Irma Vep: hule, seda, y terciopelo negro
Cuando las películas se acaban adquieren personalidad propia.
Esa es su magia oscura. Las invocas, te despiertan y luego te abandonan.
En el limbo (Irma Vep de Olivier Assayas)
IRMA VEP - OLIVER ASSAYAS 1996
Mira (Alicia Vikander) es una actriz/estrella de cine que vive un proceso de depresión tanto por su carrera en franco declive como por una actual ruptura sentimental. Al comienzo de la “serie” viaja a Francia para encarnar a Irma Vep, un personaje surrealista y extraño de los tiempos del cine mudo francés, en una adaptación del clásico del cine mudo galo Los vampiros de Louis Fuillade. A medida que avanza el rodaje, Mira se da cuenta de que los límites entre ella misma y sus traumas y el personaje de los años 30 que interpreta comienzan a difuminarse y a fusionarse de una manera muy surreal e inquietante, donde la actriz y musa de los surrealismo francés, “Musidora” (Jeanne Roques (París, 23 de febrero de 1889-París, 11 de diciembre de 1957), va poseyéndola poco a poco, desde la vestimenta, un traje de hule negro que muta en un vestido de terciopelo negro, y sus sinuosos movimientos solicitados por el guión de René Vidal, un director neurótico y extravagante y depresivo.
Irma Vep, de Oliver Assayas, explora, de esta manera excéntrica e inquietante, la delgada línea roja –o de terciopelo negro- que separa la ficción de la realidad, lo artificial de la veracidad, así como también el cine (mudo) de la revisitación, real y simbólica (hablada).
En 1915, Louis Feuillade se dio a la empresa de contar con Musidora, su/la musa del momento –alabada y amada por los surrealistas cercanos a Breton-, para rodar uno de sus proyectos más intrigantes, Los vampiros, un thriller criminal con una trama oscura, casi cine noir, que llevaban a un París aterrorizado por una organización conocida como Los vampiros, una banda, criminal que perpetra robos, secuestros, asesinatos y otras alevosías, que está liderada por un siniestro personaje conocido como el Gran Vampiro y sobre todo su seductora y fatale compañera, Irma Vep. Ese es el origen de todo esto.
IRMA VEP [LES VAMPIRES] - LOUIS FEUILLADE 1915-1916
Considerada por la crítica de la época y también por algunos fans de la serie –y sobre todo de la enigmática Musidora- como una de las mejores películas de terror clásicas, durante sus 420 minutos, divididos en 10 capítulos, narraba la desesperada lucha del periodista Philippe Guerande, obsesionado por adentrarse en los misterios de la banda retorcida y perversa que aparecía imbricada en todos los intersticios de la alta sociedad parisina de los años 30.
Habría que agregar que fue un éxito del cine mudo francés paranoico, como Fantomas, y significó no sólo una de los éxitos del creador del ladrón y elegante criminal que hizo de las suyas en un París subterráneo, como en A la sombra de la guillotina (1913), sino sobre todo propició la pasión del público por la inusual, erótica y sinuosa diva Musidora, que volvió a trabajar con Feuillade en la excelente cinta del “género negro”, Judex en 1916.
Frente a Irma Vep de Olivier Assayas cuesta dar cuenta cabal de la serie. Lo primero es decir que es un ejercicio de estilo, notable, de cine dentro del cine en la televisión, de sus orígenes tanto cinematográficos como personales de Assayas y del magnífico resultado de todo esto. Ejercicio de la construcción en abismo del cine dentro del cine Tal vez un homenaje a la original serie, folletinesca, Les Vampires del director de los años 30 Louis Feuillade y a su protagonista Musidora, una diva de esos tiempos fundacionales del surrealismo y la danza y el baile de la época y su mito, que de personaje secundario de Les Vampires pasó a ser la primera musa fatale, de la pantalla grande, con un traje que la hizo tal, un vestido, o más bien una funda negra de hule que le dio esa estampa inquietante y erótica –deseante- para la época, y sus sinuosos movimientos. Y a la misma serie, que Feuillade se negó a concebirla como tal, sino como una cinta de ocho horas. Y al propio Feuillade como director de un folletín que se hizo legendario por sí mismo.
Hoy, por la revisitación, el remake de Assayas del año 1996 aprovecha el formato de las series del streaming para filmar una película, una cinta tan extensa como Les Vampires, donde, en abismo, nos enfrenta a demasiadas puestas en escena del cine sobre el cine, de la nostalgia –miradas transpuestas- de un director sobre esa cinta original. Su remake, por lo tanto, y esta actual nueva revisitación y los múltiples sub-géneros que la habitan.
Es complejo dar cuenta de esta propuesta. Pareciera ser un extraño y poco usual producto, casi destinado al fracaso por exceso, (la pulsión de la reiteración, puro significante, en su a veces agotador manierismo), pero que finalmente, resulta todo lo contrario: una hipercodificación tanto en su trama como en su resultado final.
René Vidal -¿alter ego de Assayas?- , filma con todas las complejidades de un director neurótico y depresivo: sus fantasmas, su proyecto de hacer “presente” el filme -o serie extensa- de Feuillade y su heroína, la actriz que se hace llamar "Musidora": como si un set de rodaje fuera “un espacio místico” y además de conflictos permanentes por las distintas percepciones, tanto del director, actrices, actores, productores en cintas como La noche americana de François Truffaut (1973) y otras cintas que tratan del asunto: quizá 8/2 de Fellini o Le Deprise de Jean Luc Godard.
Assayas ya había realizado una cinta, como decíamos, un remake de bajo presupuesto y poca duración de Irma Vep: por su espíritu e inspiración se deja poseer metafóricamente por Maggie Cheung, actriz y “amour fou” de Assayas, hasta que vive la transformación que se produce en la parte más fantasmática de la serie. El personaje de la misma Irma Vep –o Musidora reencarnada- está basado o duplicado, además, por la historia de la espléndida actriz Alicia Vikander: tres Irma’s Vep que se van espejeando desde los tiempos hasta transformarse en un cuerpo vestido de fantasma con un traje de hule hacia el terciopelo –un tránsito-, que puede atravesar paredes y tiempos y las sombras del cine y sus tantos imaginarios. Y sobre todo la magia del cuerpo trasvestido, hecho de luces y sombras y deseo: el vestido negro de terciopelo y su sinuosidad y el fantasma presente y final de Alicia Vikander (¿es ella entonces la reencarnación de Musidora o de Irma Vep, o ambas en tres cuerpos a la vez?).
Irma Vep, es así, una película que sobrepone el vestido al cuerpo y los va haciendo uno, no rompe el cuarto muro, sino que atraviesa los muros y los espejos de nuestro deseo de mirar, ese voyerismo que devuelve la mirada en su transmutaciones perversas e insatisfechas. Insatisfacción que hace posible esta (in) existente y espejeante hiperficción abisal. Una pregunta necesaria, que queda vibrando en la retina: ¿y dónde está la piel?
IRMA VEP - OLIVER ASSAYAS- SERIE HBO 2022
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