Nadie es dueño de nada y todos los griegos mienten. Sobre Averroes. Gusto, Risa y Política de Rodrigo Karmy Bolton
En su nuevo libro, Rodrigo Karmy explora una variedad de temas relacionados con un personaje mítico/imaginario que encapsula de alguna manera el conocimiento y la práctica de los pueblos en cuanto a cuestiones de pensamiento y religión. El averroísmo parece ser cultivado en las madrasas, entre estudiantes y maestros, en momentos de conexión que desafían la hegemonía cartesiana y cristiana, permitiendo que la imaginación irrumpa y cuestione, aunque sea brevemente, el orden que los capitalistas consideran "natural".
1-Los copistas
Franco "Bifo" Berardi plantea que Marx generó confusión al encomendar a los filósofos la acción en lugar del pensamiento. Esta interpretación se basa en la indicación textual de Marx: 'la filosofía debe dejar de interpretar el mundo, la historia, la esencia humana abstracta y transformarlo'. No estoy seguro de si Marx pretendía que los filósofos dejaran de reflexionar, pero es evidente que esta indicación no resolvió el problema de la filosofía política, y muchos asumieron que la tarea de interpretar se había terminado para ellos.
Ojalá Marx hubiera dicho: 'no hay esencia humana que interpretar; imaginen y construyan otro mundo y cambiará la historia'. Sin embargo, no lo hizo. Yo creo que lo que Marx quiso decir es que el trabajo de copista, como dice Rodrigo, Marx y Engels ya lo habían hecho, siendo hábiles traductores de las leyes y el funcionamiento del capital, el trabajo, la ideología y la historia. Con toda esa traducción y las notas contextuales sobre el modo de funcionamiento de la sociedad capitalista, y también, por cierto, sobre sus puntos frágiles, algo tendríamos que haber hecho. Al menos, según Rodrigo, deberíamos habernos dado cuenta de que es una máquina y no una esencia. Lamentablemente, lo que hemos hecho es debatirnos entre nosotros respecto a las interpretaciones de la copia. Incluso hay algunos que, de manera más impúdica, son los mejores implementadores de la copia y no dan ningún espacio a la fisura, a la esperanza, a la imaginación de una sociedad comunista.
El capitalismo es una máquina de traducción, dice Rodrigo; todo lo transforma al idioma del mercado, el capital, el crecimiento, la tasa de interés. El capitalismo traduce el intelecto a la lengua de los poderosos, de los dueños del capital. El capitalismo es también ventrílocuo y curiosamente pone en la boca de los trabajadores y pobres de este y todos los países la misma lengua que los oprime para interpretar sus desventuras.
***
Ayer por la mañana escuché en la radio que un número importante de artistas, agrupados en la Human Artistry Campaign, han levantado una serie de demandas para restringir y/o detener lo que denominan el descontrolado uso y abuso de la inteligencia artificial en la creación de música, reproducción de voces, etc. Me desconcertó saber que se trata de una campaña cuyos principales voceros no son los artistas mencionados sensacionalistamente por la prensa, como Katy Perry, Camila Cabello y otros famosos que realmente no conozco ni escucho, sino por CEO de grandes corporaciones vinculadas a la grabación, producción y administración de la industria musical del mundo:
“Hay tanto potencial con la IA. Pero también presenta riesgos para nuestra comunidad creativa. Es crucial que hagamos esto bien desde el principio para no arriesgarnos a perder la magia artística que solo los humanos pueden crear” Harvey Mason Jr., CEO de la Academia de Grabación.
Comprendí que, una vez más, lo que estaba en juego no era la capacidad creativa de las personas, sino los intereses económicos relacionados con la explotación de imágenes, voces, cuerpos, letras, etc.
Averroes distingue y separa la razón de los seres vivientes. Les asigna a estos últimos el atributo de conectarse a través del habla con el pensamiento. Según Averroes, los seres humanos no piensan ni tienen intelecto; son seres parlantes que tienen la oportunidad de pensar, pero no la obligación de hacerlo. El intelecto se piensa a sí mismo en otro lugar y no es posible detenerlo. Esto se asemeja a la Inteligencia Artificial, que desde el libro de Rodrigo podría parecerse mucho más al intelecto averroiano. La inteligencia artificial no está encarnada materialmente, no es un sujeto, carece de subjetividad y solo almacena conocimiento, lo relaciona y lo dispone. Los seres vivientes parlantes pueden utilizar esa inteligencia para inventar una canción tan mala como las verdaderas canciones de Bad Bunny y, de manera absurda e inconsciente, demostrar que la verdad es a menudo indiscernible.
2. Nadie es dueño de nada
El ser humano no es dueño del pensamiento ni del conocimiento, sino que accede a ellos en momentos de conjunción. Puede ser consciente o no de ellos; a veces, es un saber no sabido, como dice Lacan, un síntoma. Es decir, algo que surgió de la imaginación de alguien tras una experiencia de recepción y conjunción con la potencia cósmica del intelecto. Uso el término "síntoma" para desidealizar un poco ese encuentro y esa recepción; a veces, da la impresión de que estamos hablando de puras experiencias de éxtasis, pero no es así. Todos los sueños son el cumplimiento de un deseo, pero no todos los deseos son placenteros ni felices. Según los neuróticos freudianos, para ser felices debemos dejar un poco aparte eso que más deseamos, porque tenemos miedo de perderlo y que deje de existir. Este concepto se ilustra de manera paradigmática en el ejemplo de Freud, elevado a caso paradigmático por Lacan, llamado "La bella carnicera”.
