En el torbellino de la historia
Lea Ypi, una destacada profesora de teoría política de la London School of Economics, creció en Albania. Libre es la más penetrante memoria publicada hasta ahora sobre el período indefinido de “transición” después del comunismo europeo. Pero es, de manera más profunda, una introducción a cómo vivir cuando las viejas verdades se convierten en polvo.
por Charles King
A mitad de Libre. El desafío de crecer en el fin de la historia, las cautivantes memorias de Lea Ypi sobre la inocencia y la experiencia en los Balcanes de la era comunista y algo más allá, su familia está con la mirada clavada en la pantalla de la televisión en diciembre de 1990, viendo cómo un secretario del Politburó declara el fin del Estado de partido único.
Casi de inmediato, sus padres comienzan a tejer una historia familiar revisionista. Nadie había creído nunca en el comunismo, declaran. Durante las siguientes semanas, sus familiares destruyeron todo el sentido de la realidad de Ypi: su país era una prisión, su educación era adoctrinamiento, las viejas versiones de la libertad y la democracia eran mentiras. “Pero yo era una pionera”, les objeta de manera conmovedora y carente de convicción, sobre su membresía, lograda con tanto esfuerzo, en la organización de niños comunistas. Su bufanda roja se va a convertir en un trapo para limpiar el polvo. Ella acababa de cumplir 11 años.
Ypi, una destacada profesora de teoría política de la London School of Economics, creció en Albania, un país de impresionantes costas marinas y pedregosas tierras altas, con una comunidad nacional históricamente extendida entre las religiones musulmana, cristiana ortodoxa y católica. Durante siglos, los albaneses sirvieron como grandes visires y pachás fronterizos dentro del Imperio Otomano. Cuando el imperio colapsó después de la Primera Guerra Mundial, un notable local, Ahmet Zogu, fue elevado a soberano de un reino independiente. Como Rey Zog, se convirtió en el tema favorito de los escritores de viajes fuera de lo común. Siguió una invasión italiana y una ocupación nazi, que a su vez fue rechazada por los izquierdistas albaneses, uno de los raros casos en los que los partisanos locales derrotaron a los fascistas más o menos por su cuenta.
Los comunistas albaneses bajo el mando de Enver Hoxha pronto establecieron un régimen que se autodenominaba un bastión del verdadero estalinismo. Uno por uno, los aliados socialistas fueron cayendo (Yugoslavia, la Unión Soviética, China) mientras los líderes albaneses denunciaban cualquier apertura a Occidente como revisionismo traidor. Fueron necesarios más de cinco años después de la muerte de Hoxha, en 1985, y más de un año después de la caída del Muro de Berlín, para que el comunismo albanés se desvaneciera en la historia.
Esta cronología formó el trasfondo de la infancia de Ypi, pero los capítulos de Libre son historias íntimas, filigranas de una vida que se da por sentada, pero que desemboca en la incertidumbre. Hay parientes excéntricos, el olor a protector solar que desprenden los turistas, una disputa vecinal por una lata de Coca-Cola y luego un acto de vandalismo que es capaz de cambiar vidas: un manifestante corta la cabeza de una estatua de Stalin, a quien Ypi, una alumna estrella, había llegado a venerar como modelo de heroísmo visionario. Fue un shock escuchar a su familia empezar a referirse a los líderes políticos como “bastardos”.
Libre es la más penetrante memoria publicada hasta ahora sobre el período indefinido de “transición” después del comunismo europeo. Pero es, de manera más profunda, una introducción a cómo vivir cuando las viejas verdades se convierten en polvo. Ypi ha escrito una brillante historia personal de desorientación, de lo que sucede cuando las barreras de seguridad de la vida cotidiana —el pasado de una familia, las señales de éxito, los marcadores de un futuro normal— de repente desaparecen. “Sabía lo que no quería, pero le costaba defender aquello en lo que creía”, escribe Ypi sobre su padre, alguna vez un revolucionario, aspirando un inhalador para el asma, quien luchaba “mantener sus compromisos morales sin que nadie los interpretara en su nombre”.
