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Poesía y verdad

Sobre “Revoluciones” de Juan Manuel Silva


Existe una idea todavía muy arraigada en el sentido común que supone el conocimiento científico como algo lineal y acumulativo. Hija de cierto inductivismo ingenuo, que pretende llegar a verdades generales desde fenómenos específicos.

 

Los epistemólogos de mediados del siglo XX se revelaron a esa idea, para incorporar el elemento histórico y social en la construcción de las verdades científicas. Lakatos, por ejemplo, habla de que toda teoría nace refutada, lo que de inmediato saca a la ciencia del pantano de lo dogmático, y obliga a mirar el saber científico con una perspectiva histórica.

 

Es la mirada que moviliza a Thomas Kuhn en su idea de los paradigmas y las revoluciones científica, desplegada en La estructura de las revoluciones científicas, un clásico en estas materias. Kuhn, que era físico, sorprende, sobre todo, por la relevancia que le da a la dinámica de las comunidades científicas en este proceso de crear conocimiento. Cómo funcionan, cómo administran sus propios intereses gremiales, las luchas internas, cómo se imponen y caen sucesivamente las verdades, en base a quiebres, giros y REVOLUCIONES que, por lo general, se mantienen ocultas al ojo del lego que, en occidente al menos, se siente más cómodo con el espejismo de lo lineal y acumulativo. 

 

Porque detrás de estas reflexiones está siempre la pregunta por la doxa, por lo profano, por los que están fuera de las comunidades que producen ese saber. Es la pregunta del “para qué y para quién” es el conocimiento de la ciencia, sobre su accesibilidad y la función de los no especialistas. Paul Feyerabend, el loco, el anarco, se rebela a la figura del científico y su poder casi religioso en la sociedad moderna e incorpora abiertamente la posibilidad de que la experiencia de los legos enriquezca el discurso científico.  

 

Hay en Revoluciones, el libro que estamos presentando, una evidente referencia a la ciencia como disciplina, a su historia, a sus revoluciones o “giros copernicanos”. Los epígrafes que abren cada una de las cinco estaciones del libro pertenecen a un científico o a una científica: partiendo por el propio Copérnico, pero también Newton; Tycho Brahe; Kepler; Marija Gimbutas. Y en los largos poemas que estructuran cada una de las cinco partes, abundan las citas, manifiestas u ocultas, que refieren a este campo de sentido.

 

Desde ahí se puede proponer la tesis de que este libro es un minucioso experimento de consistencia científica, como el de Urey y Miller, en tanto reproduce condiciones de posibilidad de la vida en el pequeño laboratorio que es “la hoja en blanco”, donde se van mezclando elementos de variada índole, se recurre a diversas sustancias, legales e ilegales, a ver qué pasa. En la base de esta experimentación está, por cierto, la búsqueda de respuestas a las grandes preguntas de siempre. La pregunta por la vida, por el tiempo, por la muerte.

 

De todos modos, en el libro como en esta presentación, la referencia a la ciencia como disciplina parece ser más que nada una estrategia para referir de manera oblicua a un tipo de conocimiento particular, el saber propio de la poesía, con su historia, sus métodos y su propia epistemología.

 

Es en ese terreno donde se produce (con particular énfasis en el sentido transitivo) el experimento de Revoluciones. Un saber que, como el científico, tiene genealogía, pequeñas y grandes revoluciones, estallidos de luz, —como el sol de Munch en la portada— y comunidades que en distintos niveles se disputan la administración de ese saber.

 

Y desde aquí también cabe la pregunta por el papel del lego en la gestión y propagación de este saber, aquellos que no estamos dentro de la comunidad y, sin embargo, nos inmiscuimos al punto de arriesgarnos a presentar un libro de poesía y hasta una profana tesis sobre el libro. Ha sido el chiste más recurrente con el que con Diego, mi colega presentador, hemos venido intrigando desde que Juan Manuel nos convocó a este partido. La idea de jugar de visita, en Calama, con el público en contra; la necesidad, por tanto, de entrenarnos, de documentarnos, de no mostrar la hilacha.

