Escenas – Grafías sobre el libro Vamos_No, de la fotógrafa Zaida González
- Rita Ferrer

- 30 jul
- 11 Min. de lectura
Actualizado: 1 sept

Vamos _No es un libro radical porque su propuesta proyecta una arquitectura que se erige desde cimientos donde se entreveran sus raíces: se trata de un artefacto amoroso y a la vez doliente, que a través de sus siete estaciones, por mor de sus imágenes y textos, nos conduce por el camino sinuoso que la artista desea aventurarnos con la convicción de reconocer a este libro, su obra principal: las fotografías y testimonios de episodios de su infancia, paseos familiares fallidos, su adolescencia herida, periodos malditos y sobrevivencias marcan el compás de un tiempo redentor, identificable en su devenir artístico preñado de imágenes residuales cristianas y pastiche pagano local. Un artefacto poético y rebelde, phármacon: remedio, droga, veneno y tintura que ayuda a esquivar los dolores que provocan las calamidades y evita la merma de la memoria veleidosa y traicionera. Phármacon que obra como intento de reparación de memorias de infancia, pérdidas irreparables, duelos, debacles, hallazgos identitarios y consolidaciones genuinas, que Zaida González ancla indiscernible a su quehacer fotográfico (y a su palabra), en un mito de origen, que se asoma desde el fondo de los tiempos, antes siquiera de la emergencia de la Fotografía en 1839, cuando se patentó en Francia en disputa de su invención en el contexto de la Revolución Industrial. Paris, para Zaida según recuerda, fue una pésima experiencia en el metro de Paris que desata su compasión y remordimiento con un pequeño ser insignificante, como uno de los ratoncitos que ilustran algunas páginas del libro que presentamos hoy.
Vamos _No porta consigo un mito matriz que anima a la Fotografía; mito madre que gracias a Plinio el Viejo todavía hoy resuena en nosotros.
Se trata del relato que hace Plinio del alfarero de Sición, quien fue según él, el primero que modeló retratos de arcilla en Corinto, a causa de una hija suya que estaba enamorada de un joven, que en la víspera de su viaje al extranjero, ella, para recodarlo, es decir volver a pasarlo por su corazón, trazó con el carboncillo de la fogata, una línea alrededor de la sombra de la figura de su amado, proyectada en una pared de la caverna donde compartían; y a partir de esa línea, su padre modeló en greda su rostro, que puso al fuego para que se endureciera; para que perdurara. (Ese retrato se conservó en el Ninfeo, hasta que Numio saqueó Corinto).
Vamos_No además de ser un libro radical, es un artefacto rotundo, quiero decir redondo, que la autora reconoce, como mencioné, el más logrado de su producción, que desde la portada anticipa las claves de un relato que protagonizan personajes y escenas por-venir: una fotografía recortada en un óvalo que -intensifica en su profundidad de campo- un calendario popular con la imagen de Juan Gabriel, congela el tiempo en junio de 2018. Delante de él, se escorza una naturaleza muerta representada en un frutero de tomates y plátanos al lado de un gato, inserto en un contexto doméstico de clase media chilena reconocible.
Escorzo del verbo italiano “scorciare”: representar las cosas acortándolas según las reglas de la perspectiva. Esta imagen ovalada remite al huevo y la data: el calendario marca un tiempo para la artista inolvidable. El óvalo se acomoda sobrepuesto en una blonda o réplica de plástico que emula ser un tapete tejido a crochet, en cuyo vacío en el centro superior tiene manuscrito: Vamos? No! Y en su extremo inferior, el nombre de la autora coronado por el dibujo de una mariposa, que parece advertirnos en su reflejo, lo transitorio, fugaz…propio de lo efímero de las mariposas y polillas nocturnas, de todos los aquí presentes y por extensión de todos los entes que participamos de la envoltura viva de nuestro mundo: biosfera: paradigma constante en este libro.
