Soy liberal: nadie es perfecto
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Soy liberal: nadie es perfecto


Ser liberal no está bien visto por la izquierda y, sí lo eres de manera consecuente, tampoco por la derecha. Yo me considero un liberal radical y me gustaría explicar cómo lo entiendo. Apuesto por un liberalismo político, que si es coherente ha de ser democrático. Ya sé que el liberalismo no era democrático en sus inicios: Domenico Losurdo explica en su “contrahistoria del liberalismo” todos los abusos que se hicieron en su nombre. Bueno, hay que saberlo, pero es como hablar del socialismo o del comunismo mostrando todos los abusos que también se hicieron en su nombre. De lo que se trata de saber es si es una propuesta política conduce necesariamente por este camino nefasto o abre alternativas constructivas. Creo que ni en un caso ni en otro es así, aunque hay un peligro de que tenga esta deriva. El nazismo y el fascismo, en cambio, son propuestas políticas que llevan inevitablemente a lo peor.


Podemos hablar históricamente de que también el liberalismo aparece como crítica del absolutismo. Immanuel Wallernstein los explica muy bien en uno de sus volúmenes sobre la historia del orden económico mundial capitalista. El socialismo lo presenta como una radicalización del liberalismo. También para Bernstein, fundador de la socialdemocracia, el socialismo es la maduración del liberalismo. Cómo bien dijo el liberal republicano Benjamín Constant es la aparición de la libertad de los modernos combinada con la libertad de los antiguos, es decir la libertad individual ligada a la idea republicana de igualdad de derechos. Hace décadas, un pensador tan singular como inclasificable, Norman O. Brown, afirma en su libro "El cuerpo del amor" el liberalismo es por su propia lógica antipatriarcal y antimonárquico, ya que representa la igualdad fraternal frente a la jerarquía. También el liberalismo, por su propia dinámica, tenía que ser democrático, aunque Locke no se definiera como tal, aunque sí lo hizo Spinoza. También el sufragio universal es una consecuencia del liberalismo político, basado en la idea de ciudadano y de igualdad de derechos. Esto incluye a la mujer y al obrero y si no fue así inicialmente, era porque el mantenimiento del patriarcado y los intereses de la burguesía eran contrarios a la práctica del liberalismo. Pero liberalismo político quiere decir libertades políticas, elecciones, separación de poderes. El liberalismo incluye también las libertades civiles, que es lo que más propiamente tiene que ver con la libertad de los modernos, que es la del del sujeto individual como aquel que elige, dentro de sus límites, la vida que quiere llevar. Esto es para mí el liberalismo. Nada que ver con el nacionalismo, aunque en la práctica histórica se hayan mezclado. El liberalismo tiene que ver con los ideales de la ilustración y con el Estado de Derecho. Tiene más que ver, tal como lo entiendo, con lo que se ha llamado la izquierda que con la derecha. Lo que resulta entonces problemático y parece llevar el liberalismo hacia la derecha es lo que se llama el liberalismo económico. Pero aquí nos encontramos con una ambigüedad: podemos entender por libertad económica dos cosas bien diferentes. O bien que existe libertad de empresa y un mercado regulado por el Estado o bien una economía autorregulada. Ya nos avisó Karl Polanyi de lo ilusorio del mercado autorregulado: al final el Estado acaba apoyando a los oligopolios, como ya complementó con sus análisis Immanuel Wallernstein. Si es el Estado el que regula ya es otra cosa, porque entonces este liberalismo económico se vuelve coherente con el liberalismo político y social. Este es ni liberalismo. Que es, de alguna manera, anticapitalista, ya que el capitalismo es un orden económico mundial en el que domina la lógica del máximo beneficio. Aquí ya hay un desmarque con la derecha.


Este liberalismo coincide bastante con el republicanismo democrático. Pero el republicanismo, si no es liberal, tiene el peligro de ser comunitarista y diluir la libertad individual. Soy individualista, lo cual quiere decir que la referencia, el sujeto, es el ciudadano y no la comunidad. No que no sea cooperativo, que sea competitivo o egoísta. Es igualmente bastante afín con la socialdemocracia, aunque este arrastre un excesivo estatismo. Michel Foucault, que en su última etapa tenía bastante de liberal, ya señaló en el liberalismo como el que ponía límites de al Estado. El poder burocrático del Estado es uno de los grandes peligros de la modernidad. John Rawls, Amartya Sen, Judith Shklar, Richard Rorty, Marta Nussbaum son algunos pensadores liberales contemporáneos que me parecen interesantes.


Resumiendo: a falta de algo mejor, me defino como un liberal de izquierdas. Nada que ver con el confuso término de neoliberalismo, que se define en unas conceptualizaciones que oscilan entre los defensores de un sistema económico no regulado que defenderían desde dictadores como Pinochet hasta neoconservadores como Reagan, Margareth Tatcher o el PP español hasta los que defienden una subjetivación liberal en que la base sería entender la vida como una empresa. Nada. que ver con lo que defiendo, ciertamente. En España, por ejemplo, no veo un solo partido liberal mínimamente consecuente.


¿Ser liberal, entonces, quiere decir ser ecologista, feminista, antirracista y anticapitalista? Pues parece que sí. Pero sin elementos identitarios, como simples adjetivos, sin radicalismos. El liberal es, valga la paradoja, un radical que no se radicaliza. Alguien que intenta hablar con la voz baja de la razón, que quiere llegar a acuerdos, que no ve la política como un juego de identidades ni como una forma de autorrealización. Que lo entiende como el escenario más adecuado para una buena convivencia, para garantizar los derechos básicos y que cada cual pueda dedicarse a aquello que quiera, dentro de sus limitaciones. La política como el marco posible que permite que todos podamos vivir con libertad y dignidad. Este es el ideal. Pero de esto hablamos, de ideales cuya realización progresiva sea posible. ¿Utopías? No gracias, ya sabemos que se acaban transformando en totalitarismos.


Luis Roca Jusmet

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