Giulia Caminito: “Hay mucha demanda de lo testimonial”
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Giulia Caminito: “Hay mucha demanda de lo testimonial”


Crédito: Noelia Obés

Giulia Caminito (Roma, 1985) autora de El agua del lago nunca es dulce (Sexto piso), libro por el cual recibió el Premio Campiello y resultó finalista del Strega 2021, llegó a la Argentina para participar de la Feria del Libro.


Caminito es licenciada en Filosofía Política y publicó otras dos novelas que no han sido traducidas al español aún: La Grande A (Premios Bagutta, Brancati y Berto) y Un giorno verrà (Premio Fiesole). Sus libros suelen abordar el pasaje de la juventud a la adultez, son textos que exploran el camino de la iniciación al mundo adulto.


En El agua del lago nunca es dulce la protagonista es Gaia. Una chica que vive en una zona marginal de Roma sin poder acceder a las bondades de la gran urbe: las atracciones culturales, los monumentos históricos, las calles y avenidas coquetas y bonitas. Su madre es una mujer trabajadora y honesta que vela por sus hijos y su marido que vive con una incapacidad severa. Para la madre de Gaia, la vida tiene un potencial esperanzador; Gaia, en cambio, siente que el mundo en el que vive no la abraza. Una mudanza traerá nuevos aires, aunque, ¿es posible escapar del lugar de donde venimos, de nuestro origen?


Con esta tenés tres novelas publicadas, pero, si no me equivoco, esta es la primera traducida al español. ¿A qué se debe?

Esta novela tuvo muy buena recepción del público en Italia y ganó el Premio Campiello, llegando como finalista en el Premio Strega y esto probablemente ayudó a atraer el interés también en el extranjero. Por otro lado, mis dos primeras novelas son históricas, mientras que la tercera está ambientada en la época contemporánea, también creo que este factor ha facilitado la difusión. De hecho, el libro ha sido apoyado en Italia y también en otros países por las generaciones más jóvenes.


Leí en alguna entrevista que en Estados Unidos no quisieron publicar tu novela por considerarla una crítica al sueño americano. ¿Cómo fue eso?

Esta fue la respuesta que nos dieron al principio cuando buscábamos editorial en Estados Unidos, por suerte el libro fue adquirido recientemente por la editorial Spiegel&Grau que aceptó el reto de contar la historia de Gaia también en USA.

¿Cuánto hay de verídico en “El agua del lago nunca es dulce”?

Hay una mezcla de hechos reales, especialmente relacionados con la vida de Antonia, la madre en la novela, e invención, como en el caso de los actos de violencia cometidos por Gaia. El entorno del lago es real, de hecho crecí en el lago de Bracciano, donde hasta hace poco también vivía toda mi familia. Usé recuerdos personales, entrevistas, investigaciones e imaginación para construir la historia y contarla.

Hablemos del título del libro. El lago es el lago de la casa adonde Gaia se muda con su familia, después de vivir en unos pocos metros cuadrados y en la asfixiante y poco accesible Roma. Podríamos pensar que lo que llega es algo mejor, algo que supera el tiempo pasado. Y, sin embargo, ya ese “nunca es dulce” nos damos cuenta de que el libro será un libro donde la desdicha y la decepción serán algo esperable. ¿Así lo pensaste? ¿Es literal la traducción del título?

En el caso de la versión en español, la traducción del título es literal, quise jugar con la definición de "agua dulce" en italiano, es decir, aquella agua natural que no es marina, en referencia a lagos, ríos y cascadas. Sin embargo, mientras que el agua del mar tiene un sabor salino muy marcado, el agua dulce del lago no lo es tanto, no podemos beberla y considerarla realmente dulce. El título hace referencia precisamente a la amargura de la condición de Gaia, a la posibilidad de desmentir muchos mitos, como el de que uno se realiza y vive mejor fuera de las grandes ciudades o que estudiar hoy en día lleve a alcanzar nuestros objetivos personales y mejorar la vida.


Me resulta curioso y poético al mismo tiempo el primer capítulo. Cada párrafo es una única oración; el único signo de puntuación es la coma, con la excepción del punto y aparte, por supuesto. Eso le da una cadencia muy especial a la lectura. Por otro lado, el comienzo está narrado al modo de una película de suspenso, algo que después va cediendo. ¿Cómo fue la construcción de esa primera parte? ¿Fue lo primero que escribiste o llegó después?

Fue una de las primeras cosas que escribí, a partir de un relato oral, el testimonio de una mujer que conozco que tuvo que enfrentarse a la administración municipal romana en busca de respuestas para su familia y para la asignación de una vivienda social. Pensé en ella que entra en la escena de la novela y se presenta con todo su coraje y audacia y luego, como contrapunto, la hija que la está narrando y que en realidad tiene muy mala opinión de esa escena, la juzga. Me pareció una manera interesante de abrir la novela y de introducir el personaje de Gaia, el contraste madre-hija y muchos temas de la narración. ¿Sos metódica al escribir? ¿Primero viene el plan y luego llegan las palabras o va todo surgiendo al mismo tiempo?

Soy bastante metódica, necesito absolutamente tener un plan de escritura, una serie de materiales antes de poder escribir, como una idea de la trama y de cada uno de los capítulos, varias consideraciones sobre los personajes, listas de libros para consultar, una cronología para ayudarme a moverme en el mundo fuera de la novela.


Hay una frase que me gustó mucho y con la que arrancás el capítulo 3: “Para crecer hay que esforzarse, lo de ser chiquillos no dura mucho (…) en determinado momento te llega tu turno de estar en el mundo, y este es el mío”. ¿Es tu novela una novela de iniciación, de educación sentimental en el sentido de lo que implica madurar, hacerse adulto?

Sí, creo que se puede leer sobre todo como una novela de iniciación. En muchas culturas, convertirse en adulto en el pasado significaba poder realizar pruebas de fuerza o actos de violencia, con la gran diferencia de que en la novela es una mujer joven la que se inicia.


El último capítulo está narrado en segunda persona. ¿Por qué esa decisión?

Porque para mí es un capítulo extra, en el que yo me dirijo a Gaia y la lleva al lago, recorriendo juntas los hechos de la novela y saludándola con ese salto al agua.


Hacia el final aclarás que tu libro no es ni autobiografía ni autoficción. ¿Por qué te pareció necesario hacer esa aclaración? ¿Y qué opinás sobre el giro autobiográfico en la literatura?

Creo que es una tendencia muy marcada sobre todo en la literatura italiana actual, hay mucha demanda de lo testimonial y hay quienes piensan que la literatura tiene precisamente esa tarea de testimoniar, de contar en primera persona lo que el autor o la autora ha visto o experimentado. Pero para mí el yo narrativo, en cambio, tiene que seguir siendo también ficción, la primera persona que aparece en mi novela no la escogí porque quisiera contarme a mí misma, sino porque quería que mi protagonista se contara a sí misma y yo quería elegir una voz específica para ella. Mi nota de autor para mí es una suerte de pequeño manifiesto.


¿Qué estás leyendo en este momento?

Ahora estoy leyendo la novela de una autora mexicana que se llama Cristina Rivera Garza, "El invencible verano de Liliana" y habla de la investigación que hizo la autora para reconstruir cómo fue asesinada su hermana Liliana, víctima de un femicidio cuando tenía apenas veinte años, por parte un exnovio.



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