FREUDIANOS. El origen de la histeria: nos enfermamos al esforzarnos por no saber
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FREUDIANOS. El origen de la histeria: nos enfermamos al esforzarnos por no saber


“He llegado por hoy al término de mis elucidaciones.

Preparado como estoy a la contradicción y la incredulidad,

me gustaría aducir un último argumento en defensa de mi causa.

Como quiera que tomen ustedes mis resultados,

estoy autorizado a pedirles que no los consideren

el fruto de una especulación fútil”.

Sigmund Freud, 1895


Sobre el psicoanálisis


Incluso en este país pequeño, austral y distante el psicoanálisis existe. O existe más o menos. O existe el deseo de que exista. Ya no lo sé. Sin embargo, lo que es innegable es que existe un conjunto de personas, ya sea agrupadas o en solitario, que se dan la autoridad para hablar, escribir, pensar, leer y discutir desde y con el psicoanálisis. El hecho de que esto ocurra cotidianamente es lo que hace valioso el crear un espacio donde el fenómeno freudiano pueda tener lugar, ser revisitado, descubierto, acogido o repudiado, pero siempre con conocimiento de causa.


"Freudianos" es precisamente eso: un espacio donde publicaremos textos de autores consolidados en el psicoanálisis, aquellos pioneros y gestores de las ideas que hoy circulan entre nosotros. Esperamos que sea un foro para el debate abierto y la formación de un pensamiento libre y crítico, ese tipo de pensamiento que surge del verdadero análisis de las palabras escritas, y no de suposiciones prematuras y malintencionadas.


Sobre Freud


Sigmund Freud nació en un período de marcada agitación política en Europa, un tiempo caracterizado por revoluciones, declives y resurgimientos monárquicos. Las ideas de emancipación cobraban fuerza en todo el continente, y la comunidad judía, que había alcanzado un reconocimiento notable en Francia, no era la excepción.


Los padres de Sigmund, Jacob Freud y Amalia Nathanson tuvieron ocho hijos, siendo él el primogénito. Jacob pertenecía al grupo de judíos ilustrados que aspiraban a la emancipación mediante la política y el conocimiento.


Freud recibió una educación en judaísmo de su madre Amalia y en catolicismo de su nana, Monika. Durante sus años universitarios, a pesar de las convulsiones del Imperio austrohúngaro y la discriminación hacia los judíos, se encontró con influencias intelectuales determinantes, como Franz Brentano y las teorías de Herbart pero también por Ludwig Feuerbach (con lo contradictorio que pueda ser). Según Elisabeth Roudinesco (historiadora del psicoanálisis), Freud se sintió profundamente conflictuado/seducido por estas líneas de pensamiento. En 1873, Freud no habría podido resolver este conflicto y opta por dedicarse a la ciencia, pero las preguntas filosóficas nunca lo habrían abandonado.


Este contexto, especialmente la influencia del materialismo de Feuerbach me parece de una importancia inmensa. A través de ello, cualquier interpretación de El porvenir de una ilusión, Tótem y tabú y El malestar en la cultura adquiere un enfoque diferente. No podemos olvidar que Ludwig Feuerbach critica el papel del principio religioso en su función de organizar y legitimar el orden social medieval y desarrolla una idea de proyección. En esta idea, argumenta cómo la humanidad refleja sus propias esencias y deseos en la figura divina, y ahí reside su poder. Sostiene que, en este acto, la humanidad crea, se enfrenta y sufre su propia imagen proyectada. Esta perspectiva arroja luz sobre el concepto de alteridad, que atraviesa gran parte de la obra de Freud y Lacan, sugiriendo que lo que percibimos como radicalmente "Otro" (en este caso, la divinidad) es, esencialmente, un reflejo de nuestra propia naturaleza. En fin, sobre esto escribiremos más adelante.



Sobre la etiología de la histeria


Este primer texto de Freud es importante por varias razones. En primer lugar, porque en él, Freud expone las ideas que lo preceden y acompañan con respecto a la causa de las neurosis. Estas hipótesis se derivan tanto de Charcot, quien atribuía la causa de las neurosis a la herencia genética de la degeneración provocada por la sífilis, como de Breuer, quien suponía que eran el resultado de un estado hipnoide provocado por una fuerte conmoción.


En segundo lugar, en este desarrollo también propone un método de investigación para el campo que sigue siendo relevante en la actualidad, y que luego conoceremos como el estudio de casos.


Además, en este texto, Freud incluso hace una declaración de cierta importancia estadística sobre la validez de sus afirmaciones.


