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Aire libre



Cuando pasa el tiempo y vuelvo a las fotos, me encanta encontrar pequeñas historias. Cosas inexistentes para el relato de la humanidad, hechos que de no haber apretado el botón del obturador, es como si no hubieran ocurrido. Acá esta chica es observada una vez más, como le debe pasar desde siempre, porque tiene eso que atrae la mirada de los hombres y de no pocas mujeres. No hablo belleza o sex appeal, hablo de algo muy diferente que es el magnetismo que algunas personas reciben, como el baño que Tetis le dio a su hijo, en ese Thegis caprichoso que en este caso separa a los que brillan del resto. Él, con esa mirada congelada, pensando quién sabe qué cosa ¿La conoce? ¿Le recuerda un amor olvidado? ¿O está perdido en aquello que le dictan los ojos? Eso es algo que no leerá nunca nadie. Cada uno al observar la foto puede armar la película que desee. Y eso es lo maravilloso. Ella ahí buceando en las profundidades de su pantalla, sin importar que el mundo gira mientras escribe casi inmóvil en el centro de una calle en Oslo. Ambos encapsulados en sus auriculares, con sus propios soundtracks, escuchando canciones que hoy no recuerdan. Y yo ahí haciendo click porque me gusta sacarle a la gente, a contrapelo de los que pretenden que pidamos permiso, en esta locura de ver con malos ojos el poder retratar el presente. Sin la fotografía callejera no tendríamos registro de la vida de los negros en NYC en los 50s antes y después. O la vida en King’s Road en los 70s no la conocería nadie, menos mal que los punks tenían cosas más importantes para preocuparse que una foto, como el futuro por ejemplo o Margaret Thatcher. La gente hoy se indigna por una toma robada, pero permite que el gobierno los monitoree con el mismo permiso y respeto todo el tiempo. Viven una doble moral constante. No existiría la obra de Vivían Maier que bastante peleó contra el destino para ver la luz. No tendríamos estas imágenes sin palabras donde cada uno escribe lo que quiera, total todo es un juego y la vida es muy corta para andar censurando lo que pasa al aire libre. Imagino estos seres de cristal, amigos del enojo rápido y la cancelación, cómo se bancarían el “toco el aire, a vos no te toco”.

Flavio Rucci



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