En las calles y en las salas de clases, Karl Marx y Friedrich Engels dieron paso a los economistas Milton Friedman y Friedrich von Hayek. El secretario de Estado norteamericano, James Baker, proclamó un nuevo lema —“La libertad funciona”— ante multitudes que lo vitoreaban en la capital, Tirana. Un candidato político local se presentó en la puerta de Ypi pidiendo prestados los calcetines grises de su padre. Un programa estadounidense de asistencia a la democracia habría indicado que los políticos decentes usan calcetines oscuros con sus trajes. Más tarde, la familia vio al hombre en la televisión, con los calcetines asomando bajo los pantalones, y más tarde aún, con guardaespaldas y un Mercedes. Los calcetines se perdieron en la transición, y también, en cierto modo, su padre, cuyas grandes ideas fueron cambiadas por un conjunto de verdades reducidas: “lo que sabía, lo que era, lo que intentaba ser, lo que le gustaría que ocurriera”.
La madre de Ypi se reconstruyó brevemente al modo poscomunista, trabajando con una organización no gubernamental, hospedando delegaciones y utilizando nuevos términos como “sociedad civil” y “transferencia de conocimientos”. Pero luego los ahorros familiares desaparecieron en un esquema piramidal. En 1997, Albania se disolvió en una guerra civil, un período que Ypi presenta en un terrorífico staccato a través de su propio diario de adolescente.
El teórico político Isaiah Berlin distinguió dos conceptos de libertad en el canon occidental. La libertad negativa era el derecho a ser dejado en paz, a construir una vida con significado, libre de las trabas de la intervención estatal. La libertad positiva era el derecho a no quedar a la deriva, a disfrutar del acceso a algunos de los beneficios de la vida independientemente de sus antecedentes o circunstancias. Para los prestamistas y consultores internacionales que invadieron Albania y otras partes del mundo en la década de 1990, la libertad negativa era el estado de naturaleza, la libertad positiva el engaño que se ocultaba detrás de décadas de sinsentido y tiranía. Volver a la realidad requirió privatización y monetización de la riqueza, lo que a su vez condujo a la felicidad y al florecimiento humano, excepto cuando no fue así, lo que simplemente evidenció la necesidad de más libertad del tipo correcto.
Pero “¿qué clase de libertad es esa?”, se pregunta, en determinado momento, la profesora de Ypi, acerca de los países capitalistas, donde las buenas escuelas cuestan dinero y se persuade a la gente a comprar más de lo que pueden consumir. El futuro de Ypi estaría en el extranjero, como filósofa públicamente comprometida. Sin embargo, en su investigación y enseñanza llegó a la misma pregunta, tanto sobre su pasado como sobre el presente liberal, capitalista y globalista. La libertad más profunda resulta ser la capacidad de hacer preguntas difíciles sobre ideas cómodas, de ver el mundo de maneras desconocidas y de vivir como un adulto.
El juicio de la historia suele llegar no como elogio o condena sino como desconcierto. ¿Cómo pudieron haber vivido así? “No teníamos categorías que describieran lo ocurrido ni definiciones que expresaran lo que habíamos perdido y lo que habíamos ganado a cambio”, escribe Ypi. Leer Libre hoy no es tanto un flashback de la Guerra Fría como un vistazo a la posible ruta de cada sociedad, una postal del futuro, como la de la Torre Eiffel que le regala a Ypi un turista francés en la playa.
Las filosofías tienen una vida media. Los países decaen. Las viejas virtudes se convierten en vicios evidentes o, peor aún, en convicciones que se recuerdan como tonterías. En el torbellino de la historia, nos aferramos a lo que sabíamos, a lo que éramos, a lo que intentábamos ser, a lo que nos gustaría que ocurriera.
Artículo aparecido en “The Washington Post” 21-01-2022.
Se traduce con autorización de su autor. Traducción: Patricio Tapia
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Libre
Lea Ypi
Trad. C. Ceriani
Editorial Anagrama - Barcelona 2023
322 pp.
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