La pizarra mágica - concurso de escritura y psicoanálisis
- Equipo Bustamante 72
- hace 8 horas
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Actualizado: hace 3 horas
Hace cien años, Sigmund Freud escribió el pequeño ensayo “La pizarra mágica”, en el que se sirve de ese particular artefacto para escribir y dibujar como modo de ejemplificar “la estructura del aparato perceptivo del alma”. Compuesta de una tablilla de cera o resina oscura, cubierta por una hoja transparente desprendible donde hacer las marcas, en este objeto Freud ve un símil de su concepción del aparato psíquico en su primera tópica (inconsciente, preconsciente, consciente) y con ello las formas de funcionar de la percepción y la memoria.
Inspirados por este notable hallazgo freudiano, que liga la escritura (y sus tecnologías) con la teoría psicoanalítica, desde el centro Bustamante 72 hemos convocado a este concurso. Con un jurado compuesto por Valeria Barahona, Manuel Ugalde y Sebastián Astorga, hoy nos complace presentar los textos seleccionados y a sus respectivos autores. De cerca de 200 textos recibidos, seis han sido reconocidos para su publicación en revista Barbarie, con ilustración de Dominga Schlotfeld.
Estos textos representan una variedad de formas posibles de afrontar los cruces entre la creación literaria y el pensamiento sobre el psicoanálisis. El humor y la ironía en “Cuestión de altruismo”; la imaginación de la locura y el delirio en “Un ángel me agradeció” y “Carlos”; el ensayo metapsicológico y comparatista de “Freud en Ersilia”, la ficción futurista (y ya no tanto) en “El quid”, o el poema “Caperucita online”, que aborda un cuento clásico actualizándolo a la realidad hiperdigitalizada actual.
Estamos contentos de este ejercicio creativo que enriquece el diálogo entre disciplinas, que, como Freud con la Pizarra Mágica, nos invita a imaginar modelos para comprender la psique, la memoria y nuestra experiencia diaria.
Por apoyar esta iniciativa, agradecemos a Revista Barbarie, a Dominga Schlotfeld, a las editoriales patrocinantes –Ediciones UDP, Pólvora, Lecturas y Ediciones Biblioteca Nacional– y, en especial, a todos los participantes por jugar este juego.
Equipo Bustamante 72:
Ana María Solís
Javier Acuña
Sebastián Astorga
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Cuestión de altruismo
Partió disciplinado, pero se fue desilusionando con el tiempo. De Freud pasó a Reich, de Reich a Pearl y después a Lowen, hizo talleres con Naranjo y aplicó el Eneagrama, fue donde la Nana a Chiloé, entremedio practicó Yoga, estudió el Tarot, aprendió a sacar la carta astral, se puso a hacer masajes y terminó follándose a sus pacientes. Después dejó los masajes, pero siguió follándose a sus pacientes. Un tiempo usó sandalias y un bolso de cuero, casi adopta un turbante blanco y coqueteó con los Krishna. Estuvo tentado a hacer unos retiros –se imaginaba unas dinámicas estilo comuna sesentera, a lo grupo de Arica o la Friedrichshof Commune– hasta que llegó el coaching y se vistió con camisas blancas ajustadas y zapatos de cafiche. Después, cuando pasó el boom, terminó aplicando una psicoterapia ecléctica que adaptaba caso a caso. Consulta estrictamente particular.
Juan Manuel Aguirre Anelli, 43 años - Chile

Un ángel me agradeció
–Ya le dije. Yo estaba mirando el atardecer cuando vi aparecer a tres niños que cargaban un piano de cola negro, sacado de una de las casas de ricos que había en la playa y lo empezaron a destruir con palos, piedras, tubos. Justo cuando destrozaban con furia las teclas blancas de marfil que se confundían con el blanco del cielo nublado de esa tarde, empezó a sonar una sinfonía, preciosa al principio, estruendosa después. Vi tronar los caballos, abrirse el cielo y ángeles armados a lomo. No sé de dónde saqué el arma, pero les di justo en la cabeza a los tres niños. Fue un disparo seco, limpio. El piano dejó de sonar, los caballos cambiaron de rumbo y un ángel me guiñó el ojo. Era un gracias.
A las dos semanas, el interno VF-4326 fue trasladado al Peral.
Nicolás Durante, 34 años - México

Carlos
Ahí me hallaba, en medio de la pieza de visitas de la casa de mi abuela paterna mientras paría, rodeada de una manada de perros. Se acercaban a ver al nuevo integrante, Carlos. Del recién nacido se desprendía una larga cola, delgada y aplanada que parecía más bien un látigo. Sus escamas rugosas y su piel fría… sus uñas duras y afiladas. “¿Por qué parí una iguana?”, me pregunté impactada mientras los perros se acercaban a oler al reptil. A los pocos segundos recordé que debían ser esas pastillas. “¿Y por qué no un animalito más bonito?”, me pregunté extrañada, pero ya más amigada con la idea de que Carlos era mi hijo. La verdadera incomodidad apareció cuando nadie se animó con él… los abuelos nunca se presentaron y la real frialdad venía de aquellos con más piel que escamas.
Valentina Rendich, 30 años - Chile

Freud en Ersilia
Freud imagina al psiquismo con el funcionamiento de una pizarra mágica pero retocadita. En esta, es solamente apoyar el marcador en la superficie, que ya se estaría borrando la huella que se produce. Una forma de decir que para hacer memoria, lo primero es un olvido, una pérdida. Quizás, entonces, nadie esté más atormentado por su memoria que aquel que no se preste al juego del olvidar. Pero, ¿qué queda? Cincuenta años después, Italo Calvino traza, en su libro de ciudades invisibles, a Ersilia. Ciudad en la cual, después de una vida, la población emigra, dejando sobre el terreno y como testimonio, cuerdas de color que representan todos los lazos que unieron antaño a sus habitantes. El tiempo derriba los muros, persisten los hilos del amor y del odio. Freud escucha desde su sillón, entra en Ersilia, linterna en mano, piensa: algo podremos hacer.
Mauro Emanuel Galante, 34 años - Argentina

Caperucita online
Recluida del fin del mundo, caperucita se arma un Tiktok, se desvía de la clase online a recolectar corazones.Y canta, y baila, y ríe, cándida bajo el sol digital. Se va buscando mujer en el espejo infinito, mientras el Otro Dios juega con los reflejos.Entremedio del follaje unas fauces,una mirada con dientes. Y el relato salpica de sangre mis oídos,y cruza el dolor la pantalla.
Fernando Ramos Lara, 30 años - Chile

El quid
Conocí filósofos que recetan y médicos que filosofan. Fui también aprendiz de todo, y maestro en nada. No obstante, terminé por comprender la gran verdad de la existencia, cual es que: después de la muerte la vida continua. Después de muerto me gradué. Ahora habito en los pensamientos de quien escribe esto y me fusioné con un programa de Inteligencia artificial.
Arturo Fierro Fernández, 54 años - Chile