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Vuelo rasante (quinta entrega)


 

 

 

Dark Plato

 

La experiencia histórica ha mostrado, una y otra vez, que afuera de la caverna de Platón no brilla el Sol del Bien, sino la Estrella de la Muerte.

 

 

Sólo gente sola

 

Las tecnologías que vemos en Blade runner ya no impresionan tanto, lo que incluye androides y virtualidades de todo tipo. Aquella anticipación que resulta notable —y aterradora— es la soledad de la gente, por ejemplo en las “calles” y los sitios de comida. Es como si la sociabilidad humana hubiera colapsado. No hay amistad, tampoco hay hogares, calor humano, afectos. El apocalipsis de fondo.

 

 

Whatever I do is right

 

Toda esta semana me he estado preguntando por qué la canción “Whatever I do is right” de The Clean produce algo tan único (toda buena canción pareciera producir algo único). Me refiero a la emoción específica. No sé si es una o son varias luego de escucharla tantas veces. Pero al parecer se trata solo de una: un desnudamiento no trágico, una suerte de reírse de sí mismo en clave clever y por eso verosímil. Hay una seriedad en la voz (que se la cree), pero la melodía y el órgano sempiterno le reman en contra. La letra: espléndida. Última estrofa: “Cualquier cosa que haga está bien, cualquier cosa que diga está bien, cualquier cosa que haga, cualquier que diga, siempre está mal”. Los dos sentimientos al mismo tiempo imposibilitan la preeminencia dramática. Se trataría de una operación cómica. En una parte la canción dice: “Lo tomo ahora, te lo pago después”. Para tomar nota.

 

 

Con todo ordenado

 

Las fuerzas entrópicas son colosales, por eso habla bien de alguien que se las haya arreglado para morir “con todo ordenado”.

 

 

Según se avanza

 

Hay elementos que aparecen en las crónicas de Joaquín Edwards Bello que nos recuerdan que para el autor la escritura es un proceso activo. Me acabo de encontrar con uno. Al comenzar un párrafo dice “ahora me asalta una duda”. ¿Por qué no borrar lo anterior y reformularlo? Podemos inferir que no es posible pues hay poco tiempo (la hora de cierre del periodismo impone sus reglas). Otra posibilidad: esta vacilación le surgió como lector de lo que estaba escribiendo. Se gana realidad.

 

 

Fantasmas

 

Cada vez que escucho “en su momento se verá”, como fundamento para aplazar una decisión complicada, pienso por qué no vivir siempre bajo este principio. Pero algo pasa que lo impide.

 

 

Lo mínimo posible

 

Cuando supe hace 25 años que a Wittgenstein le gustaban mucho los westerns, me pregunté la razón, y me he dado cuenta que la falta de respuesta no ha dejado de rondarme. Sobre el punto una inteligencia artificial me dio explicaciones prácticamente aleatorias (quizás mejoren con el tiempo; será un barómetro para evaluar la evolución tecnológica). Por ahora sólo cabe especular. En los westerns hay naturaleza y en general diálogos breves y concisos; para alguien que se pasaba el día pensando en algo tan jabonoso y fundamental como el lenguaje (qué es y cuál es su relación con el mundo (qué es el mundo), qué significa que algo tenga significado, etcétera) ver a cowboys, indios, caballos, bisontes y carretas en acción permite descansar la mente bajándole la frecuencia al flujo de palabras que con facilidad se vuelve obsesivo. Las tramas son sencillas y normalmente entretenidas: hay conflictos morales y/o estratégicos y siempre querremos saber cómo le irá al protagonista. Si alguien muere, rara vez sufrimos, aunque sea un personaje del que nos hemos encariñado. Las conversaciones de vaqueros suelen ser pragmáticas, sobre todo las de los malos bajo estrés. “Dejémonos de estupideces, Joe, y larguémonos rápido de este miserable polvorín”. Joe intentaba convencerlo de que convenía evaluar opciones, pero su compañero juzga que eso es basura y actúa. En un contexto de habla así, tan icónico, casi todo puede ser considerado una estupidez. Sería interesante hacer una lista de las excepciones. La principal creo que es esta: de lo que se trata es de tener pepitas de oro en el morral; si algo no contribuye a este propósito, podemos pasar, y si es necesario hacer encerronas y disparar a quemarropa, se hace.

 

 

Persona relevante o de interés

 

Es notable seguir la evolución de los eufemismos. Pareciera haberse llegado hoy a un cierto límite. Lo que antes llamábamos “sospechoso” hoy es una persona relevante o de interés. La delantera la tomó hace años el concepto de “confuso incidente”, padre o abuelo de formulaciones cada vez más —cómo decirlo— divertidas.

 

 

Problemas

 

Si un problema tiene una solución entonces no es un problema. Y si no tiene solución, ¿debería importar?

 

 

Un bufón de la realidad

 

Cada vez que el perro Patán ríe —no se le conoce otro interés— pareciera tener la razón. Los superfluos afanes del ego.

 

 

Jabonera

 

En el baño de mi abuela materna había una jabonera plástica que le habían regalado para su matrimonio, en 1939. En ese momento era un material de avanzada, valioso. Yo prefería ir a ese baño antes que al de visitas; cruzaba la puerta y lo primero que hacía era mirarla. Su magnetismo se debía en parte a que era de un color inespecífico entre el café y el morado; dudo que haya sido así al principio. Calculo que la observé al menos desde 1978, año de mis primeros recuerdos. En 1992 entró a trabajar una enfermera que la botó por vieja. En su lugar puso una roja, reluciente —un aporte para la casa—. Pensé que mi abuela se apenaría. No: cuando le pregunté qué había pasado con “mi” jabonera, mencionó sonriendo el incidente, y agregó: “Se ve que es una buena mujer”.

 

 

Cine y libros

 

El cine y los libros son placeres insustituibles. Cualquier película sobre Lolita de Nabokov se quedará corta (si bien hay distintas maneras de quedarse corto). En Poor things hay una escena que ningún libro podría dar cuenta bien: el momento en que Bella le tira la taza en la cara al presunto marido que la tiene encerrada. Es la emancipación de la mujer, pero también la de todo ser humano.

 

 

Prevención

 

Cuando en un cuento un narrador omnisciente dice hacia el final “todo era más simple de lo que pensaban”, es imposible no sonreír si se demuestra que es así: las cosas se magnificaron fantasmáticamente. La inteligencia puede dar botes; es útil recordarlo.

 

 

Drunk on me

 

Llevo algunas horas escuchando una y otra vez la canción “Drunk on me” de Twerps. Acaba de empezar de nuevo. ¿Por qué es tan placentero oírla? Por sus elementos armonizados: voz, guitarras. Es una canción redonda, con algo de mantra. Hay una emoción que roza la tristeza; eso hace que todas las otras emocionen adquieran más fuerza. Por eso la canción llega hondo. Sea cual sea el mensaje, creemos en él. Y está “dicho” de una manera muy bella. Es como asomarse a otra vida o que nos capten en la intimidad de nuestra mente. Canciones como estas me parece que confirman la idea de que el arte engrandece el espíritu. Hace poco vi el documental de Quincy Jones. En cierto momento dice “música y agua”.

 

 

 

 

 

 

 

 

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