Pasando el umbral de la portada, descubrimos que el gato protagónico es su amado Juan Loko, a quién Zaida, dedica una de las estaciones que articula y marca el clímax narrativo de Vamos_No. Zaida, además honra la existencia de Juan Loko, ofrendándole su identidad patronímica a la editorial independiente que publica este libro, consignada en el colofón: “Editorial independiente Juan Loko de mi amor”. Mientras que la imagen que recubre de cabo a rabo el interior de la portada, fuelle interno e interior de la contraportada, corresponde a su pelaje, como si fuese la película fotográfica que sirve de soporte a la capa sensible que se va a impresionar. Como si el yo piel Juan Loko (Didier Anzieu) quisiera proteger y envolver al libro -como si fuese un organismo indiscernible de Zaida y de su obra-, de las agresiones del mundo exterior o como el sueño que envuelve al psiquismo de la durmiente y la protege de los deseos insatisfechos de la víspera, fusionados con los deseos insatisfechos de su infancia: “Un domingo y en el sueño viajo hacia ti”, escribe Zaida cuando su madre ya no está.
Juan Loko, sí loco. Zaida González asume que existe “una especie de vínculo (de nudo) entre la Fotografía y la Locura: algo cuyo nombre dice Ronald Barthes desconocía. “Empecé llamándolo sufrimiento de amor” develó en la Cámara lúcida. (Barthes, 1882, p.195).
Vamos-No, libro radical, porque nos remite en primera instancia a imágenes desbrochadas del archivo familiar y de la artista, junto a escritos recientes de su autoría, puestos en transe a partir de la muerte de su madre Ida Ríos Rojas en 2018 y el consecuente duelo que ha padecido Zaida, desde entonces.
Infinito dolor por la muerte de su madre. Sentimientos encontrados de tristeza y culpa. “Recuerdo a la dra. explicando tu estado, pero lo único que deseaba es que descansaras ya de esa pena tan grande que te agobiaba hace años” … “me duele ver y recordar estas fotos mamá, me aceptaste tan complicada y yo a ti. Te amo mucho y sé que estás conmigo, más serenas las dos. Te sueño contenta, joven y abuela”, escribe Zaida.
Sabemos, gracias al psicoanálisis, que entre las relaciones imaginarias y simbólicas existe la distancia que separa la culpa de la angustia. Quizás por eso, en la página siguiente, sin más, la artista, se redime: “Encontré este video y me di cuenta de que en realidad ese último domingo no fue tan triste como recordaba. Gracias”.
La madre: arquetipo y figura: no pare con dolor, sino que pare dolor, tal como reflexiona Julia Kristeva: “y el dolor está allí desde entonces y para siempre”. Mamá: anamnesis; diálogo del alma consigo misma; evocación de un conocimiento innato que se adquiere antes de nacer. Como el mito del alfarero Butades, mito de origen de la Fotografía, antes que ella, la Fotografía misma, existiese; y de las artes, en sentido extendido. Radical, una vez más, porque sus raíces se anclan en el amor a la madre, al amor en sentido amplio, en todas las declinaciones; asimismo a la muerte, y los sucesivos duelos que experimenta la artista: el de Cielo -el primer protagonista felino explícito en el relato que “un domingo y en sueño viajó hacia ti” o la muerte de Juan Loko quien la impele a reconocer, “ la muerte de Juan Loko me hizo ver que estaba haciendo las cosas mal”… que la artista manifiesta una y otra vez mientras avanzamos a través de las páginas, como un duelo en perpetuo movimiento: “El duelo nunca cesa. Sólo muta” escribe Zaida.
Porque querámoslo o no, vivimos todavía insertas en una civilización en que la representación religiosa o laica, de la feminidad se reabsorbe en la maternidad y esa maternidad, mirada de cerca, que nos une a ella, es el fantasma que nutre al adulto hombre o mujer, con la idea de “un continente perdido, que es menos que una madre arcaica idealizada que una idealización de la relación que nos une a ella imposible de localizar”. Idealización que el psicoanálisis que nace coetáneo a la Fotografía identifica como narcisismo primario.
Zaida González en Vamos_No se presenta como alguien quien asume el carácter profesional de la artista fotógrafa contemporánea, desde una posición que coincide en toda su rotundez al noema de la Fotografía. Noema, palabra que viene del griego νόημα, que significa «lo pensado» o «lo pensado acerca de», y que Roland Barthes aplica a la Fotografía (análoga), para la reflexión de lo fotográfico, cuya condensación pueda ser entendida como “esto ha sido”. O, con la convicción radical que tiene Walter Benjamin de que la historia debe ser concebida visualmente porque sólo puede figurarse con y como imagen. Asunto que la visualidad digital y la inteligencia artificial hoy ya no nos puede garantizar en lo que atañe a lo histórico de lo que alguna vez quiso ser su ADN.
