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La locura es un modo de (no) leer

Foto del escritor: Luciano LutereauLuciano Lutereau

Nota sobre el funcionamiento ideológico de los discursos en las redes.


Entre los síntomas de inicio de las psicosis, uno muy frecuente es el insomnio; pero hay otro que me resulta muy interesante y cuya investigación puede ser útil más allá de lo psicopatológico. Me refiero a la dificultad para la lectura. Es una queja frecuente: “No puedo leer”. También ocurre que conocemos el alivio que algunos pacientes testimonian cuando recuperan esta capacidad.


Hay psicóticos que son lectores voraces, pero cuentan que aunque lean mucho algo de la significación se les escapa. Quizá por eso leen tanto. De la misma forma que a veces quedan tomados en una literalidad extraordinaria.


Una teoría de la lectura que no tome como lector modelo al psicótico, seguramente peque de exceso romántico. Ahora bien, el psicótico es el lector perfecto, porque demuestra cómo la significación fálica falla en ese acto.


Los psicoanalistas siempre terminamos en el padre y el falo. Incluso tras el delirio de Schreber, Freud pudo encontrar la significación del falo y las fantasías pasivas con el padre. Sin embargo, en Schreber la significación fálica falla. Los síntomas iniciales de su psicosis lo muestran.

Esos síntomas son muy comunes y se encuentran asociados a la dificultad para leer: impenetrabilidad de las letras, interrupción del pensamiento, distracción e hipersensibilidad, etc.


Leer no es cualquier acto; es uno de los que mejor muestra la posición de un sujeto e incluso su valor diagnóstico es inestimable. En momentos de crisis, no necesariamente de inicio de una psicosis, muchas personas se quejan de no poder leer. Y como dije antes, escuchamos el alivio de quien dice “Pude volver a leer” y así se desengancha de la tele, de la radio que solo pone para que haga ruido, de la excitación del cuerpo que no por dilapidarse en ejercicios o comer deja de ser masturbatoria (u otras formas no negativizadas del falo imaginario).


Leer es el modo privilegiado de estabilización de la significación fálica, de la negativización del falo, de la misma forma que en las psicosis el delirio puede comenzar por la lectura desesperada. Es más, quien delira no hace más que leer.


Ahora bien, por otro lado está investigado que las redes sociales estimulan un tipo de funcionamiento acrítico e impulsivo. Por eso son caldo de cultivo para las fake news. Quisiera explicar ese modo tan particular a partir de un mecanismo psíquico: la identificación proyectiva, que supone una disociación patológica de un elemento interno, en reacción a una fusión con un objeto indiscriminado, del que el sujeto necesita diferenciarse, a través de depositar afuera lo negativo, para poder controlarlo mejor. Esto es lo que ocurre cuando alguien lee lo que otra persona escribe y de forma disruptiva necesita hacer un comentario que no viene mucho al caso, que habla de su necesidad de verse a sí mismo como moralmente bueno; o bien cuando se invalida lo que otro piensa como si fuese más que una opinión o una idea, sostenida por otro, porque este otro se volvió el representante de un discurso. Por este último punto es que suele ser común que quien lee desde la identificación proyectiva suele sacar conclusiones que no se deducen de lo que la primera persona escribió; o bien directamente se asocia la opinión o comunicación de la experiencia relatada -con niveles bajos de formalización- con bloques de saber que provienen de otra parte (por ejemplo, alguien dice que no se vacunó y se le responde como si fuera anti-vacunas).


De este modo es que, en las redes, los discursos solo pueden ser reaccionarios y dedicarse a vigilar, sancionar, acusar, etc. La materialidad de lo virtual le quitó cualquier contenido propositivo a los discursos y más bien estos promueven grietas, binarismos y otras formas del pensamiento concreto.


La identificación proyectiva es un mecanismo propio de las psicosis (o de los sujetos con algún trastorno grave de la personalidad). Las redes parecen tender hacia un fortalecimiento paradójico de lo más loco de las personas -algunas porque están locas, otras porque en la virtualidad pierden capacidades subjetivas como el pudor, la vergüenza, la reflexión-.


Hasta hace unos años, leer era un acto de liberación. Hoy está en continuidad con el inicio de delirios. Las redes son una herramienta importantísima de comunicación, pero eso supone que quienes escriban lo hagan en nombre propio, sin pretensiones de verdad, así como quienes leen no olviden que también hay responsabilidad en su acto -por ejemplo, no suponer que quien escribe lo hace con pretensión de verdad-.

Ser un buen lector es una de las pocas cosas que pone a salvo de enloquecer.


Luciano Lutereau



Girl Reading

William Strang

1859-1921


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