Más relevante aún es que en este temprano texto se proponen elementos que conformarán una elaboración de la teoría del trauma cuya vigencia perdura y se encuentra en el núcleo del dispositivo analítico. En otras palabras, se inicia una discusión sobre qué se necesita en una situación para desencadenar una enfermedad psíquica. Al enfrentar esta pregunta, se plantean cuestiones que atravesarán el enfoque técnico de lo que posteriormente se denominará psicoanálisis, el único enfoque que se aventuró a enfrentar el nihilismo terapéutico que condenó a miles de mujeres y hombres al encierro como su único destino.


Sobre la histeria y el nihilismo terapéutico (que también es político)


En 1913, la destacada escultora Camille Claudel fue ingresada en el hospital psiquiátrico de Ville-Évrard, a raíz de la insistencia de su familia, especialmente de su hermano, el poeta y diplomático Paul Claudel. Posteriormente, fue trasladada a Montfavet, cerca de Aviñón, donde permaneció durante 30 años hasta su fallecimiento en 1943. A pesar de que existen pruebas de que su condición mejoró con el tiempo y que podría haber sido liberada, su familia optó por mantenerla bajo "tratamiento".


Durante su estancia en los distintos sanatorios, las técnicas terapéuticas a las que fue sometida consistían principalmente en la reclusión, hidroterapia, el uso de camisas de fuerza y lo que se conoció como "tratamiento moral". Este último era un régimen de disciplina corporal desarrollado por Philippe Pinel en el siglo XIX, basado en la idea de que el entorno, la rutina y la estructura podrían contribuir a la curación de los trastornos del alma. A menudo, estas prácticas incluían actividades como la jardinería, la música y otros pasatiempos.


Camille estaba profundamente enamorada de Rodin, a pesar de que él estaba casado. Antes de que su familia tomara la decisión de internarla, Camille había esculpido, por encargo del Estado francés, "La edad madura", lo cual generó un gran escándalo. Esta obra representaba a una joven arrodillada que suplicaba ante una figura masculina que se alejaba, acompañado de una mujer de mayor edad. Posteriormente, Camille sufrió fuertes ataques de desesperación, destruyó sus propias obras y fantaseó con la idea de que Rodin le robaba sus ideas, que entraba a su casa o que deseaba destruirla. O, quizás, volver con ella. Ya no lo sabremos. Y no lo sabremos porque no había psicoanálisis en la Francia de esa época y entonces nadie le preguntó.


Ningún trauma se produce por una vivencia real sola.


Freud nos dice en este texto que ningún trauma se construye con una vivencia real sola, es decir, no hay una experiencia capaz de determinar la manifestación de un malestar psíquico, no importa qué tan fuerte sea, se trata de una cadena asociativa, compleja y rizomática cuyo abordaje supone un recorrido temporal que implica el desentrañar el desconcertante y paradojal funcionamiento de la memoria humana. Escribe: “Ningún síntoma histérico puede surgir de una vivencia real sola, sino que todas las veces el recuerdo de vivencias anteriores, despertado por vía asociativa, coopera en la causación del síntoma”.


Ahora nos parece lógico. Cuando Freud escribió esto nadie pensaba en eso.


El encuentro con lo sexual es traumático, pero nos enfermamos a causa de la defensa.


Asimismo, en este texto se aborda la cuestión de la sexualidad humana como un elemento ineludible al considerar la causa del malestar psíquico. Además, Freud sitúa el inicio de cualquier conflicto en la "tempranísima niñez". En otras palabras, todos los individuos son susceptibles de desarrollar neurosis, ya que todos han sido niños y niñas y todos han experimentado la intrincada naturaleza de la sexualidad humana. El desacople entre cuerpo y significante.


En este texto inicial, Freud propone lo que posteriormente llamaremos "la teoría de la seducción". Su investigación lo lleva repetidamente a escenas tempranas de encuentros con la sexualidad vividos en la infancia y que involucran la participación de adultos, es decir, situaciones de abuso. Sin embargo, más adelante, Freud descartará esta hipótesis para concluir que cualquier encuentro con la sexualidad es traumático por naturaleza y que este encuentro siempre ocurre demasiado temprano en la vida, en el inicio de esta. Pero ¿debemos considerar esta experiencia como la causa del malestar? No. En la etiología de la histeria, Freud sitúa el origen de la enfermedad en la defensa, una conclusión de importancia fundamental. El encuentro con la sexualidad siempre es traumático, pero la enfermedad surge como resultado de lo que hacemos para evitar enfrentar lo que sabemos, es decir, lo que queda grabado en nuestra psique como marca intraducible de la experiencia. Estamos enfermos debido a la acción de la conciencia, a la acción de la defensa que finalmente testimonia la distancia insalvable entre lo que ocurre en el cuerpo y lo que las palabras pueden expresar.







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