Taquigrafía. Una niña cruza la noche en jumper. (Hablemos de lenguajes obsoletos).
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Taquigrafía. Una niña cruza la noche en jumper. (Hablemos de lenguajes obsoletos).

Se habla mucho de Inteligencia artificial y de los lenguajes del futuro. Yo voy a referirme a un lenguaje obsoleto y del pasado, quizás porque deja más claro que todo se añeja cada vez más rápido.


Mi hermana estudiaba secretariado cerca del Cerro Blanco en Santos Dumont con Recoleta. Tenía que cruzar el cerro sola con uniforme escolar. Era un lugar bastante peligroso y en ese tiempo, además, merodeaban algunos locos sueltos de las cárceles psiquiátricas cercanas, también los aparatos de inteligencia de la dictadura, un sector muy sombrío para una palomita blanca con jumper. Cada vuelta del colegio era un viaje eterno. Una película de las que le recomiendo y que jamás ve ni vería. No andaba con nada para defenderse excepto su actitud, aunque con miedo por dentro. En ese tiempo se enseñaba taquigrafía, una manera rápida para escribir dictados y textos extensos a la misma velocidad del gerente que hablaba, todo esto antes de las grabadoras digitales y de la tecnología como hoy se la conoce. Por entonces se pensaba que estábamos a un paso de un capitalismo pujante y vigoroso, lo que tuvo como resultado un país de ingenieros comerciales sin mundo ni calle, incapaces de entender una película o de distinguir un tarugo de un tornillo, que dividían el mundo entre ganadores y perdedores. Muchos de esos tipos hoy tienen trabajos miserables y dan, como mucha gente de derecha, pena. Un país ganador y no les alcanza para vivir vendiendo sopaipillas en un carrito, ni siquiera un food truck. Y siguen votando por quienes los desprecian. Eso con los más pobres, porque los que tienen dinero tienen una mirada triste, como si alguien les fuera a arrebatar permanentemente algo, miradas sin deseo, muertas. ¿Taquigrafía para qué texto entonces, si el neoliberalismo carece de texto?


Se enseñaba literatura distinguiendo géneros, discriminando, creando divisiones extrañas antes que el disfrute del texto porque había –y hay– algo en contra del lenguaje no instrumental, una especie de miedo, un filisteísmo sórdido. Eso en los liceos comunes; en los Liceos Comerciales, se preparaba a la gente para trabajar rápido, y dentro de eso estaba la taquigrafía. Era bastante absurdo enseñar taquigrafía porque al empresario medio le cargan los textos de cualquier índole y con cueva pueden articular un par de ideas que son siempre las mismas: 1. No nos ahoguen con impuestos; 2. El sistema de un Estado regulador ha fracasado en todo el mundo. Y fue. Para qué taquigrafía si un jefe promedio sólo da órdenes en la gramática más básica.


El recorrido de mi hermana desde el Liceo Comercial 5 en Recoleta hasta Nueva de Matte hecho con miedo convertido en cautela, haciendo cripsis con la noche y la demás gente, cruzando la zona del cementerio y los psiquiátricos es el viaje de la gente de las provincias hacia Santiago luego de la crisis del salitre; es el viaje de las mujeres para conseguir trabajo e independencia; es el viaje de las que salieron de sus casas y no volvieron nunca más. Sus banshees y hadas dominan una lengua muerta que se llama taquigrafía, o poema. Es un susurro áfono pero intenso.


¿Han visto un cuaderno de taquigrafía? Quizás en el Persa (Feria de pulgas) del Bío Bío puedan encontrar alguno. Las chicas seleccionaban una noticia del periódico. La traducían a esas rayas y ganchos fascinantes que son la taquigrafía en un cuaderno. Luego ponían con un clip la noticia del diario junto a la transcripción para ser revisada. La taquigrafía se parecía a las mismas estudiantes cuando hacían gimnasia que elongaban y saltaban elásticos para mi prematuro voyerismo.


La inteligencia artificial probablemente reemplace a la redacción (un set de reglas bastante sencillas de aprender y aplicar), pero no va a reemplazar a la escritura. Si la redacción ordenadita y sin sabor será reemplazada, ¿qué nos quedará entonces? Lo dialectal, lo que tiene el sabor único de su autor, las relaciones no obvias, las palabras que no encontraremos juntas en el buscador. Veamos qué pasa con la IA y el Finnegans Wake, la narrativa de Roberto Arlt, ni hablar de la poesía propiamente tal. Y otro tanto con la traducción, probablemente la traducción literal correcta pueda ser hecha por la IA pero no la traducción que tiene el sabor único de un autor específico. Las malas escrituras y las escrituras espléndidas no pueden ser reproducidas por la IA, ¿O sí?

