Mundo tal (extracto)
EL MUNDO
“…había quedado tan sólo una gran nada solar,
una especie de vacío solar que manifestaba la tensión
que emanaba de atrás de las montañas,
como de una fuente secreta…”
W.G
El cáncer, con su dramatismo dosificado, nos regala todo tipo de rituales: diagnósticos, visitas, despedidas y funerales. El mundo nos deja de una forma similar, sin violencia explícita, ofrendando su recuerdo que difumina. El mundo antiguo ya cesa en el romance o el género. Desconocemos los afectos de nuestros hijos. Nos sentimos más cerca de nuestras mascotas que de nuestros mejores amigos. Animales entrenados en el recuerdo del hambre que confundimos por amor. Esa confusión es el mundo desborbitado, cayendo en diagonal como bolita de acero hacia una esquina inédita. De aquella antigüedad, sobreviven como best seller las meditaciones de Marco Aurelio. No sobrevive la fiesta, sino el rigor moral. Lo oscuro nunca se revela. El estoico siempre está a la espera. Ese velo es la pornografía y otras adicciones que sobreviven más allá. El mundo va dejando una estela, la excitación de un nocturno, la daga que entra y sale en las páginas de un libro. Mientras, el pañuelo blanco se agita en ralentí, el amante olvida olvidar y la trama nunca concluye, como telenovela británica. Donde hubo mundo ahora hay un poema que se agita como colibrí. Tirita de juicio la mano que lo escribe.
LA VIDA, ESE POSTRE
El dolor físico siempre ha sido una buena causa, excepto para los animales que caminan con las vísceras rozando el suelo. Pero no es esto lo que me ata a la silla, de por sí incómoda; su gravedad imponente viene del estudio y la clase, lo que evoca la arquitectura, el espacio para escuchar. El piano instruye palabras opacas que se dicen acariciando el aire. El traje, los guantes que se oponen a la madera negra, como trozos de carne curtiéndose al sol, los rostros avejentados cuya dignidad depende de la telas y las joyas que también cuelgan, todo eso observa en silencio la música. Como si el sonido hubiese que mirarlo, prohibido el movimiento o la condensación del aire que titubea en las fosas nasales, silbando al ritmo de la orquesta. Me recojo, me entumezco, pero es peor el dolor de recuperar el movimiento. Además ¿para qué incomodarla? El programa anunciaba figuras y paisajes, y como quien se arroja y no puede sino avanzar en esa dirección, esos mismos paisajes florecen como postales. Salimos de la sala disimulando la cojera. Alguien viene a levantar de su silla a la condesa. Se respira tedio. Nos escondemos en el bar. La condesa deja el recinto por la puerta de atrás. Los vasos se agitan y resuenan cuando el salud llena de cerveza la mesa de madera. Alguien zapatea. Risas guturales. Crimen. Incendio. Mueren todos quemados en el local.
COSAS VOLUPTUOSAS
I
Buscando datos para encontrar un desorden o parafrasear. Entre la rabia de algunos textos, insignia masculina u otras revelaciones menores que solo me hablan a mi. Por ejemplo: que detrás de una cima siempre habrá otra montaña. Que la resaca cede y vuelve el boicot. O bien que no tiene sentido enamorarse antes de cierta edad. Dejo los enlaces y el tosco liderazgo para escucharme. Mi voz es como un graznido. Mi cuerpo va peor y mejor. La familia empobrece y ya no llora.
II
Lista recuperada de otra voz:
Una nada se ajusta a todo lo que quiero decir:
superar la ansiedad sexual,
recuperar el vigor,
estrechar lazos que parecen destruirse a penas doy medio vuelta.
Descubrir un lenguaje o proyecto que no se agote párrafo a párrafo,
sacudir un miedo íntimo para poder sentir un miedo catastrófico, donde la raza deambula en la punta de una navaja,
y tantas otras cosas que intuyo en mi desacompasado pulso cardiaco.
III
Esa distancia que te inspira es una distracción. A esta edad ya no se llora en las duchas.
IV
Un choque que no ocurre, el tráfico que mengua, la enfermedad que remite: cosas voluptuosas.
DESNUDO
La desnudez es una tradición sórdida. Combate la desesperación. Cuando lloramos, cuando dolemos, creemos ser honestos. La confesión enmarca la traición y la sostiene. La culpa navega el delta de las lágrimas y se disipa en el arrullo. Si se prefiere el secreto, lo oculto, lo enigmático, las conclusiones colapsan. Un yunque se estaciona. La desnudez lo traga todo. Lo devuelve sintetizado, consumido por los aminoácidos, despojado de su forma. El velo descubre un miembro flácido, del que recordamos su rigidez. La bailarina se mueve sin ritmo, quebrando la armonía. Joyas de acero se incrustan en sus pezones. Aplausos y juerga en la noche latinoamericana. De noche, tras el choque, el auto parece un esqueleto prehistórico. Leyeron del motor su placa. Sacaron de la billetera las credenciales. Cremaron el cuerpo en el subterráneo. Las cenizas descubrían su peso por volumen. Recuerdo los comentarios inertes, desacertados, raquíticos. El corazón como fruto sin estación. La pieza como living de recepción. Desnudo, frente a la cerámica blanca, apenas un reflejo deforme. La piel cuelga como propaganda. Oímos el discurso. El pasto recién cortado. El olor a perfume dulce. Azúcar rubia que destiñe con el agua.
