Golpeados
Ha sido un golpe brutal, como la inmensa mayoría de los golpes. Resulta difícil de aceptar que la actual coalición de gobierno haya hecho una tan mala lectura de lo que efectivamente quiere la gente. Tienen encuestas y estudios de opinión que les deben dar señales claras de las demandas ciudadanas en lo inmediato, pero al parecer la ceguera ideológica mezclada con soberbia juvenil les impide ver o aceptar que están muy equivocados. Desde el 29 de junio de 1973 al 11 de septiembre del mismo año, los niveles de inseguridad y de desorden en Chile eran francamente intolerables. Se acuñó una frase muy dura: “que alguien haga algo”, ese clamor llevó lamentablemente al golpe que venía fraguándose desde antes de la asunción de Allende al gobierno. La inseguridad y el desorden son, en la percepción popular, un producto de la izquierda y el orden y la seguridad de la derecha. Eso no se supo desarmar, menos después del estallido y de la chacota o mamarracho de propuesta Constitucional. Estos son a mi juicio dos de los principales hechos que determinaron los resultados del domingo 7 de mayo.
Muchos militantes y partidarios de Apruebo Dignidad piensan que el presidente Boric fue elegido para llevar adelante el programa que presentó en su campaña. No fue así. Un porcentaje muy importante votó por él para evitar que fuese elegido Kast, independiente del programa de Boric, quién ganó en segunda vuelta conociendo la composición del Parlamento y su imposibilidad de lograr aprobar las cuestiones fundamentales propuestas en su programa (Reforma tributaria, Reforma de pensiones y otras). Era el momento de reconocer que uno es el programa para ganar una elección y otro para gobernar, más aún sin mayoría parlamentaria y sin nueva Constitución. Es muy probable que de aquí en más haya que conformarse con solo administrar y esperar una propuesta constitucional menos mala de lo que imaginamos a la vista de los resultados recientes. Ojalá no tengamos que salir a hacer campaña por el rechazo.
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