El reencuentro con el paraíso
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El reencuentro con el paraíso

Atrás quedaron los abrazos a los árboles, el hidrógeno verde y la lucha contra el calentamiento global. Ahora todo es guerra, el berrinche de la civilización no tan civilizada demoliendo hasta sus cimientos a las mismas ciudades por las que hasta hace poco nos desvelábamos para intentar rediseñar de manera amistosa con la naturaleza.


¿Será que la huella de carbono no aplica para las bombas?


La sostenibilidad aún no está lo suficientemente arraigada como para modificar estos berrinches de nuestra sociedad. Cuando viene la ansiedad ideológica, hacemos la pataleta a la antigua, y nos damos permiso para quemarlo todo. Si, no solo en Europa Central y el Medio Oriente, también en el metro de Santiago. Y si vamos a la pandemia, también sucedió con las billones de mascarillas que nos salvaron la vida pero que terminaron en el mar atragantando a las tortugas marinas.


Sin un dios que nos guíe, la humanidad parece estar huérfana, avanzando en un zigzag a ciegas. Estamos sedientos de encontrar nuevos caminos, pero nos inundan las ideologías recicladas baratas, cuando lo que necesitamos es una verdadera utopía, de esas que nos sirvieron para levantar imperios. Y hay una que emerge cada vez con más claridad: volver la mirada a la casa de todos, el planeta tierra. Los antiguos, los más antiguos de todos, por allá por la prehistoria, ya lo habían visto. Es el respeto a las fuerzas del universo y la naturaleza lo que podrá darnos la calma y la sabiduría para poder volver al paraíso.


Que ironía ver que en los últimos milenios de civilización, hemos creado las más increíbles tecnologías, y al mismo tiempo hemos dejado una estela de destrucción sobre aquellos dioses que más respetaban nuestros antepasados: los glaciares, los ríos, los bosques, el viento y el mar. Solo se salvan las estrellas.


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Barbarie es un espacio para el pensamiento crítico que acoge diversas y divergentes posturas. Las opiniones vertidas son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, los puntos de vista de esta publicación.


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