Noema de lo fotográfico, clic, guillotina del Tiempo irrecuperable, sin embargo, paradójicamente tiene el don de repetirse infinitamente, dado que porta su referente consigo. Aquí, en Vamos_No con la connivencia de una escritura autobiográfica, a veces manuscrita con diversos tintes de diferentes momentos, otras, grabadas en el papel con una tipografía que nos transporta al sonido del golpe de la máquina de escribir, marcadas ambas por la misma inmovilidad amorosa y fúnebre.
A medida que avanzamos por las páginas de Vamos-No nos percatamos que se trata de una sucesión de imágenes y escrituras regidas por una economía anacrónica de tiempos heterogéneos, que vienen de lugares separados y tiempos desunidos por lagunas; pero que sin embargo se tocan, se empujan, conviven y también entran en conflicto; a veces de manera contradictoria, como acontecen los hechos en la vida misma y como se insinúan, también en sueños: Fotografías extraídas del álbum familiar, recuerdos del diario de vida de la autora; dibujos, ilustraciones y viñetas de Violeta Cereceda Orrego, artífice del diseño; o bien fotografías registradas por celular o con el aparato digital de su padre y hermano, de sus amigos o colegas, o autorretratos de la autora detrás de su máscara de gata, registrados en 35mm. en blanco y negro, coloreados a mano, escenificados por la artista; junto a textos escritos en primera persona, anotados en tiempos diversos, que señalan una correspondencia propia de la Fotografía (en mayúscula) que condensan, gracias a la edición, nuestra era en la cual lo privado irrumpe en lo público… y lo “humano” se entrevera con otras especies vegetales, gatos y perros, animales y hasta peluches infantiles, que integran su familia.
Zaida activa imágenes que son otra cosa que simples cortes practicados en el mundo de los aspectos visibles, ellas son junto a las palabras que las acompañan en este recorrido: huellas, rastros, trazas del tiempo que cada una quiso tocar, pero también de otros tiempos suplementarios -anacrónicos y heterogéneos entre ellos, que pueden como arte de la memoria, aglutinar. Al respecto Didi -Huberman señala que las imágenes son ceniza mezclada de varios braseros, más o menos caliente. Entonces “la imagen arde… por el incendio que casi la pulveriza del que ha escapado y cuyo archivo y posible imaginación, por consiguiente, sea capaz de ofrecer hoy”.
En Vamos_No la fotografía doméstica, amateur, cohabita con imágenes producidas después de sofisticados procesos, codo a codo con su escritura que remite al diario de vida, y algunas letras de canciones populares significativas para la artista, que desplaza, desde el hogar materno a la intemperie del espacio público, creando de este modo un renovado valor social.
No olvidamos que el comportamiento es simbólico cuando uno de sus segmentos desplazados toma un valor social. Es decir, sirve como punto de partida de referencia del comportamiento colectivo. Es por esto que apreciamos a la artista distribuir imágenes y palabras en el devenir del libro, que progresivamente van conduciendo a nuestra percepción y sentimentalidad a los fondos de los tiempos legendarios del episodio de Butades, el alfarero de Sición, a pesar del abismo temporal que los separa de nuestro presente, que alude en sus declinaciones a la actividad artística en la cultura occidental: hábil con las manos, de vista aguda, hábil dibujante… y en su deriva remite a las nueve musas que conceden inspiración a poetas, músicos y artistas. Ellas eran hijas de Zeus y Mnemosyne, la diosa griega de la memoria.
Y junto a ello, desde otras consideraciones, paradójicamente nos recuerda que el comportamiento puede llamarse imaginario cuando su dirección a una imagen y su valor como imagen para otra persona, lo hacen desplazable por fuera del ciclo en el cual se satisface una necesidad biológica. Vamos_No se presenta como un artefacto significante que articula y activa una bisagra que conecta lo biológico y a su ciclo vital, al archivo y al estudio de las imágenes (Carlo Severi); por ejemplo, nos permite hoy traer a colación aportaciones teóricas del Atlas Mnemosyne de Aby Warbug o reflexiones de Walter Benjamin, acerca del tiempo de las imágenes pensado como un juego complejo del deseo y de la supervivencia.
PD. Recién escribiendo esto por enésima vez me pegué la cachá de que había ocurrido una tragedia e hice como si nada, wna egocéntrica, olvida mi supuesto anterior. “Eres lo que recuerdas”. Leí por ahí, escribe Zaida González Ríos.
