Copi resucita
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Copi resucita

Nacido en Buenos Aires en 1939, el joven artista que ya practicaba el dibujo y la escritura de obras de teatro se vio obligado, como su padre, opositor de Perón, a trasladarse y exiliarse varias veces antes de establecerse definitivamente en París, en 1962. La obra de Copi, que ha comenzado a reeditarse y que incluye una decena de relatos y algunas nouvelles, otras tantas obras de teatro y álbumes de historietas, se distingue por su variedad y su mezcla de ingenuidad, tierna nostalgia y extremada crudeza.

 

Bares gay nocturnos transformados en escenas del crimen, transexuales con poderes de mentalistas o que están en órbita alrededor de la Tierra, dictadores travestis, niñas apretando el gatillo y bobos saboreando boas: el universo teatral, en cómic y novelesco de Copi nunca ha dejado de intrigar por su desbordante imaginación barroca, su espíritu excéntrico y su arte de la digresión transponiendo Las mil y una noches a un París enloquecido y un poco monstruoso.

 

La obra de Copi, que incluye una decena de relatos y algunas nouvelles, otras tantas obras de teatro y álbumes de historietas, se distingue por su variedad —se inspira en múltiples fuentes, desde la zarzuela al teatro criollo, pasando por Tennessee Williams o la novela negra— y su mezcla de ingenuidad, tierna nostalgia y extremada crudeza.

 

Nacido en Buenos Aires en 1939, en el seno de una familia de la intelectualidad porteña, el joven artista que ya practicaba el dibujo y la escritura de obras de teatro se vio obligado, como su padre, opositor de Perón, a trasladarse y exiliarse varias veces antes de establecerse definitivamente en París, en 1962. Poco a poco se fue abriendo camino allí, empezando por vender dibujos hechos a partir de globos reventados en la terraza del Café Flore, haciéndose un hueco como dibujante en las publicaciones Bizarre, Gai Pied, Libération, Charlie y como novelista por entregas en la revista Hara- Kiri. Reacio a cualquier forma de refugio único, se suma al turbulento y prolífico movimiento de los “argentinos de París” (Jérôme Savary, Jorge Lavelli, Alfredo Arias, Marilú Marini, Roberto Plate, Facundo y Marucha Bo y, por supuesto, Marcia Moretto…). Se codeó con el efervescente mundo germanoparlante de los años 1960 y 1970, desgarrado por sus controversias políticas e intelectuales (Argelia, Cuba, el aborto, mayo del 68...).

 

Copi lanza su mirada sensible a su alrededor como una conciencia externa y divertida, dando cuenta de estas turbulencias en sus nouvelles y relatos, comenzando con la explosiva El baile de las locas (1977), una sátira de la devoración entre ellos mismos del demi-monde intelectual y artístico parisino, al que representa como una miniatura que se sacude en una bola de nieve.

 

Desesperado y cáustico

 

A partir de la década de 1970, Copi se fue convirtiendo poco a poco en una figura conocida para el gran público, sobre todo después de ser contratado por la agencia de publicidad Langelaan y Cerf para encarnar la nueva campaña del agua Perrier: fue él quien planteó una primera versión del famoso eslogan “Es una locura, ¿no es así?”, que recorrerá el mundo y dejará, como el “Estoy loco por el chocolate Lanvin” de Dalí, una marca del espíritu de una época alegremente transgresora. En este anuncio, Copi aparece disfrazado de Goliata, un personaje transgénero, con remanencias de la casamentera Celestina, el ogro de los cuentos de hadas y la Madre Gigogne (la mujer de Polichinela, con grandes faldas). Esta imagen ridícula se le quedará grabada a la piel. Sin embargo, no resume el estilo de Copi, grotesco, pero también desesperado, cáustico, donde incluso puede haber un delicado manierismo. Un tono que Thibaud Croisy se esfuerza por rehabilitar.

 

El treintañero director teatral tiene mucho que ver en devolver a enfocar la luz central sobre Copi, en lo que lleva más de diez años, realizando una incansable labor de investigación y reconstrucción de fuentes. Después de un importante cambio de dirección en 2019, las ediciones Bourgois acogieron con entusiasmo su proyecto de reedición: “Nos parecía importante destacar a los autores que constituyen nuestra colección. Si bien durante algunos años la obra de Copi atrajo menos la atención, se está produciendo un verdadero resurgimiento del interés”. Para Noémie Sauvage (de ediciones Bourgois), estas reediciones se dirigen a “un lector impertinente, curioso y no exento de autoburla”.