Imaginar, para Averroes según Rodrigo, es recuperar el derecho de uso del intelecto en su potencia creadora de nuevas cosas. Se manifiesta en el erotismo implícito de recorrer sin miedo un espacio vacío que no es propiedad de nadie, para colocar algo que solo surge en ese encuentro y que tampoco pertenecerá a nadie. Es como en el amor, dando lo que no se tiene a quien no es. Quedando en suspenso la noción de propiedad y de ser. ¿Sería esto la felicidad?
------------------------
Vivian Abenshushan, en su libro "Escritos para desocupados", cuenta la experiencia del compositor John Zorn, creador de "Cobra" en 1986, una obra musical compuesta de copy-paste de sonidos urbanos y de la cultura pop. Zorn, decepcionado por el rumbo de la industria musical, expresó en una entrevista: “Lo que he estado observando es jodidamente deprimente. Veo enormes corporaciones actuando como traficantes de esclavos, como si esto fuera el regreso de los faraones. Veo la destrucción de lo que tú y yo amamos, las tiendas pequeñas de mamá y papá —gente que ama la música y esa es la razón por la que poseen esas tiendas. Veo que todo eso ha sido reemplazado por Tower, hmv, todas esas grandes superficies. Y luego veo corporaciones gigantes que se juntan y se hacen aún más poderosas, como eso que ha pasado con Polygram y Universal. ¿Qué tendremos en otros cien años? Tendremos un mundo dirigido por una corporación. Todos los artistas firmarán por ese único sello y todo el que no lo haga será perseguido. Tendremos una inquisición, bueno, casi la tenemos ya ahora". Tenía razón.
Quizás, para ser feliz, haya que convertirse en un plagiario anarquista, como menciona Vivian Abenshushan. Un poco como lo hizo John Zorn o como era Quevedo (cuyo poema "El pincel" no es más que una traducción sin atribución de "Le pinceau" de Belleau); o Lautréamont ("El plagio es necesario. El progreso lo requiere. El plagio abraza la frase de un autor, utiliza sus expresiones, borra una falsa idea y la sustituye por otra correcta"); los experimentos dadaístas; los readymade; Guy Debord y todos los détournements (o desvíos) situacionistas; los juegos combinatorios del oulipo; Georges Perec; William Burroughs; Luther Blisset; Wu Ming, etc.
Defender el derecho al uso, la libertad de tomar prestadas y transformar las ideas haciéndolas propias en algún lugar difuso. Defender la piratería, defender el plagio necesario. Defenderse de que todo tenga un dueño. Defender las reescrituras, las apropiaciones, las intertextualidades, la desapropiación. Defender a Alicia, que hasta el 2003, la nota de copyright en el país de las maravillas, decía: "Este libro no puede ser leído en voz alta". Defenderse de la absurda voracidad del capital. Que nadie sea dueño de nada.
3. La comedia
Por último, Rodrigo plantea en este libro que Averroes es un monstruo para Occidente, no solo por ser musulmán, ya que era considerado un monstruo incluso en tiempos en que los musulmanes no encarnaban el miedo al otro, sino también porque, entre otras cosas, "habría puesto en entredicho el devenir cristiano de la 'tragedia', si acaso ésta se cristaliza bajo la nueva forma del pecado original como una nueva sutura sobre la cual se erigirá al hombre como sujeto" (cf. Agamben, 2010). El cristianismo actualiza la tragedia y prescinde así de los usos de la máscara propuestos por el averroísmo, para reafirmar única y exclusivamente la sustancia personal.
Escribí hace algunos días un texto que publiqué en Barbarie, el cual concluye hablando de lo que Recalcati propone como la función tercera del padre en tiempos de su evaporación. Recalcati (desde Lacan) rescata la dimensión ética del testimonio, un testimonio que da cuenta de cómo mantener unido el deseo a la ley y sostener la alianza entre ambos. El padre encarnaría la división ética que implica que no todo es devorable. Digo: “El padre no habla, ni pedagogiza con ella; la transmite cuando se lo ve desfallecer, cuando sufre, cuando lo que hace no alcanza". Ese no es el padre del autoritarismo. Es la ética de quien se sabe vulnerable.
Sin embargo, con este libro de Rodrigo se abrió para mí una nueva forma de pensar sobre este testimonio y la función del padre, y por ende, la intervención clínica y la interpretación en psicoanálisis. Pensé que ese anudamiento entre deseo y ley no tiene por qué ser trágico ni doloroso, que el desfallecimiento puede ser cómico. No se trata solo de usar el humor en la consulta; eso ya lo hacemos, y la maestra en ello era Silvia Bleichmar. También hay viñetas divertidas de Lacan, de Freud y, en mi propio caso, debo decir que un porcentaje muy importante de las carcajadas del día son con mis pacientes, incluso cuando estamos hablando de algo no tan alegre. El anudamiento entre el deseo y la ley debe ser cómico, porque no poder con todo no es una tragedia, ya que la torpeza del padre puede habilitar la ternura del hije. Y la ética tiene que ser tierna y, por ello, cómica, aunque el cristianismo no quiera.
-
-
Este texto fue corregido en ortografía, puntuación y estilo por chat GTP: El intelecto.