En ese proceso, en el cual las palabras y las imágenes generan un corta circuito, propone, quizás, fuera posible hacernos con algo, un latido al menos, de aquello que ocurrió…lo que hallaríamos detrás de los fragmentos del pasado, en ese choque entre palabra e imagen, serían restos a su vez de las formas de pensar y sentir, la electricidad del pensamiento que invisible sigue impregnando imágenes del pasado en el presente…como si las imágenes, las palabras y las formas retuviesen en su interior un atisbo de la mirada del pasado (Alberto Santamaría).
Al unísono, las consideraciones técnicas y de producción en el tratamiento de las imágenes y las palabras, activan sus posibilidades retóricas y expresivas, cuales son la estructura, el signo y el juego. Lo que nos dice es que las formas, las imágenes y las palabras poseen un impulso interno y memorístico que nos habla: En este libro de artista, Zaida González, desplaza y (re)significa los elementos que intervienen y se entrelazan en este artefacto poético, en una trama y formas de producción que nos emplazan a un presente que permite al pasado manifestarse. Por ejemplo, me refiero a cómo imágenes como la fotografía de la portada, re-creada en la página 20, muestra un calendario cuya data marca al mes de octubre de 2018 y a su vez, anticipa la escritura de la página 23 escrita en el verano de 2023:
-La última vez que compartimos.-
Domingo 21 de octubre del 2018…
No me puse en tu lugar mamá, siempre pensando, aunque sabía que no, de que íbamos al mismo ritmo.
…no alcancé a despedirme ese domingo con más ternura. No saco nada con culparme pero me hago daño. Mi cabeza no para.
La artista no cesa de urgir su duelo al movimiento mientras desvía el paso por los vericuetos que se escabullen de las líneas rectas, a medida que avanzamos por las páginas del libro. En el trayecto, la autora recompone su lugar de procedencia y origen poblado por personas, perros, gatos, flores y cardenales, peluches, mariposas, pececitos, ratas y ratoncitos dibujados que desplazan a la familia y al hogar a un lugar ficcional, mientras paso a paso, página a página va presentado a los integrantes de su familia biológica e imaginaria.
Su hermanito, la gata Cielo, a la que Zaida menciona a su madre muerta en el verano 2023: “La Cielo está con mis hermanos y cada vez se parece más a ti”…Juan Loko, quien como hemos sugerido, encarna el sufrimiento de amor al vínculo, que establece en La cámara Lúcida, Ronald Barthes entre Locura y Fotografía, libro fundante que saluda al sello y logotipo editorial de la presente publicación: “edición independiente Juan Loko de mi amor, y cuyo pelaje, circunda de cabo a rabo el reverso de la portada y contraportada, “el yo-piel” que articula la narrativa de este libro de artista y de su autora, que preludia la presencia de sus autorretratos con máscara de gata, o sin ella, y alternativas de construcciones de un “yo” descentrado en una “otra” gata y autora.
Recurro al poema “Silogismo” de Gladys González, que leo ahora en diferido desde su lugar dispuesto en un primer momento como epígrafe:
Buen oficio
Para una gata
El de prostituta barata
Buen oficio
Para una dama
El de gata
Zaida González no da repuesta a su obra desde su “yo” sino que, desde el amor que brota, al comprender la estructura del rostro de los “otros”; y de ahí, quizás la recurrencia en sus autorretratos, a la máscara felina que la redime.
Para finalizar vuelvo al comienzo, al título, “Escenas-grafías”, hallazgo inolvidable en el libro indispensable de Patricio Marchant: “Sobre árboles y madres”. En él Marchant opuso el “yo autobiográfico” que relata como su valor máximo, la “diferencia” a las escenas-grafías que desarrolla al final de su gran libro.
Las escenas-grafías que reflexionó en su momento Patricio Marchant me vinieron a la mente al encontrarme con Vamos_No, y entenderlo como un artefacto que promueve desterritorializaciones que permiten al cuerpo manifestarse como un organismo animal indiscerniblemente humano: esto lo faculta a inspirar ficciones, escenas particulares que pueden profetizar escenas por-venir y junto a ello, oponernos al pseudo-concepto de generaciones, con el propósito de entender las escenas no como destino sino como “voluntad subjetiva” de un nombre propio. Aquí en este libro: el nombre de Zaida González Ríos.



















































