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Joaquín Rebolledo Aladro nació en Curicó en 1990 en una familia de imprenteros. Estudió en Santiago periodismo y publicidad. No ejerció y volvió a vivir a su pueblo. Allá escribe poesía y cuentos. Actualmente prepara su primer libro.




Jan, el técnico


es un belga que viaja por todo el mundo

enviado por una empresa llamada XEIKON

(nombre de empresa con ansias de dominación mundial)

para ensamblar y poner a punto

la impresora digital de cuatro colores

en rollo adhesivo modelo: XEIKON 3050

conoce la máquina de memoria: sus circuitos sus engranajes

sus cilindros perfectos lisos y electrificados

todos sus 2.746 pernos

trae sus propias herramientas

y una botella de agua

atornilla dos cosas a la vez

sin nunca abrir el manual de instrucciones

una máquina que sólo su limpieza semanal toma 6 horas

arma dos máquina por mes

trabaja solo

sin ayudante

no habla español

ni lo intenta

responde con movimientos de cabeza

o se encoge de hombros

se lleva dos dedos a los labios para avisar que saldrá a fumar

hoy está en Curicó mañana en Persia

en otro país, en otro tiempo

la máquina siempre es la misma

el lugar donde la instala siempre cambia

una tarde mientras caminaba por Curicó me lo topé en la terraza de un bar

tomaba una cerveza llevaba un sombrero y una incipiente barba canosa

sonreía



poema a la señora en silla de ruedas que se tiró a la línea del metro mientras esperaba en el andén


el cuerpo es una casa deshabitada

que intercepta la trayectoria del mundo

morir como se vive

un obstáculo al destino

devorado por el silencio


la paradoja de la fuerza

imparable y el objeto inamovible

avance de vagones

enfrentado a un deseo

de reposo


hay una guerrilla interior

ruido y furia en una jaula

una promesa de sosiego

abandonarse a la corriente

desaparecer bajo el peso

de la multitud

hazte ver

una última vez


los parlantes repiten

la palabra sigma

la gente busca

una solución

no le incumben las razones

no serás noticia esto

es más común de lo que parece

pero tal vez

y esto no es un consuelo

te conviertas

en un punto

de fuga

para todos

los que te vimos

desaparecer



la moral de los cóndores


un cóndor planea

y proyecta su sombra

sobre mi ruta

carroñero implacable

omnipresente y distante


un cóndor planea

mientras busco camino

espera paciente

una palabra errada

para devorar mi cadáver

alimentarse de mis dudas


yo mismo soy el cadáver

de un cóndor que se alimenta

de gestos ajenos

majestuoso a la distancia

repugnante en la proximidad



goteras


toda inundación

comienza con una gota

infiltrada que reordena

toda tu casa hay que mover

la cama correr la mesa

correr con las toallas

y el diario guardado

bajo el sillón

los vasos y las ollas

se vuelven estanques

todo puede convertirse

en un trapo los maceteros

regados por el suelo todo está

empapado

los libros florecidos

y las palabras que se pegan

a palabras más grandes


ahora duermo con un ojo

abierto parché el techo

y las goteras solo

cambiaron de ubicación

incluso se reprodujeron

la luz solo se mueve

en línea recta y la lluvia

siempre encuentra

la fisura antes que uno


la lluvia expone

todas las grietas

que intento olvidar

en vano se aguantan las lágrimas

el agua siempre debe fluir


toda inundación

comienza con una gota

hay que estrujar la toalla

hay que estrujarse

a sí mismo hay que tirar la toalla

el sonido de una gotera

es similar al de un reloj

y su cuenta

siempre es

hacia atrás

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