La taquigrafía es un lenguaje obsoleto, lo cual de inmediato despierta todo mi amor porque el poema y especialmente el poema de amor también son un lenguaje obsoleto (hagamos un recuento de los poemarios de amor que se han escrito en los últimos diez o veinte años en Chile, hay un par que suelo recomendar y compartir ). Un lenguaje cifrado y misterioso lleno de curvas porque la natura no divide con regla. Y una misma especie tiene pequeñas diferencias si nos desplazamos por el territorio: un chincol no canta igual en distintos climas, alturas y regiones.


Anoto: volverán los lenguajes obsoletos, quizás también las altas malvas reales (alcea rosea) a tu jardín. Volverán los archivos, las cámaras análogas, los poemas leídos en la montaña, en la plaza, en el bar, en el motel parejero, en voz baja, sin darse color, como moneda de uso. Quizás a eso se refería Teillier sampleando a un francés (todo es sampleo de otra cosa escrita antes, es cosa de escuchar soul o funk clásico)

la poesía debe ser usual como el cielo que nos desborda,

que no significa nada si no permite a los hombres acercarse

y conocerse.

La poesía debe ser una moneda cotidiana

Por favor reléanlo en vez de endiosarlo; lean los poemas, no las teorías sobre ellos, no a la academia que les picotea sus cadáveres diciendo, llevando agua a sus molinos de militancias fijas y secas y por lo tanto fáciles de quebrar –sean como el agua, como decía Lee Yun- fan, dúctiles–.


En el caso de Teillier y Parra, se los suele contraponer, cosa completamente inútil. El poema que acabamos de citar de Teillier tiene casi la misma estructura superficial o son casi equivalentes con lo que dice el Manifiesto de Parra: para nosotros la poesía / Es un artículo de primera necesidad: / No podemos vivir sin poesía.


Estamos en un momento en que hay que buscar puntos de encuentro, redes, relaciones y no diferencias. Los fondos estatales se llenan de delincuentes, cuoteo, programas de inclusión mal aplicados, barseo. Aun así y fuera de ese mundo, hay que dar la guerra contra el engolamiento y la impostación, contra la literatura de derecha, contra la imprecisión. El poeta miente para mejorar la verdad, escribía el viejo Charles Tomlinson. Esa pelea la dan a veces silenciosamente algunas personas que hacen clases en los lugares más hostiles de nuestra sociedad. Lugares que cierta gente ni siquiera imagina.

El trazo

Taquigrafía significa escritura veloz, así que partimos bien. Tiene primos: el ideograma chino, el trazo que es concentración de fuerzas poundiano, el shodo japonés, la captura del instante de Williams. La poesía no siempre es sólo contenido, a veces no tenemos que detenernos e intentar interpretar todo, a veces basta transcribir. La poesía tiene que ver con la velocidad y lentitud, con los cambios de marcha de los oleajes. Quizás por eso se nota la velocidad en el trazo, el momento de la captura de la imagen esquiva y milagrosa. Al igual que la taquigrafía, otro sistema de escritura obsoleto, se trata de transcribir rápido lo que te dicta alguna especie de divinidad o la brisa. Esos dictados suelen ser extremadamente fugaces. Son ninjas que saltan armados a la niebla de la página.

¿Para qué entonces?

El poeta menor de la antología de Borges y el hermano de Drusilla Tanzi (Mosca, la mujer de Montale) dejó un baúl con partituras cuyo único lector fue Eugenio Montale. El poeta menor y el hermano de Mosca no eran empresas de sí mismos porque eso no le compete a un poeta ni a un compositor, los poemas están escondidos haciendo cripsis en el lenguaje cotidiano, en alguna antología que también está olvidada por las modas literarias o en el lugar de los trastos, como un cuaderno de taquigrafía.


Es interesante ver cómo está construido un ideograma chino o los caracteres taquigráficos pero también es hermoso ver las grafías sin entender: son divinidades que bailan, maestros de kung fu, bailarinas. Verlas liberadas de la obligación de decir algo. La poesía es, a veces, lenguaje liberado de la esclavitud de decir algo. Es lenguaje en danza, o una muchacha atravesando en jumper Santos Dumont bajo la sombra del Cerro Blanco, sagrado para los mapuches, al lado del cementerio y del Instituto Médico Legal, recintos psiquiátricos, tugurios y aguantaderos de delincuentes, botados y cargadores de la vega. Quizás eso es el poema: una muchacha que cruza en ropa de escolar la parte oscura y cargada de símbolos de muerte y locura de la ciudad.


