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“¿Por qué las masas se dejan arrastrar hacia la crueldad?” Sigmund Freud y Wilhelm Reich

“Ya sé que la ciencia sólo aparentemente está muerta,

pero la humanidad, en cambio

parece estar muerta de verdad” 

Sigmund Freud, Carta a Lou Andreas-Salomé -1914

 

Yo no diría que el psicoanálisis ha estado ajeno de los fenómenos sociales y políticos que intervienen en la sociedad en la que su clínica está inscrita. Eso es imposible. La materialidad con la que trabaja cada psicoanalista es un producto cultural; el significante que toca al cuerpo responde a los significantes que se le oponen en la cadena y organizan la subjetividad y el sufrimiento. Muchos psicoanalistas nos hemos rebelado contra la distinción entre textos clínicos y culturales en Freud porque así como todos son clínicos, también todos dan cuenta de un modo de concebir lo humano como indisociable de la cultura. No hay psicoanalistas neutros; hay psicoanalistas conservadores, liberales, oportunistas, torpes, progresistas, críticos o cobardes, pero neutros, no. La fidelidad al acontecimiento freudiano, a la ética del psicoanálisis, al deseo y la palabra no permiten esos casos. En tiempos en los que la crueldad cierra cada vez más el círculo, vale entonces la pena recuperar para los freudianos algunos textos clásicos que pueden ayudar a pensar.[MOU1] 

 

 

Wilhelm Reich y la sexualidad reprimida de las masas

 

Wilhelm Reich fue un polémico psicoanalista y psiquiatra austriaco, conocido por sus controvertidas teorías sobre la sexualidad y la energía vital. Nació en lo que hoy es Ucrania y estudió medicina en la Universidad de Viena. Se interesó temprano en las ideas de Sigmund Freud y se convirtió en miembro activo y una referencia del movimiento psicoanalítico hasta el presente.

En su entusiasta trabajo con Freud, Reich desarrolló la idea de que los conflictos psicológicos estaban intrínsecamente vinculados a tensiones físicas en el cuerpo e introdujo el concepto de "vegetoterapia" para abordar estas tensiones. El término "vegetoterapia" deriva de "vegetativo" y se refiere al sistema nervioso autónomo responsable de funciones automáticas del cuerpo, como la respiración, la circulación y la digestión. La idea central de la vegetoterapia es que las tensiones emocionales reprimidas se expresan y almacenan en el cuerpo, especialmente a nivel muscular y en el sistema vegetativo. Algo que a la luz del tiempo presente no resulta ni tan loco ni tan vanguardista.

El terapeuta debía entonces trabajar con la respiración, la postura y la expresión corporal para explorar y liberar tensiones emocionales reprimidas. Enfrentar las energías bloqueadas que eran fundamentalmente de carácter emocional y sexual y creaban lo que Reich denominó “coraza caracterológica”. Una terapia que buscaba liberar esta energía bloqueada para restaurar el flujo natural y la vitalidad.

 


Sentir la guerra con Freud

 

La Primera Guerra Mundial desconcertó profundamente a Freud, incluso cuando inicialmente se mostró partícipe de un sentimiento de entusiasmo nacionalista. Un nuevo modo de violencia se desplegó en Europa y, a través de sus cartas a sus colegas y amigos, fue dando cuenta de los efectos personales que el conflicto bélico tuvo sobre sí mismo, y que en los tiempos presentes resuena en cualquiera que se deje conmover por los nuevos episodios belicistas en el mundo.

 

A Lou Andreas-Salomé, en 1915: “La inhibición que en estos tiempos nos despoja a todos [...] de nuestra energía creadora”.

 

A Sándor Ferenczi, en 1915: “Me defiendo de que la guerra quiera acabar con todas mis aficiones”.

 

A Sándor Ferenczi, en 1917: “Las motivaciones para trabajar están en parte apagadas, en parte reprimidas. La tensión ligada a lo que va a pasar en el mundo es demasiado grande”.'

 

A Herbert y Loe Jones en 1914: “Estos desdichados tiempos que corremos, esta guerra [...] nos empobrece espiritual y materialmente”.

 

No importa cuando leamos esto. Sigue siendo así.

