarse en cosas más concretas. El tiempo pasa rápido y si tienes un plan, un proyecto, hay que ser realista en pensar cuánto te puedes demorar.


“La gracia que tenemos los artistas es que podemos ser irresponsables”

Tu trabajo es duro, implica mucha energía física. ¿Qué importancia le das a cargar el material con tu cuerpo?

Es fundamental. Yo comencé con los minerales, pero luego me di cuenta de que me interesaba el cuerpo humano, con sus errores, con lo que no funciona bien. Porque cuando algo no funciona te das cuenta de lo que sí funciona. Me interesó el cuerpo como un lugar químico, pero también como un espacio donde uno puede explorar las discontinuidades y las continuidades, que determinan la forma en que nos relacionamos. Mi cuerpo se me hizo evidente al trabajar con estos materiales. Y también me hice más consciente de algo que está narrando mi trabajo, que tiene que ver con las personas involucradas en las cadenas productivas, como el cuerpo del minero. De partida tengo bien complicada la espalda y he tenido que controlarme médicamente para ver si el carbón ha entrado a los pulmones. La manera de realizar el trabajo es también parte de la serie de asociaciones internas que tiene la obra.

¿Te concibes más como trabajadora que como artista?

Sí totalmente, a mucha honra. No conocer los materiales invisibiliza la cadena productiva e invisibiliza a las personas, al trabajador. Crees que todo es abstracto, que todo es inmaterial. Está todo hecho para borrar la mano de obra. Europa tiene toda su minería en Africa, ese es su patio trasero. Y todas estas cosas se relacionan absolutamente. En la medida que eres atenta se recuperan las cosas y las personas.


Si uno mira tu taller, es raro. Una mezcla entre laboratorio químico y taller de construcción. ¿Es como una ciencia aplicada lo tuyo?

Como una pseudo ciencia. Porque hay mucho de curiosidad, de investigación y experimento. Pero mi ciencia es como escolar, básica. Pero comparto con los científicos el deseo de especular sobre las relaciones y yo lo hago desde una actitud artística, porque un científico o incluso un filósofo tiene la exigencia de ser riguroso. En cambio la gracia que tenemos las artistas es que podemos ser irresponsables, no tenemos que responder a un canon ni comprobar teorías. Un ejemplo del pensamiento artístico es lo que estoy haciendo con mi proyecto Fe, un guión de un video donde voy trabajar con el hierro, y esa es su denominación química en la tabla periódica de los elementos. Ahí voy a juntar sangre, puentes y el planeta Marte, todas cosas que contienen hierro. Desde la materialidad yo me permito estas relaciones muy disparatadas, que un científico encontraría muy poco rigurosas, porque quizás no es el mismo hierro, las moléculas no son iguales. Pero eso no es lo que me interesa a mí. Lo que me interesa es establecer un campo de relaciones que interpele a los observadores de la obra. Lo mío podría llamarse realismo especulativo, pero no soy estratégica. Hago las cosas y en la medida que las voy haciendo voy dándome cuenta del sentido que tienen. Ahora quiero darle una estructura más clara a mi proyecto. Mi plan es tomar sucesivamente los distintos elementos de la tabla periódica e ir trabajando asociaciones con ellos.


Es un plan raro.

Tal vez. Pero de aquí hasta que me muera, quiero desarrollar eso. Ese es mi plan.



















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