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Oppenheimer según su biógrafo: arquitecto de la bomba atómica y víctima del anticomunismo


Kirk Bird es coautor de Prometeo americano, la biografía, publicada en 2005 en inglés y este año en español, que inspiró a Christopher Nolan. Allí se cuenta la historia sobre “el triunfo y la tragedia” del hombre que lideró el desarrollo de las armas nucleares, pero abogó contra ellas, que fue héroe estadounidense y luego proscrito por el macartismo. Estas son parte de las respuestas que Bird dio a un cuestionario enviado por correo electrónico.

[US Army / Wikimedia Commons]


“Oppie”, como lo llamaban sus amigos, era tanto un físico teórico como un polímata interesado en la literatura, la poesía y la política. Estudió sánscrito para poder leer la Bhagavad-gītā en el original. Era profundamente filosófico e introspectivo. Durante la década de 1930, en medio de la Gran depresión y el ascenso del fascismo alemán e italiano, se volvió políticamente activo. Decimos que fue “rosa” pero no “rojo”, lo que significa que era un hombre de izquierda, pero no miembro del Partido Comunista. De todos modos, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en 1939, Oppenheimer ya sabía muy bien que era posible construir una bomba atómica. Temía que los científicos alemanes con los que había estudiado en Alemania en la década de 1920 probablemente ya estuvieran trabajando en esa arma. Temía que físicos alemanes como Werner Heisenberg pudieran darle la bomba a Hitler. Temía que la bomba pudiera dar la victoria a los fascistas, y fue este miedo lo que lo motivó a trabajar en un arma de destrucción masiva. Pero al mismo tiempo, estaba profundamente aproblemado por la perspectiva de un mundo armado con armas nucleares. Haciéndose eco de los sentimientos del físico cuántico danés Niels Bohr, se preguntó si la bomba atómica podría ser “lo suficientemente grande” para terminar con todas las guerras. La pregunta lo preocupó tanto antes como después de Hiroshima.


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Oppenheimer comenzó a hablar en contra de la dependencia de estas armas dentro de los tres meses tras Hiroshima. Advirtió que la bomba atómica era un arma de “agresores” y que era un arma de “terror”. De hecho, le dijo al presidente Harry Truman en octubre de 1945, “tenemos sangre en nuestras manos”. Y habló en contra del desarrollo de la bomba de hidrógeno, argumentando que era innecesaria y peligrosa.


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Oppenheimer nunca se disculpó por Hiroshima y Nagasaki. Creemos que era bastante estoico, en un sentido filosófico, sobre lo que había hecho. Argumentó que no se podía evitar que los humanos comenzaran a explorar el mundo físico. No se podía detener la ciencia. Los humanos iban a descubrir los secretos de la fisión y la energía atómica en el curso de su continua búsqueda de conocimiento. La pregunta era realmente ¿cómo vamos a lidiar con los descubrimientos que hacemos? ¿Vamos a tener la sabiduría para entender cómo usar este conocimiento?


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Oppenheimer se convirtió en el científico más famoso de Estados Unidos en 1945. Y luego, nueve años después, se convirtió en la principal víctima célebre de la caza de brujas macartista. Fue juzgado y humillado, y formalmente despojado de sus autorizaciones de seguridad (que en Estados Unidos permite que una persona tenga acceso a información clasificada de seguridad nacional). Se convirtió en un paria político. Esto envió un mensaje a todos los científicos para que tuvieran cuidado de hablar como un intelectual público. Los científicos y expertos tomaron lo que le sucedió a Oppenheimer como una advertencia de no hablar de política o de las implicaciones políticas de su conocimiento científico. En este sentido, la histeria anticomunista que se apoderó de Estados Unidos a fines de la década de 1940 y 1950 hirió profundamente nuestra democracia y la capacidad de nuestra sociedad para tener conversaciones civilizadas y racionales sobre ciencia y tecnología. Hoy todavía vivimos con las consecuencias políticas de lo que se le hizo a Oppenheimer.


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Trump es un producto del macartismo. De hecho, Trump fue instruido en política y en cómo manejar a los medios nada menos que por Roy Cohn, el famoso abogado que se desempeñó como asesor principal del senador Joe McCarthy. Cohn fue abogado de Trump desde 1973 y hasta su muerte por sida en 1986. Trump es un producto de esta cultura política anti intelectual, impregnada de populismo de derecha, despreciativa de la ciencia y desdeñosa de la experticia científica.


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Oppenheimer sabía que la verdadera pregunta difícil para todos nosotros en la era nuclear era esta: ¿cómo vivimos con la bomba? La historia no ha terminado. Es cierto que las armas nucleares no se han utilizado desde Nagasaki. Pero la historia no ha terminado. Y la guerra en Ucrania es un recordatorio aterrador de que los líderes inestables y paranoicos podrían fácilmente decidir usar estas armas como un acto de terror, tal vez por desesperación. Oppenheimer siempre argumentó que si queremos sobrevivir, la humanidad debe encontrar la manera de colocar controles internacionales completos sobre la tecnología nuclear. Pensó que las armas nucleares deberían prohibirse, como se prohibió la guerra química después de la Primera Guerra Mundial. Favoreció el desarrollo de la energía nuclear pero abogó por el desarme nuclear.



Prometeo americano:

el triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer

Kai Bird y Martin J. Sherwin

Debate, 2023


Kai BIrd (crédito: Stephen Frietch)

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Las palabras de Kai Bird son parte de una entrevista hecha originalmente para Artes y Letras de El Mercurio.

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