 

Lo que no sabíamos entonces es hasta qué punto la materia misma de Revoluciones es la poesía y sus procedimientos. Tesis doctoral, manual de uso, tratado histórico, libro sagrado, volón o transe místico, todas formas de un mismo experimento que tiene siempre a la poesía como principio activo.

 

Las materias sobre las que versa Revoluciones son múltiples: la concepción misma del poema, la rima, las metáforas, sinécdoques y metonimias, las consonantes líquidas y labiales, los complementos, las preposiciones de tiempo, el ritmo, la producción y el sentido de las imágenes poéticas, el montaje. Sintaxis, fonética, retorica. La historia de la poesía desplegada al arbitrio de este experimento (casi) científico, una exploración que parece ocurrir en tiempo real, ante nuestros ojos.

 

…una exploración en las formas de lo real

a través de las formas del poema

las formas de la semejanza

y las formas de la luz (pág. 90)

 

Y en otra parte:

 

hiatos que hacen vibrar al diapasón

de la palabra.

Entre tu boca y mi boca,

entre un FA y un SOL,

entre tu lengua

y la mía.

Pausas, silencios,

para que desarme

su mecano y nos muestre

las piezas de este juego (pág. 79)

                                   

Es reflexión sobre las materias tratadas, pero, sobre todo, experimentación en la materia misma. Búsqueda, acción, movimiento, registro de las mutaciones, transformación, tránsito. Acá (adentro del libro) las cosas se derraman, se evaporan, 

el barco indeciso se balancea, la cigarra avanza bajo la hierba, 

 

las hojas se distribuyen

con un galope inseguro (pág. 52)

 

Es ritmo siempre. Cualquier ritmo.  A todo ritmo. El experimento del texto nos lleva, como lectores, a esa experimentación, nos hace partícipes de esa música, de ese tempo:

 

Mira

aquí comienza la misa del rebuzno,

esta es la parte en la que todo se alarga

y estiro el chicle de los predicamentos,

el jamón de las tribulaciones al interior

del gran sándwich de la realidad. págs. 62 y 63) 

 

El ritmo estacional del libro (otoño, invierno, primavera, verano), nos sitúa en ese proceso de transformación constante que es el largo poema que estamos leyendo.

  

el tiempo en que permites esta búsqueda

sin rumbo

con las estaciones. (pág. 48)

 

La poesía como acto, como juego de pequeñas mutaciones del verso, leves variaciones en su sintaxis y en su versificación. Un ejercicio de virtuosismo, sí, pero, sobre todo, el movimiento del caminante, del que busca, ya no solo el saber, sino de la sabiduría. Ese camino. Esa búsqueda.

  

Algo así como la pregunta por la episteme particular de la poesía. El motor que impulsa la búsqueda y que es también la pregunta por el acceso a ese ritmo esencial, ahí donde ya no alcanza la ciencia ni la metáfora de la ciencia. “El poema es pobre en razones”, dice el hablante. Adiós a la razón, diría Feyerabend.

 

Es el momento de la diosa, de la Poesía con mayúscula. Ese misterio que viene de lejos, y viene, sobre todo, de Oriente. Las cuatro estaciones, como los cuatro puntos cardinales o las cuatro bestias mitológicas, o los cuatro elementos de la naturaleza que, ya sabemos, son cinco. En este libro las estaciones también son cinco, como los cinco clásicos de la antigüedad china, y ese quinto elemento, la quintaesencia, es lo que el experimento de Revoluciones persigue.  

  

Experimento, exploración o ejercicio espiritual que supone la repetición como método, una forma de meditación o técnica de respiración, el camino a la verdad que propone la práctica sistemática de la poesía. Es el momento de las sentencias, las máximas y los aforismos. Aflora la voz apelativa del maestro, del profeta.

 

no confíes en el eco

ni en anuncios

amplios como bodegas. (pág. 44)

 

 O:

 

…tu lugar está hecho de todos los lugares (pág. 34)

 

O:

 

…cuando estés

más cerca de la muerte di

“Gracias a esta sintaxis

Matemática”. (pág. 44)

  

¿Pero a quién le habla? ¿A sí mismo, a los poetas del futuro, a la amada, a la posteridad? Se podría decir que en el proceso de transformación permanente que es el poema (¿como la revolución en Trotski?) el sujeto de apelación también muta y adquiere, sucesivamente o al mismo tiempo, todas las formas señaladas y más.     

