El fracaso de vender
A pesar de que Norteamérica se muestra como la tierra de los sueños, donde cualquier persona puede triunfar en lo que sea si se lo propone con pasión, hay una labor que los gringos vienen hace un tiempo asociando a la derrota (y no me refiero a los trabajos míseros realizados por inmigrantes sino a los de su misma población) Este es el caso del vendedor viajero, el "salesman".
Esta mitología de la existencia de una profesión derrotada, quizás se hizo masiva con la famosa obra de Arthur Miller titulada "La muerte de un vendedor" (traducida como La muerte de un viajante) que curiosamente la cultura popular de los Simpsons, simboliza también con un dejo de frustración nerviosa y errática en el personaje llamado Gil Gunderson. La característica del vendedor medio es que refleja la apariencia de un hombre de mundo, bien vestido, con buen sueldo y un trabajo desafiante. Lo contrario del trabajo duro del hombre que no tiene educación o nacionalidad, el jardinero, el basurero, el jornal, pero que por su misma simpleza y conciencia de su posición, no se angustia por ningún sueño futuro. El vendedor debe confiar en este sistema e inmolarse a él si quiere conseguir algo en la vida.
El padre de John Cheever era un vendedor de zapatos y sus escritos siempre cuentan con uno, retratado no de la forma más auspiciosa. Una de las hermanas Grimes, en la novela de Richard Yates, sueña con casarse con un hombre poderoso, pero Yates simboliza el fracaso de su empresa casándola con un vendedor.
Para hacer radical esta falsa diferencia con los trabajos más miserables, en Chile al vendedor se le ha rebautizado como Ejecutivo de ventas, llevándolo a la misma categoría de un poder presidencial. Lo cierto es que como somos un satélite de las ideas y prejuicios de norteamerica, en nuestro país se sospecha del triunfo profesional que oculta ese traje con corbata.
Cada vez vemos más personas (sumando a extranjeros con título universitario) vendiendo todo tipo de artilugios por las calles, confiando solo en su propio convencimiento y las oportunidades de la economía. Pero al parecer la economía no da oportunidades, sino sentencias. A pesar de que en el mundo todo debe venderse, desde un curso de poesía hasta una obra arquitectónica, el vendedor en el fondo es el gran relegado de las creaciones humanas, el símbolo del fracaso de los países de oportunidades.
Dicen que el suicidio del actor Philip Seymour Hoffman se debió a sus adicciones y demonios internos, pero sus cercanos insisten que lo que finalmente lo devastó fue representar en el teatro a Willy Loman, el vendedor de Arthur Miller.
Loman se lamenta en esta obra:
"A veces me siento muy solo, sobre todo cuando las ventas no han ido bien y no tengo con quien hablar. Es como si nunca más fuera a vender nada, como si ya no fuera a ser capaz de mantener a mi familia, como si ese negocio con el que sueño para que mis hijos lo hereden jamás fuera a hacerse realidad..Hay tantas cosas que quiero conseguir..."