Crímenes del futuro: Enigmas del cuerpo que cambia
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Crímenes del futuro: Enigmas del cuerpo que cambia

“La cirugía es el nuevo sexo”, dice uno de los personajes de Crímenes del futuro último filme del ya longevo director David Cronemberg. La expresión puede escucharse como una consigna política pero también como una constatación que resuena no sólo dentro de la distopía del universo ficcional del filme, sino en nuestra actualidad. El auge de los piercings, el incremento de los tratamientos de cirugía estética, la proliferación de las operaciones de cambio de sexo, el aumento de las autolesiones y automutilaciones en los adolescentes, evidencian que el cuerpo, sus alteraciones y misterios están ocupando toda la escena sea como testigo o como participe privilegiado de los cambios epocales en niveles sintomáticos, estéticos y en las transformaciones de la sexualidad.


El filme asume la siguiente premisa : nuestros cuerpos están cambiando, con mutaciones en distintos niveles: el dolor ha desaparecido, el placer sexual se obtiene a través de nuevas prácticas ( hay algo así como un viejo sexo – centrado en el placer de los genitales y el coito- y un nuevo sexo – deslocalizando el placer de la genitalidad y obtenido mediante prácticas consentidas de calculados cortes corporales y micro lesiones ), y por último y quizás lo más inquietante, hay personas que están generando nuevos órganos. Con ese punto de partida, en clave de cine noir con elementos del gore y de la ciencia ficción característico del cine del llamado maestro de la “nueva carne” y del horror corporal, Cronemberg despliega una narrativa que se mueve sin apuro como una suerte investigación policial con ribetes de ensayo y especulación filosófica, exponiendo a sus personajes a cuestionamientos y reflexiones en las diversas tramas y sub tramas del filme, confirmando cómo los seres humanos están participando de un cambio evolutivo mayor, parece que una nueva humanidad está naciendo. Se trataría de un salto a nivel de la especie humana, no sólo a nivel de lo simbólico, sino de una alteración de nuestra morfología y fisiología orgánica y eventualmente modificando la base genética de los cuerpos, tal como ocurrió hace miles de años dando origen al homo sapiens.


En ese futuro un tanto distópico la pareja que forman el misterioso artista Saul Tenser (Viggo Mortensen), y la antigua cirujana Caprice (Léa Seydoux), ofrecen espectáculos performáticos de cirugías en vivo (ya no es necesario la anestesia) donde -y esto es lo mas sorprendente- extraen órganos del interior del cuerpo de Saul, quien de manera inexplicable posee un organismo capaz de generarlos sin conocer hasta la fecha su funcionalidad. Una mutación corporal espontánea se ha despertado en Saul al producir una nueva especie de tumores o neoórganos modificando su organismo a niveles insospechados. Esos órganos extraños por el momento no afectan la vida de Saul, por los que extraerlos quirúrgicamente y mostrarlos en público se ha convertido en una actividad entre terapéutica y artística en el marco de una nueva estética de los cuerpos.


Durante el filme asistimos a diversas y nuevas manifestaciones del “Body Art” donde algunos artistas utilizan su propio cuerpo como soporte material de la obra. La pregunta que nos hacemos es ¿Cuál es el mensaje, o los mensajes de estos artistas del futuro?, ¿Es Saul solo uno más de ellos o hay algo diferente en su performance?


Estas mutaciones corporales han despertado la atención del Estado que ha creado ya una clasificación diagnóstica y un Departamento de Estudios. “Síndrome de Evolución Acelerada” es el rótulo acuñado por el Registro Nacional de Órganos, su función consiste en elaborar un catálogo y seguimiento detallado de todas estas novedades corporales. Saul Tenser es para la agencia un objeto de investigación científica que responde a esa clasificación. Pero él también está interesado en desentrañar los misterios de su cuerpo, colabora entregando información sobre su extraordinaria condición que transita en el ahora difuso límite entre una enfermedad o una transformación, la primera conduce como un cáncer potencialmente a la muerte, pero la segunda es sorprendente y con impensadas consecuencias, ¿se trataría en ese caso del nacimiento de un nuevo tipo de ser?, pero ¿será humano todavía? o ¿ sólo una aberración y degeneración monstruosa? Las secuencias iniciales del filme nos habían mostrado algo terrible, un niño se alimentaba comiendo plástico, su madre que algo parecía intuir, viola un tabú de la maternidad. Todo parece indicar que algunos de esos cambios corporales estarían además alterando algo tan esencial como el metabolismo de nuestra alimentación. Recordamos que Saul presenta algunas dificultades para alimentarse y aún no sabemos por qué. Varios enigmas se van instalando y encuentran en el filme sus propios caminos donde en paralelo Saul ejerce una secreta misión.


Por todo ello, la trama puede parecer algo intrincada lenta y oscura, frente a un espectador que busca soluciones rápidas y trasparentes, quizás por ello la recepción del filme ha tenido divida a su audiencia. Pero si se sigue con paciencia, su desarrollo conducirá a despejar algunas de las interrogantes.


Cronemberg con esta ficción futurista capta a su modo y con los medios del cine el lugar central que ha ocupado el cuerpo tanto en su propia cinematografía como en la reflexión y el debate contemporáneo. “Órganos sin cuerpo” resuena en la operación de lectura crítica de Žižek respecto al “cuerpo sin órganos” que encuentra en Deleuze, lo real del cuerpo nos lleva a la noción de goce y al parlêtre en Lacan, hay también una “Historia del cuerpo”.


Pero en este filme opera un desplazamiento mayor pues no sólo se trata del cuerpo en tanto representación imaginaria que siempre está y estará siendo modificada por lo simbólico de cada época y que el arte intenta reflejar o utilizar, sino del organismo como tal, de sus funciones más esenciales. No se trata de la forma del cuerpo que cada época adora a su manera y que ciertamente al compararla pueden existir formas más bellas o aberrantes, sino que se avecina algo más profundo, imperceptible o quizás simplemente fantástico. Toda la riqueza que concentra la ambigüedad de sentidos y las consecuencias de los distintos niveles de transformación corporal, resultan captadas magistralmente en la última escena a través de las expresiones de Saul frente a lo irreversible de su destino, la imagen de su rosto que ocupa toda la pantalla conjuga una mezcla de éxtasis y dolor, de catarsis y de calma. En el tránsito fugaz entre la muerte y el renacimiento su mirada se extiende y proyecta como abriendo un portal hacia lo desconocido.



Miguel Reyes S.




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