Matrimonio, de Marcelo Barros
He: And then all we did was resent each other, and try to control each other and cause each other pain.
She: That’s marriage.
Gone girl, Fincher - 2014
Este libro fue escrito entre diciembre de 2020 y enero de 2021. Trata sobre el matrimonio como el embajador destacado del malestar en la cultura. A lo largo del desarrollo se debate una hipótesis de Lacan sobre si la sexualidad femenina es un factor que incide en la supervivencia del matrimonio en la caída del patriarcado. La discusión concluye con un final abierto.
“Un avión a Lisboa” es el título de una de las partes que trata sobre el antagonista del matrimonio, el amor de los amantes, que no reside en el llamado “amor romántico”, sino en el ideal romántico del amor, que es algo muy diferente. El recorrido no deja de lado a “Los objetores de conciencia”, que decidieron seguir la ética del célibe, cuyas virtudes son reconocidas en esta oportunidad y no sólo sus deméritos. El libro toca diversos ángulos, pero acaso se encuentre una perspectiva novedosa al presentar el matrimonio, el verdadero, como “Una asociación ilícita”, la del amor que sigue a la muerte del amor.
Creo que la mejor reseña es la de las dos últimas páginas del libro, que por lo general son las únicas que algunas damas rescatan porque creen ver en ellas un esfuerzo de poesía.
Domicilio conyugal
Despierto. Oigo con ansia y alivio el ruido de la llave en la puerta. Me equivoco. No es la llave que abre, sino la que cierra. Anuncia la salida, y no la llegada. Qué decepción. A veces soy yo quien se ha ido prematuramente, y entonces ella se pasa de mi lado de la cama para dejarse abrigar por el hueco de la ausencia.
Es raro que podamos concretar una cita durante el sueño por más que lo intentemos. Siempre soñamos en direcciones diferentes. Y si la busco entre ruinas misteriosas, ella flota dentro de una nave espacial extraterrestre. No confía en los artificios del hombre.
Ayer, mientras escribía, la escuché cantar en la cocina; cuando fui a abrazarla no la encontré. El agua corría en la ducha.
Al oír sus pasos –inconfundibles– en el pasillo, voy a su encuentro y entonces compruebo que el sonido era el de los pasos de ayer, y que de cruzarla en el pasillo yo lo estaría haciendo mañana. No sé si me adelanto o llego tarde.
Hoy casi la atrapo en la conversación. Decía ella algo sobre los surrealistas, pero desapareció antes de terminar la frase. Las palabras se quedaron flotando como un eco azulado y menguante. Soy demasiado macizo para hacer eso. No puedo desaparecer sin dividirme. Mi cuerpo queda, y el alma se aloja en parajes remotos. Ella se enoja. Piensa que me voy a algún lugar maravilloso sin llevarla conmigo.
Cuando ha pasado mucho tiempo sin tener del otro más que el humo del cigarro o el sonido de la maquinita de depilar, somos ganados por la exasperación. Empezamos a buscarnos con terquedad. Tenemos la buena voluntad y el conocimiento de los hábitos del otro. Siempre fracasamos.
No sirven las intenciones amables y el saber lo que el otro va a hacer si lo que uno quiere es encontrarse.
Rondamos por la casa buscándonos. Estamos solos. Somos dos soledades unidas por el exilio.
Escuchamos nuestras voces, pero pueden ser las del mes pasado o las de la semana que viene.
Moverse en tiempos diferentes es moverse en casas diferentes, y por eso nunca habitamos un mismo cuarto. Y así llegan la impaciencia, las corridas, los tonos crecientes y los reproches. Nos calmamos y nos decimos “así no va, un poco de cordura, a ver, vamos de nuevo”. Y no hay manera. Nunca tuvimos los planos de la casa. Los vamos inventando.
Si no fuera por los muros, pensaríamos que la casa no es real y que nos hallamos a la intemperie.
Cuando ocurre, ocurre. No sabemos jamás cuándo ni dónde sucedió. Pero sucede. Entonces la casa tiembla y creemos que el techo se nos caerá encima.
Esos momentos son un portal que se abre, nunca en el mismo lugar, nunca en la misma fecha, nunca en la misma hora. Pasa. Se abre, y pronto se cierra.
Y hasta parece que viviéramos juntos.
Matrimonio
Marcelo Barros
Grama 2021
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