  

Como sea, la vedad se manifiesta. Ocurre. Siempre sometida al ritmo del poema, a su cadencia. Es una verdad indiscutible, pero provisoria. Son, digamos, verdades sucesivas. Verdades que se comparten, se esparcen, riegan el blanco de la página.  

 

Aunque también se revela como una verdad incuestionable, demoledora, sin vuelta. Es quizás el flanco dramático de la indagación. Un momento climático que nos coloca ante la verdad inapelable de la muerte. Revoluciones es también (se convierte en) una larga y sutil imprecación a la muerte, esa “construcción con muchos obreros” (pág.37). La constatación de la impermanencia, de lo que antes fue y ya no, cuerpos cercanos que dejaron de estar así como los conocimos; la espera también de lo inevitable que ya habita en nosotros, la repetición del mono contumaz de Zama.

 

Es verdad

es posible seguir con esta canción repetida y torpe

mientras

el resto ha muerto.

enumero diferencias

y las diluyo como acuarelas

en las nubes de mi pieza. (pág. 57)

 

Hace unos meses murió mi padre. En esos días, Eduardo Femandois, filósofo y académico de la UC, se acercó a darme el pésame y me comentó que su último libro, que trata sobre el tema de la verdad, comienza con esa sentencia: “Tu papá murió”. Yo me acordé del epígrafe de Elena Garro en la biografía que escribe Jazmina Barrera: “Un muerto es siempre una verdad”, y pensé que se trata de un tipo de verdad que puede movilizar la escritura de un poema. Y de un libro entero. No para encontrar una solución, qué más quisiéramos (“El reloj paterno ya no tiene más vuelta”, Revoluciones, pág. 53), pero sí para encontrar un camino. 

  

Y ese camino ES el poema. El camino, la verdad y la vida, si se me permite el referente bíblico. Juan, Juan Manuel, experimenta en el poema para recrear las condiciones de una vida primitiva, de una vida ya perdida, y así pospone, al menos, el encuentro definitivo con el fuego. Esa es la verdad revelada de la poesía. El eterno retorno de la repetición y la insistencia. La reencarnación a través del ritmo esencial de las palabras.

 

El tegumento que nos cubre

las palabras que nos abrigan

las imágenes que logran vestirnos

son señales de una extraña

y silenciosa permanencia  (pág. 75)

 

La poesía trae de vuelta las cosas y las personas. Ese es el resultado de Revoluciones. Un experimento algo monstruoso, es cierto, de un tipo de experimentos que se realizaron bastante en el siglo XVIII y que Mery Shely resumió luego en su moderno Prometeo.

  

Yo, por mi parte, vi a mi padre entrar a la parroquia de San Bruno, escuché el ruido de la reja de su local en Diez de Julio y, adentro, la canción de Abanto Morales (“Dices que soy triste: ¿qué quieres que haga?”), le toqué la mano mientras leía un poema del cholo Vallejo: “pero el cadáver, ay, siguió muriendo”.

  

“Lo intenté, ¿no fue suficiente?”, se pregunta el hablante de Revoluciones, en un lugar avanzado del libro. Para mí sí fue suficiente, ese instante transitorio de la lectura y su prodigio. No es poco.  Más que suficiente para dar las gracias. Porque no desconozco que la osadía de Prometeo supone costos importantes.

 

la vida interna de la poesía

es una energía que activa

a nuestra forma de existencia

biológica y espiritual: en sencillo:

la poesía chupa el alma

de quien la alumbra y la hace llover. (pág.107)

 

“Poeta, pero a qué costo”, diría el meme.

  

sobre la única certeza

pasa aquello que puede pasar

y lo hace por el movimiento

de un texto

algo sin importancia, pero sagrado. (pág.85)                           

 

Por ese gesto sagrado es necesario agradecer.

Y yo agradezco.

A la diosa.

Y a Juanma, que se atreve a perseguirla con la persistente convicción de un astrónomo chino.

 

 

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Revoluciones
Juan Manuel Silva
Ediciones Tadeys 2025

 

 

 

 

 

                                                                      

           

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