Recogí mi ropa del suelo y el gesto de vestirme me avergonzó más que la performance. El frío otoñal cesaba en los pensamientos. Me abrazaban las ideas de torpeza. Caminé hacia la ducha. El semen se cortó con el agua tibia. Mientras me vestía, el vapor no se disipaba. Mi rostro en el espejo estaba cubierto por la bruma.
SELF KNOWLEDGE
I
En ese estilo peculiar, no particular, deja huellas que la vanidad intuye, pero no se está diciendo nada en particular. Se abre el espacio poético como comienza la creación medieval, es decir, cuando aceptamos la invención de dios. Ese estilo destila en duda y carencia, muy parecido a las afecciones modernas que rugen en las consultas psicológicas. La afirmación de un cariño que ya no fue. No te permitas, entonces, entender. Por el contrario, se debe entender lo que se permite.
II
Lo creativo azuza la ignorancia. Lo creado convida. Cada vez que vemos una viga o un arco, sometemos al arquitecto. Mucha memoria es mucho espacio olvidado, desajustado, temeroso de encenderse. La manía de un compulsivo de chequear las brasas. La brasa amaga, se divierte, se desdibuja. La brasa es como la sonrisa que esperamos o la retribución del te amo occidental.
III
Una filosofía que reúna el conocimiento con dios, esa es la ensalada rusa. Disculpen los magos. Me permito, en el delirio, escribir por mi y por todos mis compañeros.
DISCURSOS SOBRE LO INERTE III
Varios discursos sobre lo inerte.
La velocidad anima trozos de neumáticos y bolsas grises. Medusas y crustáceos flotan en la berma. Se han ubicado prudentemente fuera del tráfico y en el confín de la mirada que no se distrae de la carretera. A los detractores del plástico: ¿qué es lo antinatural sino una palabra para describir su horror particular? El suicidio animal, aberración del triunfo de no morir. Para mi, un niño violado, un niño al que aún no le cabe un dedo meñique en la boca, ese es mi horror. Dejo las bolsas hagan su baile con toda idiosincrasia, como si tuvieran un lazo naranja atado al pelo rubio, delgado, largo hasta las caderas. Bolsas que leen a la luz de la vela, neumáticos que cuentan historias en bares de la periferia. La velocidad es dramática, y siempre atrás de la muerte habitué, los minerales eructan y gritan. Son el público de esta joda inerte, festín seco, compañía premonitoria.
TURISTA
De César sólo tiene la camiseta. Llena las manos de los pobres con acelga. Se compadece de los perros vagabundos. Arrienda carrozas tiradas por caballos en las plazas municipales. Regatea y lo timan. Enriquece un álbum de fotos digitales. Piensa en la seguridad, el vuelto y la ruta. Ignora el lujo salvo el pasaje. Duerme en palacios ajenos. Ve en el bloque de mármol un bloque de mármol. Sueña con abrir un pub en Machu Picchu. Piensa en bautizar calles o repartirse cauces. Confía exclusivamente en sus tocayos. Sospecha de los chinos, los venezolanos y los moros. Es su propio rey, santo y devoto. Tiene apetito para todo. No ignora la comida callejera. No. Se la roba.
CONSEJO NO SOLICITADO
Considerar el miedo como única medida de la precaución. La cautela, tras el arroyo, no seca ni las botas. El miedo o nos vence o nos avienta.
MUNDO TAL
Santiago se estrecha
o ensancha
más allá
de la pared que llamo
mundo,
un velo lo contrae y la imaginación
clausura amistades,
propone
el encierro, y otra locura:
aventuras, zapatos rotos, corazón ideal
la O de orgasmo palpita
en el miembro
flácido
solo como un ave tuerta
el mundo demasiado
cerca
como para alcanzarlo
los abrazos, insignia
manotazos
de aire
llegan al confín donde
se inventa un nombre de apellido
se agota, se agota, cómo se agota
la cascada que adelgaza, adelgaza
y la naturaleza tiembla
de miedo
es otoño y el frío
malogra el vino,
el cigarro
enturbia el sabor del beso
las canciones
demoran la luz del semáforo
que la ciudad disipa distraída
más manso, entre méritos
o rigor
el velo sugiere
su amplitud,
despegan
poemarios y novelas
sobre la borla del río
agua dulce
donde cabe el adjetivo
que amarga la desembocadura
el mundo respira ciudad
y ensancha su programa de excéntricos
varieté menor que cuelga
de los bares y micros
el aire sacude el polvo
y me alcanza apenas un rubor
que debo desestimar
otoño,
el río engorda su turbio marrón
y las luces tempranas
persisten en el horizonte
que se aprecia en los edificios
nosotros,
con los pies en la tierra
solo vemos el suelo
el pavimento
el caucho
la solera
y la caída
pero no sufrimos el vértigo
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