La noticia taquigrafiada

Recuerdo a un tipo de apellidos tan intimidantes que de sólo escucharlos la gente se condicionaba y adoptaba toda clase de posturas y gestos. El hombre había optado por suicidarse en la naturaleza, pero la familia se negó a dar cualquier tipo de información y, con esos apellidos intimidantes, los periodistas se cagaban encima. La familia lo cuidó. No permitió a la prensa festinar. Me gusta cuando la gente cuida su intimidad o cuando no se dejan tomar el pelo por la prensa. A muchos escritores les molesta admitir que un boxeador de Osorno se maneja mejor con la prensa que otros nombres muy rimbombantes de la literatura, pero es así. Martin Vargas todavía es astuto con la prensa, los mandaba al carajo, no fue pasto de joda como tantos escritores chilenos que pisaban palos y daban la notas altas: “A ver, qué va a decir ahora este loquito, este payaso, este viejo loco”. La prensa se ríe en la cara de varios escritores y escritoras, hasta sus mismos fans tóxicos convierten a sus ídolos en caricaturas. Recuerdo a una pobre señora a la que le daban trago y la hacían bailar flamenco arriba de una mesa.

Lo transcrito a taquigrafía y la lítote

Las tareas de taquigrafía de mi hermana consistían en lo siguiente. La noticia real era adherida con un clip al cuaderno en donde se transcribía a caracteres taquigráficos. La noticia estaba plagada de verbos potenciales y modales, redacción nebulosa, que era como se escribía en dictadura. De alguna manera, me encantaba esa forma de hablar, oscura aunque previsible.


La irrupción del punk y sus subproductos en la década de ochenta fue a contracorriente de esa lítote. Buen intento que, luego de un tiempo, se fue al carajo por excesos de cinismo y hundimiento. Retorno de la lítote o atenuación. Así hablaban todos, desde los tiempos de la televisión fascista. Y así siguieron hablando luego de la dictadura, exceptuando el paréntesis punk. Al Alvarez tiene un ensayo brillante sobre la lítote en el prólogo a The New Poetry (1962), The New Poetry or Beyond the gentility principle. Junto al prólogo a la antología de poesía norteamericana de Eliot Weinberger, son textos fundamentales en cualquier clase sobre poesía.


Ejemplos de lítote: decir neutralizados por asesinados, el muchacho no era exactamente guapo en vez de decir que era de frentón feo. Ejemplos hay cientos. El lenguaje de ese tiempo era burocrático e indirecto, y eso quedó instalado, para despedir a alguien de un trabajo, para encubrir con un lenguaje nebuloso lo que es una traición: “El presunto siniestro podría haber ocurrido probablemente cerca de la popularmente denominada Legua Emergencia. Ahí, en un confuso incidente, habría sido neutralizado un antisocial en cuya casa fue encontrado copioso material subversivo”. El material subversivo eran revistas de quiosco y hasta un ejemplar de Mafalda. Esas eran las noticias.


Sólo si se está muy cerca de un suicidio, homicidio o crimen se puede experimentar la brutalidad clasista del periodismo amarillo. Una hermosa mujer ilustrada, ex dirigente de Liceo 1 de niñas, experimentó eso. Su hermano fue asesinado por su novia. La prensa cubrió el tema diciendo imprecisiones, estigmatizaciones y caricaturas de todo tipo. Ella habló con unos abogados e hizo re-escribir la noticia a la prensa amarilla. Pero ella pudo hacer eso porque es una muchacha preparada, con estudios universitarios, una excepción. Esa mujer hace clases en la Cárcel de Valparaíso (o sea). La mayoría de las noticias que leemos no son corregidas por la hermana culta del imputado o imputada. Hay una aporofobia feroz. Pero esos periodistas que estigmatizan la pobreza (de la que, por lo general, provienen) y sacan de contexto la frase de un cantante de trap, se cagan encima ante un empresario. Se postran ante el poder. Son sus perkins, sus soldaditos y esclavos.


En dictadura reinaba un lenguaje nebuloso y lleno de verbos potenciales y lítotes de manera que todos aprendieron a leer entre líneas, a descifrar. Ese fue un gran ejercicio de interpretación de figuras literarias. Mi hermana buscaba alguna noticia para transcribir a taquigrafía: seleccionar el texto, buscar la dignidad del lenguaje en la exposición de una noticia, humor, alguna gracia, alguna mínima onda.


Me gustaban esos cuadernos de taquigrafía. Me gustaba, en un punto, no entender. Es el viejo Pound quien recomienda leer poesía con métrica en otro idioma para captar la cadencia sin ser interrumpido por el contenido. Eso como ejercicio, todo como ejercicio, para familiarizarse con la materia verbal. Escribir sonetos para hacerlos pedazos luego de dominar la técnica. El aprendizaje de la poesía es un gimnasio. Le pedí por favor que buscara esos cuadernos porque quería ilustrar este apunte.


Pero nosotros no conservamos cosas. Hay que andar liviano.



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