  


Wilhelm Reich: pensar la catástrofe

 

Wilhelm Reich, de alguna manera, se cansó en algún momento de ser el joven provocador de la comunidad psicoanalítica. A todo el mundo le pasa después de un tiempo. Poco a poco, se sintió cada vez más atraído por las ideas marxistas y comenzó a integrarlas con el psicoanálisis. Desarrolló una perspectiva única que llamó "psicoanálisis de la clase trabajadora" y se alejó del psicoanálisis tradicional al punto de que en 1934 fue expulsado del movimiento psicoanalítico. Su trabajo sobre la sexualidad, incluida la idea de que la represión sexual estaba relacionada con enfermedades mentales, generó resistencia y desacuerdo en la comunidad psicoanalítica. Aun cuando ello era una deriva bastante lógica de los planteamientos freudianos del primer tiempo.

Con la llegada del nazismo, Reich, de origen judío, se exilió de Austria y emigró a Estados Unidos en 1939. Fue entonces cuando pudo reflexionar sobre la guerra, las masas y el fascismo.

 

 

Pensar la guerra con Freud

 

Naturalmente, cuando el psicoanálisis quiere abordar algo relacionado con la guerra, se remite al texto clásico del intercambio entre Freud y Einstein, "¿Por qué la Guerra?". Sin embargo, en mi opinión, su principal contribución a la reflexión mundial sobre la violencia de los Estados Nacionales y, sobre todo, en relación con el comportamiento de los pueblos en dichas circunstancias, no radica ahí. Es en Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1921) donde se explicita el funcionamiento de las masas, y son estas las que cualquier estado nacional o movimiento requiere para avanzar por el camino de la negación del otro y, en consecuencia, su participación cómplice pasiva o activamente en los exterminios:

 

1-En Psicología de las Masas…, Freud, en un diálogo con otros importantes autores, propone varias tesis válidas que se mantienen vigentes hoy en día. No hay una distinción real entre psicología individual y colectiva; las categorías que permiten adentrarse en los fenómenos subjetivos individuales también podrían servir para pensar los fenómenos sociales.

 

2-El fenómeno más singular y, al mismo tiempo, más importante de la formación de la masa consiste en la exaltación o intensificación de la emotividad en los individuos que la integran. Y esto no debería dejarnos indiferentes, especialmente frente a esta fecunda pero ingenuamente asumida idea del giro afectivo.

 

3-Cuando el individuo entra a formar parte de una multitud, se sitúa en condiciones que le permiten suprimir las represiones de sus tendencias inconscientes. Y, por ende, aquello que les permitiría reconocer algo nuevo de sí mismos y que solo se manifiesta en la masa se trataría precisamente de "exteriorizaciones de lo inconsciente individual, sistema en el que se halla contenido en germen todo lo malo existente en el alma humana".

 

4-La multitud es impulsiva, versátil e irritable, y se deja guiar casi exclusivamente por lo inconsciente. Los impulsos a los que obedece pueden ser, según las circunstancias, nobles o crueles, heroicos o cobardes, pero son siempre tan imperiosos que la personalidad e incluso el instinto de conservación desaparecen ante ellos. Nada en ella es premeditado. Aun cuando desea apasionadamente algo, nunca lo desea mucho tiempo, pues es incapaz de una voluntad perseverante. No tolera aplazamiento alguno entre el deseo y la realización. Abriga un sentimiento de omnipotencia. La noción de lo imposible no existe para el individuo que forma parte de una multitud.

 

5-Una multitud es extraordinariamente influenciable y crédula. Carece de sentido crítico y lo inverosímil no existe para ella. Piensa en imágenes que se enlazan unas a otras asociativamente, como en aquellos estados en los que el individuo da libre curso a su imaginación sin que ninguna instancia racional intervenga para juzgar hasta qué punto se adaptan a la realidad sus fantasías. Los sentimientos de la multitud son siempre simples y exaltados. De este modo, no conoce dudas ni incertidumbres.

 

6-Las multitudes llegan rápidamente a lo extremo. La sospecha enunciada se transforma ipso facto en indiscutible evidencia. Un principio de antipatía pasa a constituir, en segundos, un odio feroz.


7-La multitud no reacciona sino a estímulos muy intensos. Para influir sobre ella, es inútil argumentar lógicamente. En cambio, será preciso presentar imágenes de vivos colores y repetir una y otra vez las mismas cosas.

 

8- Si la multitud necesita un jefe, es preciso que el mismo posea determinadas aptitudes personales: 1) Deberá hallarse también fascinado por una intensa fe (en una idea), para poder hacer surgir la fe en la multitud. 2) Deberá poseer una voluntad potente e imperiosa, susceptible de animar a la multitud, carente por sí misma de voluntad.

