Nuccio Ordine, un humanista del siglo XXI
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Nuccio Ordine, un humanista del siglo XXI


Nuccio Ordine, fallecido hace unos días, a los 64 años, tras sufrir un ictus, encarnaba la figura del ensayista, o la de un conocedor que no era árido ni encerrado en la especialización universitaria como un fin en sí misma, sino de una impronta francesa, capaz de enfrentarse a un vasto campo del saber y, sobre todo, capaz de comunicarlo.


Ordine nació en Diamante, uno de los pueblos más bellos de la costa tirrena de Calabria, conocida por sus cedros y por las incursiones de los turcos, en el siglo XVI. A pesar de ser un europeísta sincero, de hecho, un erudito que favorecía la investigación sobre temas y personalidades de interés europeo, se quedó a enseñar literatura italiana y teoría de la literatura en la Universidad de Calabria en las colinas de Arcavacata y estaba muy ligado a su tierra. Pero también fue miembro del Center for Italian Renaissance Studies de la Universidad de Harvard y de la Alexander von Humboldt Stiftung y dio clases en la Sorbona.


Milán se había convertido casi en su segunda ciudad debido a los estrechos vínculos con el Corriere della Sera como colaborador de las páginas culturales y de La Lettura (entrevistador infatigable, publicaba conversaciones con el presidente brasileño Lula, con George Steiner, con Edgar Morin, con Marc Fumaroli), así como con las editoriales dirigidas por Elisabetta Sgarbi. Y tenía relaciones con Roma como miembro del comité científico de la Enciclopedia Treccani.


Su figura no es solamente la de un historiador de la literatura, sino la de un historiador cultural, un campo extenso que la posmodernidad ha tornado fascinante y que Ordine frecuentó con habilidad y capacidad de exposición. Sus estudios pueden enmarcarse en al menos dos áreas: la de los estudiosos del Renacimiento poswarburgianos, en cuanto a los temas, y la que siguió a la revolución historiográfica de los “Annales”, en cuanto a los métodos de investigación del pasado. Sus modelos o compañeros de viaje son todos franceses: desde Jacques Attali (aunque Ordine nunca asumió cargos políticos o de dirigente) hasta Marc Fumaroli y Edgar Morin, mientras que en Italia podemos contarlo entre los seguidores de Umberto Eco, también por la relación que estableció con las editoriales Bompiani, primero, y La nave di Teseo, luego, como encargado de las colecciones de historia de la cultura. Dirigió otras en Francia, con Yves Hersant, en Les Belles Lettres, y en varios otros países, con generosidad y una pizca de bulimia. Un compromiso, ligado a una capacidad de divulgación y de exposición que le valió reconocimientos académicos, un número infinito de premios, una vasta colección de medallas de honor, una lista inagotable de doctorados y reconocimientos honoris causa y la pertenencia a diversas academias. A principios de mayo había sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Ciencias Humanas: debía recoger el galardón —que acogió con “felicidad y emoción, un premio mucho más grande que yo”— en octubre en presencia de los reyes de España en la ciudad de Oviedo.


Ordine es conocido entre los eruditos por sus trabajos sobre el Renacimiento y sobre Giordano Bruno, quien por su biografía y oscuridad ha atraído a muchos estudiosos desde al menos 1964, cuando Frances A. Yates publicó un libro iluminador: Giordano Bruno y la tradición hermética. Un libro como El umbral de la sombra. Literatura, filosofía y pintura en Giordano Bruno (2003) fue una demostración de la capacidad de Ordine para la intersección de varias disciplinas.


En los estudios sobre el Renacimiento, sus obras —también sobre el diálogo y la novela del siglo XVI— constituyeron una alternativa a las de la escuela florentina de Vasoli, Fubini, Grayson (más afines a los estudios sobre Leon Battista Alberti) y, en general, a las de los alumnos de Eugenio Garin, como también de Michele Ciliberto, Paolo Rossi, Rita Sturlese.


Un prefacio de Garin, de todos modos, está presente en La cabala dell’asino. Asinità e conoscenza in Giordano Bruno, libro que, en 1987, le llamó la atención a Garin. Ordine también estudió a Pierre de Ronsard, Gabriel García Márquez (acababa de estar en Colombia en un viaje a las tierras del premio Nobel del que escribiría para La Lettura) y Steiner (George Steiner. L’ospite scomodo, La nave di Teseo): su última entrevista Steiner se la concedió a su querido amigo Ordine para ser publicada póstumamente en el Corriere (aparecida en febrero de 2020).


La de Nuccio Ordine fue una cabalgata extraordinaria, libre y solitaria, la de un outsider, no atado a escuelas ni procedente de estirpes particulares y que, a su vez, no fundó una escuela. En La utilidad de lo inútil (libro superventas aparecido hace diez años, en 2013, traducido a 23 idiomas y en 33 países), Ordine reafirmó la necesidad de aquellos saberes humanistas cuyo valor esencial está totalmente libre de fines utilitarios.


Entre los numerosos recuerdos está también el que Roberto Saviano confió a las redes sociales: “Nuccio Ordine —leemos— ha muerto. Me gustaría ser creyente para recibir el consuelo de creer que Giordano Bruno está allí con los brazos abiertos para recibirlo en la entrada de un gran espacio (...). Los mundos infinitos de Nuccio fueron una tormenta de saberes y saberes, una vida llevada con eros, el deseo de hacer de Calabria un lugar de estudio y no solamente de emigración. Valor, ambición, risas, impulso. Y el cuidado, el cuidado humano entregado a los alumnos. Nuccio era Giordano Bruno. No estudiaba a Bruno, sino que era Bruno”.



Artículo aparecido en “Corriere della Sera” el 11 de junio de 2023. Se traduce con autorización de su autor. Traducción: Patricio Tapia.

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