Comercio espiritual
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Comercio espiritual

Para los griegos pensantes era absurdo ganar plata. Vender o cambiar era fundamental, pero establecer ganancia absurdo. ¿Pero qué sería del mundo, incluso de la filosofía, sin ganancia? Las ideas filosóficas se expandían por el Mediterráneo gracias a las migraciones comerciales. El mármol de los templos, la comida, las artesanías, los aceites, y los mecanismos para transportarlos, todos agentes movilizantes. Una sociedad de mera subsistencia no se inclina al pensamiento filosófico como tal. El egipcio primero es hambriento y luego geómetra. La metafísica surge siempre de un superávit estomacal.

El mapuche, como el griego, históricamente no gana plata, aunque sus propiedades sobrepasen el horizonte de su visión. Esto me llamó la atención en mi niñez al conocer someramente su economía. La extravagancia de un período precapitalista. Si no se introduce la pasión por la ganancia, un pueblo podría seguir igual en cien años. Nada cambiaría, ni una sola idea nueva. De hecho, en las sociedades tradicionales lo novedoso es sacrilegio. El mapuche es el conservador perfecto.

Pero es interesante cuando el conjuro del dinero y por ende del dinamismo mental, entra a los lugares sagrados. Un paisaje quieto, imponente, se repleta de gentes y de ideas (ideas para seducir económicamente a esa gente).

Lago Pellaifa. La guía turística de Coñaripe lo recomienda como un lugar calmo y libre del ajetreo de los otros lagos, llama la atención que en un tremendo abanico de posibilidades lujosas y caras, ofrezca esta, la más rústica. Al llegar veo no menos de quinientos autos buscando estacionamiento. Los dueños del sector han acondicionado grandes extensiones de tierras para tal efecto. Previo pago. Los mapuches, los que vieron que la tierra es sagrada, pero también una experiencia arrendable, se han saltado la industrialización y han pasado desde una economía de subsistencia a una de servicio en tiempo récord.

Hay que entender algo, el mapuche no ve a la tierra como propiedad, a la manera moderna, sino como un todo al cual él también pertenece. Es absurdo hablar de la propiedad de las propias células, lo mismo con los ríos, los bosques, las montañas. Esto en teoría. El todo si no se puede vender, al menos se deja arrendar por partes.

A los alrededores del lago aún hay terrenos en recuperación, como reza una bandera negra en medio de estos. Pero la orilla del lago es casi en su totalidad mapuche. Ahí surge el dinamismo mental que no se exigieron los mapuches que conocí en mi niñez. Conexión con la guía turística de la localidad cercana, estacionamiento, comercio (que excluye al comerciante foráneo y de paso descubre el monopolio) arriendo de botes y kayak ofreciendo visitas a fiordos y cascadas. Este panorama imaginativo es similar en los cerros de Licanray y en cualquier terma de propiedad indígena. Ideas a raudales. Gastronomía, cabalgatas, tour, arriendos, artesanías, etc. El Lago Pellaifa está lleno de ideas desde que se instauró el comercio. Los espíritus están excentos de ideas. No deben progresar. El carácter del Pillán debe ser inmutable, como el de Apolo.


Alguna vez alguien no se contentó sólo con contemplar el bosque y creyó que había que cruzarlo con una cuerda. De inmediato surgió un traje, un casco, una estrategia, una literatura y un comercio afín a esa idea, inventando el Canopy, luego escalaron cascadas, bajaron por ríos. Cuando bajé en rafting por el río Trancura, sentí una adrenalina única, pero cuando el río daba un respiro y se calmaba, de pronto pensé "que estúpido lo que estoy haciendo". Un mapuche no lo hubiese hecho ni en mil años. Sin embargo, vi como la dueña mapuche del terreno donde desembarcábamos, cobró un peaje al guía de la expedición (acordado desde antes) por ceder un camino de su propiedad para llegar al río. Es ridículo bajar el río en una balsa inflable, pero si muchos lo hacen, hay que pensar ideas que potencien las ganancias de esa misma ridiculez.


Aristóteles desprecia la ganancia. Voltaire ya no, este asocia el comercio a la libertad y grandeza de Inglaterra, de ahí que el comerciante inglés se sienta orgulloso "y hace que se atreva a compararse, no sin cierta razón, a un ciudadano romano."

Los mapuches antiguos eran griegos, los de hoy romanos. Tienen más posibilidades de vencer. No sé a qué, pero sí, de vencer.

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