 

 

Reich y la psicología de las masas del fascismo

 

Si bien Freud había propuesto una serie de elementos que permitían, desde el psicoanálisis, pensar la naturaleza de los fenómenos de masas y su participación colectiva en situaciones peligrosas y/o crueles, Wilhelm Reich profundiza en estos planteamientos en 1933, añadiendo un análisis detallado del funcionamiento del fascismo. Este texto, polémico como todo lo relacionado con Reich, incorpora sus tesis sobre los efectos de la represión sexual en las conductas autoritarias. En particular, aborda la disputa y manipulación en torno a la moral sexual familiar en la difamación de las ideas socialistas, e incluso el nudo irresoluble que representa el deseo sexual femenino y la libertad sexual para las organizaciones que reivindican las ideas revolucionarias. Veamos el siguiente fragmento:

«¡Mujeres alemanas!

¿Os dais cuenta con qué os amenaza el bolchevismo?>>

  

1) El derecho a la propiedad sobre las mujeres comprendidas entre los diecisiete y los treinta y dos años queda suprimido.

 

2) Todas las mujeres son propiedad del pueblo.

 

3) Aquellos que fueran propietarios hasta el presente, conservan, fuera de su turno, el derecho sobre su mujer.

4) Cada hombre que quiera utilizar un ejemplar de los bienes del pueblo tiene necesidad de una documentación del comité de trabajo.

 

5) El hombre no tiene derecho a acaparar para sí a una mujer con más frecuencia de tres veces por semana y nunca más de tres horas.

 

6) Cada ciudadano tiene derecho a denunciar a las mujeres que le rechacen.

 

7) Cada hombre que no pertenezca a la clase obrera debe pagar cien rublos mensuales para tener derecho a utilizar este bien del pueblo.»

 

El primer sentimiento de la mujer media apolítica es, sin duda, una repulsa temerosa, pero el sentimiento de las simpatizantes es aproximadamente éste:


(Carta de una corresponsal obrera)

 

«Admito que sólo hay una salida para abandonar la miseria en que nos desenvolvemos hoy día los trabajadores: el socialismo. Pero deben permanecerse en determinados límites razonables y no rechazar, como perverso e inútil, todo lo que existía. De otro modo, volveremos a las costumbres del estado salvaje, lo que sería aún más terrible que la miserable situación material de hoy. Y desgraciadamente un alto ideal es atacado por el socialismo: el matrimonio. Se quiere provocar la libertad total, el desorden integral, en cierto modo el bolchevismo sexual. Cada hombre debe vivir su propia vida libremente, sin imposiciones. La pertenencia mutua de un hombre y una mujer debe dejar de existir; hoy se va con uno, mañana con otro, según el capricho del momento. Esto es lo que se llama la libertad, el amor libre, la nueva moral sexual. Pero estas bonitas palabras no pueden engañarnos sobre los graves peligros que nos acechan. Los sentimientos más nobles y elevados de los hombres son mancillados de este modo: el amor, la fidelidad, el sacrificio. Es absolutamente imposible, antinatural, que un hombre o una mujer puedan amar a varias personas a la vez. La consecuencia sería una degradación imprevisible que aniquilaría la cultura. No sé a ciencia cierta cómo ocurren estas cosas en la Unión Soviética, pero, o bien los rusos son hombres diferentes, o bien no han permitido esta libertad absoluta y existen también allí ciertas medidas de control... Pues pese a lo atrayentes que son las teorías socialistas, y aunque estoy de acuerdo con vosotros sobre todas las cuestiones económicas, me siento rebasada en lo que concierne a la cuestión sexual y, de un golpe, mis dudas se extienden al conjunto del problema.»

 

Traigo esta cita del texto de Wilhelm Reich porque apunta a ilustrar un conflicto que aparece en los discursos críticos y que el discurso fascista sabe hacer estallar y sembrar en tierra fértil para activar el odio y el miedo al otro. En estos momentos, en que nos encontramos asediados por discursos de odio que disputan el apoyo de las masas, las cuales tan bien ha descrito Freud en su funcionamiento, este conflicto, resumido aquí en la discusión sobre "la propiedad social del cuerpo de las mujeres", reaparece bajo otras contradicciones con soluciones fascistas hipertróficas: seguridad / desprotección = totalitarismo policial; derechos sociales / empobrecimiento = privilegios de unos pocos; violencia de estado / resistencia violenta = genocidio.

 

Los invito a leer a Reich, ya que este texto indudablemente aborda la trampa de la actualidad y, más que simplemente sentirla, es necesario pensarla.


Wilhelm Reich [1933]





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