 

Después de El baile de las locas y El homosexual, seguidos de Las cuatro gemelas, Bourgois continuará su impulso publicando La guerra de las mariquitas y otras piezas de la colección “Titues”. Este última está dedicada al (re)descubrimiento de autores inclasificables como Maurice Pons, Richaud Brautigan, William S. Burroughs o Angela Carter. Y Copi ocupa un lugar especial allí porque lleva la memoria de las ediciones Bourgois, como recuerda Noémie Sauvage: “En El baile de las locas reconocemos los rasgos de Christian Bourgois bajo los del editor Micheton de la calle Garancière. ¡Incluso lo vemos en bata de baño en un sauna! Fue una audacia publicar a Copi conservando su lenguaje arremolinado y transgresor, a veces hecho de barbarismos y de abusos sintácticos. Este argentino, criado en Uruguay y francés de adopción, condensa un cosmopolitismo querido por Christian Bourgois y por nuestra casa editorial. La literatura sudamericana también conforma buena parte de nuestro catálogo”.

 

“Haikú argentino”

 

Para Thibaud Croisy, la atracción por Copi no es una moda pasajera. “Yo era un adolescente y encontré un teatro vivo y estimulante, lo cual es bastante raro. Desde entonces Copi nunca se ha alejado de mi lado. Él era una fuente y una brújula. Quizás porque hay algo elemental en sus piezas. La mayoría de las veces, cuando leo teatro, los textos me parecen demasiado largos, demasiado prolijos, me digo que deberían cortarlos por la mitad... En Copi es diferente. Es un teatro que escenifica el delirio, la crisis, el apocalipsis y sobre todo la muerte, pero con gran economía de medios”.  Con su recreación de El homosexual o la dificultad de expresarse, despoja a Copi de la imagen folclórica y comunitaria, devolviendo toda la burla de sí mismo de sus personajes “locas”, devolviendo su poesía a su dimensión acerada y universal.

 

El director ve en Copi “un excelente dialoguista, un autor que tenía una voz y sabía esbozar maravillosamente bien la de los demás, ponerlos en escena, oscilando constantemente entre el primer y el segundo grado”. Y agrega: “Podemos decir que hay una distribución en el teatro de Copi y que sus diálogos nos invitan cada vez a preguntarnos en qué tono están escritos y cómo deben decirse”. Y, de hecho, los actores (Emmanuelle Lafon, Helena de Laurens, Frédéric Leidgens, Arnaud Bichon, Jacques Pieiller) que realzan el texto en escena transforman cada línea en una ruptura vertiginosa y en un “haiku argentino escrito en francés”.

 

Además del componente de espectáculo en vivo, Croisy ha abordado la reedición de la obra en cómic (dos volúmenes recientes publicados por Éditions de l'Olivier), las obras narrativas y las dramáticas del exiliado argentino. Una obra colosal y minuciosa: “César Aira, otro argentino, decía que para conocer a un autor hay que leer todo lo que ha escrito, pero también todo lo que ha leído. Esto es un poco lo que intenté hacer con Copi y puedo decir que llegué lejos, porque Copi es una encrucijada, un punto de intersección donde convergen todos los espacios, todos los tiempos”. Fue también un trabajo saludable —la mayor parte de sus obras estaban descatalogadas—, resquebrajando la imagen histriónica del poeta y devolviéndolo a la poesía: “Es un autor cargado, condensado, una esponja llena de visiones y heteróclitas referencias en las que quería perderme, pero que también buscaba comprender”.

 

El trabajo de edición crítica y el de puesta en escena forman parte de un mismo gesto: poner en escena a Copi es “una especie de crítica última y definitiva. No da explicaciones... Ya no estoy solo conmigo mismo en mi escritorio, sino que trabajo con un equipo que puede dar sustancia a mi punto de vista y también contradecirlo, deformarlo. De hecho, en el teatro no existe ningún sueño preexistente que se espere que los actores cumplan. Es un proceso permanente, vivido de ida y vuelta, en el que cada uno sueña el sueño del otro”.

 

Artículo aparecido originalmente en la revista Marianne 19.05.2022. Se traduce con autorización de su autora. Traducción: Patricio Tapia

 

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Copi

Copi

Anagrama, Barcelona, 2023, 502 páginas



 

 

 

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