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Foto del escritorJorge Polanco

Heddy Navarro

No era usual que en una ciudad de Chile los referentes poéticos fueran tres poetas mujeres. Tal vez en los sesenta, cuando Alicia Galaz conformó el grupo Tebaida; o ya en la actualidad, donde las poetas han construido paisajes feminizados. Maha Vial, Verónica Zondek y Heddy Navarro, han creado prácticas poéticas asentadas profundamente en Valdivia. Con la temprana muerte de la primera, aunque no su presencia en la ciudad, más que terminar un modo de comprender el ejercicio poético, se expandió a otras poetas mujeres más jóvenes una forma de comprender la poesía en relación con las artes, el teatro y la escena. En el caso de Verónica Zondek, el oficio de la escritura se ha acendrado en la manera de asimilar la poesía como un trabajo intelectual, emotivo y constelado en el boscaje de la lectura. Mientras que en Heddy Navarro la escritura ramifica su quehacer en una práctica cultural y política a partir de la red de mujeres. Varias poetas, de diferentes generaciones, han comenzado a reconocerse como tales gracias a las invitaciones de Heddy a talleres y conversaciones en torno a la escritura poética. Años de esta labor que aún persiste en el Colectivo Locas Mujeres. Ya sea en librerías, casas o por internet, Heddy ha propiciado comunidades de mujeres que rescatan literariamente su propia historia. Publicaciones de primeras obras que se deben a este espacio de reconocimiento.


No puedo dejar de pensar a Heddy en constelación. Para el estallido de 2019, lectoras jóvenes lanzaron panfletos o escribieron en las murallas de Valdivia versos de Heddy y otras poetas mayores, textos reconocidos por su feminismo y la historia de lucha en el entramado de la ciudad.


PROCLAMA 1


Me declaro ingobernable

Y establezco mi propio gobierno

Inicio un paro indefinido

Y que el país reviente de basura

Esperando mis escobas

Soy mujer de flor en pecho

Y hasta que se desplomen los muros de esta cárcel

Me declaro

Termita, abeja asesina y marabunta

Y agárrense los pantalones

Las faldas ya están echadas.


En esos días de revuelta, luego de renunciar a inaugurar un encuentro de poesía llamado A la deriva (sí, un título anticipatorio), participamos en un programa radial de Cristina Gallardo: Maha Vial, Verónica Zondek, Heddy Navarro y otros poetas, leyendo y conversando la situación que estaba viviendo Chile. Heddy y Bruno Serrano, su compañero de vida, visitaron nuestra casa, charlamos con poetas de diferentes generaciones pensando en modos de articularse y cuidarse; las poetas mayores dieron sus consejos a los jóvenes. Hasta el día de hoy guardo en el velador la lista de teléfonos y nombres a quien avisar por si acaso llegaba a pasar alguna situación más compleja. Entre paréntesis: todavía seguimos viviendo la organización del pesimismo.


Heddy Navarro, como poeta, conforma una red feminista de trabajo. Desde su militancia política en los setenta, la resistencia contra la dictadura, el desarrollo del trabajo en terreno con el mundo mapuche, junto con la labor cultural y erótica entre mujeres, resulta sugerente cómo en su práctica política la lectura conforma el tejido de la comunidad. En esta persistencia parece clave la creación -a fines de los ochenta y durante la Concertación- de la revista Palabra de mujer, dirigida por Heddy Navarro y Alicia Salinas. Quizás en algún momento pueda delinearse una lectura sobre los paisajes creados por las poetas dibujantes, editoras, artistas del libro y otros soportes. Una constelación en que la manierista y recargada visualidad violeta de Palabra de mujer, expresaría materialmente una postura popular de representación poética y gráfica femenina. Intencionalmente, las florituras, los dibujos y la lana funcionan como símil de la unión de las hojas y el tejido; una revista hermosa, fabricada a partir de la materialidad del papel kraft con una gruesa lana que une las páginas.


Si, como un caleidoscopio, movemos la imagen hacia el erotismo, podemos observar filiaciones con escrituras feministas que reconocen en el cuerpo la rebeldía a los dictámenes de época. En sus “Poemas insurrectos”, Heddy cristaliza en la escritura la oposición a la dictadura y al canto del macho, “hacen falta mujeres/ que tengan por norte el sur/ y planeen sobre las copas/ con todas las banderas/ desplegadas”. Las santas laicas y eróticas muestran en su poesía una filiación militante de izquierda, “agitadora de los siglos venideros”. Si giramos el ángulo, la poética de Heddy se puede mirar a través de otras figuras consteladas, en cierta semejanza de trabajo con Sybil Brintrup o Rosabetty Muñoz sobre y desde el sur. Canto de una Oveja del Rebaño provoca un efecto aciago e irónico se carga de sentido ante la evocación del paisaje patagónico y la correlación con la herencia bíblica. Brintrup articula un pliegue visual a esta mirada: la foto de una oveja trasquilada por la mitad, el canto de “las hembras del sur”, la oposición del lobo y el mujerío, dan cuenta de la pulsión y el deseo que se remonta a la lana. Poética material empleada a su vez en Palabra de mujer, con dibujos creados por Heddy Navarro, donde en un ejemplar aparece, por ejemplo, una lúdica caricatura de Marx flotando en las páginas. Hogar del sentido, si se quiere leer en una clave psicosocial, al considerar la lana desde el entramado que urden las palabras, el abrigo y la casa, fabricando un legado en el ritmo manual, el tejido de la escucha y la creación de la narración entre generaciones.


Calidoscopio: Heddy Navarro, artista plástica, que encontró en la poesía una forma de comunicación con la precisión que el trazo comparte entre letra y dibujo. Heddy, poeta que volvió al sur, para encontrar en el tejido de la lectura otra manera de crear una comunidad perdida en dictadura. Heddy, escritora política, que creyó en un país justo durante la Unidad Popular y enfrentó la dictadura viviendo desde el lugar de la mujer las implicaciones de su militancia. Heddy, poeta del erotismo, que ha urdido comunitariamente la ternura a partir de la locura mistraliana.








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